Uno ya está acostumbrado a las continuas discrepancias de Gaspar Llamazares con casi todo lo que sucede o puede suceder en España. A todo se acostumbra uno. Desde la Monarquía a los horarios comerciales, pasando por la bandera y terminando por la religión, todo absolutamente todo le disgusta. Solo parece sentir contento tras cualquier pancarta que vaya contra lo que sea, salvo aquella que vaya a favor... de las parejas de homosexuales. Pero nos faltaba algo y ya lo tenemos: también está contra la fiesta de los toros y las retransmisiones televisadas.
 De su gracia repajolera, siendo un hombre de aspecto tan sombrío, le ha salido una paloma nueva, como si fuera un mago y no se le ha ocurrido otra cosa que pedir que las retransmisiones de toros se hagan por las noches, fuera del alcance de la mirada inocente de los niños y niñas –que diría cualquier Ibarreche o progre que se precie- . Todo ello para evitarles, a los niños, tan horrendo espectáculo, que puede dañar su personalidad futura.
 Ni que decir tiene, que sería mejor para él que los niños, y niñas, nacieran en Cuba, lugar santo donde hablándose español, son tan cultos que esa fiesta asesina no la tienen en su repertorio. Tienen otras, todas más edificantes y de un signo mucho más apreciado por el tal Llamazares. Ese sí es un país avanzado donde el maltrato a los animales bovinos no se lleva a fiesta nacional. Todo un ejemplo ese país hispano para el resto de la humanidad. Sin toros se vive mejor. Lo dicen todos los cubanos cuando logran escapar del paraíso.
 Pues ya vamos coleccionando unos cuantos a los que los toros les parecen una ofensa y sin embargo prefieren que retransmitan en hora punta una buena manifestación gay. Esa manifestación si es educativa y encabeza él la marcha si hace falta, que debe hacerla. Sin embargo las corridas de toros no le merecen el mismo respeto que el que los gays se corran... unas juergas o varias manifestaciones. Los niños lo pueden ver, aprenden lo que es la libertad y de paso tienen la oportunidad de hacerse aficionados a ello. No es el mismo trato para poder ver y hacerse aficionado a los toros. Eso, esa fiesta tan española, lo mejor es esconderla y a ser posible enterrarla.
 No es que tenga muchos apoyos el Sr. Llamazares en sus postulados, que por no seguirlos no lo hacen ni los propios que componen su partido, al que le van quedando menos seguidores que una corrida en Madrid... en Agosto, sino que para salir él en la tele -esa en la que no quiere que salgan los toros- se apunta a cualquier adefesio de manifestación que esté al alcance de su mano. Los toros en la tele a la hora del cine porno y si es posible en codificado. Nunca, sin embargo, le hemos oído decir nada del putiferio que se monta en cualquier cadena con personajes de medio pelo. Seguramente por ser seguidor del Sardá, que ese si que es un programa educativo de los de verdad.
 Los toros al matadero, ese parece su slogan, y quien mejor para decirlo que un puntillero que quiere hacer la competencia a Carod el Grande, primer puntillero de España. Ya son dos y seguirán apareciendo otros, entre otras muchas cosas por darles tanto cuartelillo. En otras épocas salía más en la tele Antonio Ordóñez que un ministro y salíamos ganando. Ahora estos, a los que pagamos más que lo que hacíamos con Ordóñez, se les ha subido a la cabeza ser figuras, aunque sea de puntilleros, y no paran de dar puntillazos hasta por las esquinas.
 Los socios de los partidos de los puntilleros deberían llamarlos al orden o llevarles a una corrida al callejón a lucir palmito, que lo mismo, viendo lo que se sale en la tele, y lo que se presume, estando en ese sitio, se hacían hasta seguidores de Ojeda. Por ejemplo.