Navidad... si, blanca Navidad. Cada año por estas fechas, casi todos comienzan a enviar sus mejores deseos, hasta para los que no tienen un resquicio de buena voluntad.
Cosas de la vida.
Sí, son cosas de la época decembrina, aunque lo ideal debería ser, que esos buenos y enoblecedores deseos, se hicieran realidad, para convertirse en una forma de vida más plena y luminosa, consiguiendo así... un permanente homenaje a la propia humanidad.
Eso sería lo ideal.
Esta blanca Navidad... cumpla sus buenos deseos y no se quede en el intento
No obstante, lo ideal... no existe, aparecen de pronto los buenos propósitos y muy pocos se llegan a cumplir, y es ahí donde todo queda en la limitante de la intención, y de ahí rumbo a la nada.
No... no es el sermón de la montaña, porque para convencer a todos de hacer de sus buenos deseos... una contundente realidad, es una tarea casi imposible.
Imagínese la Fiesta ideal... el auténtico toro para el torero de verdad.
¡Qué maravilla!
El apoyo incondicional de todos los talentosos empresarios, para esos jóvenes valores mexicanos que van demostrando sus cualidades.
¡Sensacional!
Los escrupulosos ganaderos enviando sólo el TORO en su más imponente concepción.
¡Extraordinario!
Entender de los buenos aficionados que poblan los tendidos y otorgarles su lugar y respeto, escuchando sus propuestas para nutrir y mejorar el espectáculo; así como, el demostrar lo edificante de la práctica habitual de una crítica seria e inteligente a aquellos rijosos, quienes de forma estridente, desde sus lugares en los cosos, hacen del insulto, la humillación y el desprecio su bandera.
¡Estupendo!
No obstante, como siempre todo se queda en los buenos deseos, y de buenos deseos no puede vivir el hombre, ni con ellos puede conseguir trascender.
En fin, que mis mejores deseos son que Usted, lector amigo, haga realidad eso... sus mejores deseos en esta blanca Navidad.