La tarea llevada a cabo por Curro Díaz, si entramos en el análisis profundo de lo que es su trayectoria taurina, muy pronto entenderemos que, su logro merece el más cálido de los aplausos. No era sencillo; le querían encuadrar en las corridas llamadas duras, justamente, en todas aquellas en que, dada la particularidad de su toreo, el hecho de que resplandeciera su inmaculado arte con semejante ganado resultaba tarea imposible. Y no desdeño a nadie; al contrario, mi gratitud para los hombres que se juegan la vida con ese tipo de ganado, nada más lícito y honrado. Pero no es el caso de Curro Díaz, un torero emblemático en cuanto al arte se refiere que, como sabemos, el taurinismo, quiso destruirlo en cuanto le vieron levantar el vuelo.Foto archivo
Cada torero, como sabemos, tiene su estrategia particular; algunos, ni eso siquiera; tienen lo que les quieren dar; es decir, recogen las migajas a cambio de su sangre. Sin embargo, este torero de Linares no es un cualquiera; ya está dando la medida de su grandeza como artista y, para su gracia particular ya ostenta el preciado galardón de haber salido por la puerta grande de Madrid, premio que, infinidad de toreros de los llamados mediáticos jamás han podido soñar y, Curro Díaz en el devenir de su carrera, ya puede lucir semejante entorchado.
En realidad, no tengo argumentos para saber cómo logró Curro Díaz salir del túnel oscuro de las llamadas corridas duras; pero si me siento feliz al comprobar que, su arte, con semejante ganado, hubiera sido un fracaso premeditado; ningún pintor, por bueno que se precie, jamás podría pintar la obra bella sin un buen lienzo. Y este era el caso de este admirable diestro que, del arte ha hecho su fundamento, su causa, su manera de ser y sentir. Temblábamos los aficionados cuanto le veíamos inmersos en ese tipo de ganado duro, áspero, correoso y sin posibilidades de poder mostrar el fulgor de su arte. Como explico, para su fortuna, ha sabido salir de dicho trance y, como se ha demostrado, el tramo final de su temporada, ha sido apoteósico.
Que nadie se equivoque; Curro Díaz, jamás será un torero que deba sumar muchas actuaciones; en la presente temporada, si mal no recuerdo, debe de rondar las treinta tardes que, en realidad, sería el número ideal para cualquier artista de la torería; el problema es intentar que, dichas tardes, queden rentabilizadas como deberían algo que, en breve, logrará Curro Díaz. Su meta nunca debe ser alcanzar la cifra de ochenta tardes porque, entonces, la expresión de su bello arte quedaría caricaturizada ó, lo que es peor, estandarizada en el anaquel de las cifras y estadísticas y, que yo sepa, el arte, jamás se cuantificó con números y mucho menos en las estadísticas citadas.
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Está cuajando un gran torero; para muchos, tras varios años de alternativa, Curro Díaz, sigue siendo una importante novedad, valor en alza que dice todo en su favor; pasan los años y, su arte sigue con la misma vigencia que el primer día. Tras varias fechas memorables en la temporada que ahora termina, el diestro linarense tuvo cu cenit en la plaza de su pueblo puesto que, Linares, chauvinismos al margen, pudo vibrar con su artista de manera desmesurada; luego, claro, vinieron más faenas cumbres; hasta las que no remató con la espada quedaron en el corazón de los aficionados y, esa es la grandeza de un artista que se precie, que su labor quede cincelada en el alma de los aficionados, razón inequívoca de que ha surgido la llama del arte.
El arte tiene un camino que, a manera de destino, llevará a Curro Díaz a lo más alto de la torería; altura artística y crematística puesto que, la vulgar mercadería que cada tarde solemos ver, quedará para los trabajadores de la numerología. Linares lo parió, España lo disfruta y, con arte y torería hemos encontrado a Curro Díaz.