Hoy tuvo lugar, bajo la presidencia de D. César Gómez, la confirmación. Hoy se ha puesto de manifiesto de forma clara y nítida la confirmación de cuanto se viene denunciando en esta fiesta decadente. Además, se produjo la confirmación de alternativa de Sebastián Castella, pero seguramente sea esta la confirmación que menos recuerdo deje entre la afición. Se confirmó, que las figuras acuden a cualquier plaza, incluido Madrid, con toros descastados y aborregados. Y para mayor abundamiento, flojos, blandos e inválidos. Esos comportamientos son los que les llama la atención a las figuras y, si se trata de la máxima figura, entonces más. Estos toros permiten, después, el toreo excelso que se traen entre manos y contando con un público absolutamente presto para cantar tales hazañas, les importa un pimiento -de piquillo, de padrón o morrón- que cuanto hacen esté lejos de la decencia torera y allá penas si con ello se transgrede, también, el respeto a una buena parte de la plaza que detesta que se pongan cañis con los toros aborregados e inválidos. Se confirmó también que ese público aplaudidor no quiere otra cosa cuando acude en tropel a ver al figurón -así lo dirían los más cursis de los taurinos-. No les importa nada qué material tienen delante, ni siquiera si se le puede considerar enemigo o colaborador. No importa nada, si el torero se tira más de diez minutos intentando sostener en pie al animal, al tiempo que le muele a derechazos sin otro fuste que una imaginaria estética, cuyo parecido con la realidad de la Fiesta, resulta patética. Da todo igual, lo importante es aplaudir. Si después, los otros actuantes, a los que no tienen el gusto de conocer, pues todavía no acuden a ninguna boda especial, lo hacen igual o mejor, ya no se vuelcan con ellos de aquella manera fervorosa y pasional. Se les castiga con ignorarlos sin más. Esto último, también se confirmó. Se confirmó nuevamente que el Sr. Gómez, al presidir, ignora mucho de lo que debería tener en cuenta, entre ello al público pagador, y les hurta toros íntegros para la lidia como reza el cartel anunciador. Se confirmó, que a él también le hubiera gustado ovacionar al figurón y echar de la plaza, no a los toros inválidos, sino a los espectadores que, por ser como son, resultan demasiado elocuentes para dejar al aire los desajustes de su presidencialidad. Pero habrá más corridas y se podrá confirmar nuevamente su interés por defender la autenticidad de la Fiesta, el Reglamento y a la afición. Seguro que sí. Se confirmó, definitivamente, que los taurinos no quieren obstáculos en su depredadora labor expansiva de sus usos y abusos. Por ello nos presentan estos saldos bovinos absolutamente infumables, convencidos que, idiotizados todos los espectadores, tendrán el campo más libre para seguir haciendo de la Fiesta su particular negocio. Pero hubo más, se confirmó la clase de educación y el respeto que les merece quien osa discrepar de la fiesta que ellos representan y así, el Sr. Ruiz Palomares, apoderado del figurón Ponce, dedicó un corte de mangas a los que mantenían opinión contraria y pitaban la desfachatez de saludar pomposamente tras matar de cinco feos pinchazos, dos avisos y un toreo a un borrego inválido, como si el citado figurón necesitara darse ese baño de multitudes, cuando en todas las épocas, por vergüenza y dignidad, y tras esa sarta de pinchazos, los toreros -he dicho toreros- se solían tapar. Eran otros tiempos y no pululaban por aquí esta panda de maleducados que contrastan, además, con lo fino y educado que el Sr. Ponce aparenta ser. Toda la vida de Dios, hubo división de opiniones en el resultado de una actuación, pero no se tenían noticias de cortes de mangas en el callejón. Seguramente porque el tal Palomares, por aquel entonces, aprendía entre trileros como poder esconder la bolita sin ser descubiertos. Hoy se ha visto, que si les descubres la bola, te arrean un corte de mangas con su mala intención. El público paga y puede juzgar, él cobra y debería, pero no sabe o no se lo permite su educación, guardar respeto. Una joya. Ahora, esperamos que se confirme que el Sr. Presidente empapela al maleducado aquél, síntoma de orden y autoridad. En el fútbol, ni se le ocurre hacer eso a un entrenador sin que se vea sancionado de verdad. Aquí, uno no tiene ninguna esperanza de que ello pueda suceder. Esto es un coto y hacen con él lo que les place. Faltaría más. Hicieron el paseíllo tres, Ponce, Castella y Tejela y todos estuvieron muy bien. Salieron seis astados a cual mejor y fue una pena que muchos no lo sepamos entender. También esto, nuestra ignorancia, se pudo confirmar.
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