Tres en uno. Tres asuntos que deben tomarse muy en serio. Y no es que uno vaya mal y los otros peor, no, es que los tres no se ponen de acuerdo. Si quisieran podrían hacerlo y nos iría mucho mejor a todos. Lo explico: ni un solo aficionado deja de ser un gobernado o un consumidor, con lo que haciendo partícipes a los demás gobernados y consumidores de la materia taurina, llegaríamos a una situación muy mejorada ( y muy mejorable por el camino que vamos) de la situación económica.
 
No me he vuelto loco de repente por escribir de esta manera de la materia taurina; simplemente he llegado a la conclusión de que la sociedad necesita de esta materia para hacer de la vida algo más pasajero, pero sobre todo, una vida más barata. Para ello bastará con que este gobierno deje de estar en las nubes e incluya para el cálculo del I.P.C. el factor taurino. En concreto, la concesión de trofeos durante los festejos taurinos. Es tal la devaluación a que se ha llegado, que bien podría este factor corregir a la baja la constante subida de los precios. Corregirían con ello el desfase de los últimos años y permitirían que los consumidores no perdieran poder adquisitivo. De otro modo, los temas taurinos pasarían a ser valorados y queridos por todos aquellos -que son muchos- que los repudian. Una oportunidad para dar a conocer al gran público los beneficios de la fiesta nacional. Si es la fiesta de todos, pues que la misma pueda beneficiar a todos, no solo a los perceptores de las orejas.
 
Por una faena desordenada, con arreones, enganchones, simplista y sólo aderezada en los minutos de descuento por unos muletazos limpios y una trincherilla bella -que quiso repetir dos veces más a la vista del éxito cosechado sin que fueran ya tan bellas-; por sólo eso el público pidió la oreja y no crean que mayoritariamente, pero el Sr. Sánchez -el de la pajarita- tampoco exige mucho más para soltar el pañuelo. Repito, qué oportunidad para incluir las rebajas en el cálculo del I.P.C.. Rivera Ordóñez, ese torero que viene deambulando por los ruedos todos estos años atrás, con una oreja en la mano y paseando el redondel de Las Ventas. Es tan poco lo que ofrece, tan poco lo que puede dar que nadie se apresta a exigirle mucho más. ¡Ah!, que le salen dos muletazos limpios después de un trasteo desigual y sin encontrar el norte y los abrocha con una trincherilla que le sale bien y todo es entusiasmo popular, presidente incluido. ¡Pues que bien!. Lo dicho, a incluir en un factor de los precios para complacencia de todos, no solo de los que aplaudían en la plaza.
 
Y no crean que las orejas son fáciles, también las vueltas al ruedo; que se lo pregunten a Eugenio de Mora que se dio una casi casi por su cuenta. Lo cierto es que construyó una faena más ordenada que la de Rivera tras sufrir una aparatosa voltereta, pero el factor reductor de su IPC debe de ser más exigente que el de Rivera. Cuestión de revistas, digo yo que sería. Algo debe de ser, sino de qué. Otra oreja le deberían de haber dado si el público y el Sr. Sánchez le conocieran tanto. (Que extraña se hace esta forma de escribir, primero diciendo que se dio la vuelta por su cuenta -criterio de quien escribe- y luego diciendo que le podían haber dado la oreja de acuerdo con el factor I.P.C.). De esta terminamos todos al revés.
 
Toreaba también El Fandi y aquí hubo una sorpresa mayor. A su arrolladora temporada, cuyos cimientos edificó en esta misma plaza en San Isidro, debería seguirle un triunfo rotundo en esta feria. Así debería de ser, pero se nos volvió, dentro de su entrega, lejano y distante y no hubo manera de pasarse los toros cerca. Alguien dijo que se los pasaba cerca... de Granada, y así no hay manera de que un público facilón y con él, pudiera regalarle nada. Hasta a la hora de matar lo hizo desde Granada. Que le vaya bien el invierno y esperamos que el año nuevo nos lo devuelva más cerca de Madrid. Oportunidad perdida, ya que plaza tan facilona como está esta y presidentes dadivosos no es fácil de encontrar.
 
El gobierno se lo debe de pensar seriamente si quiere poder cumplir sus pronósticos de inflación. Incluya las corridas de toros y la concesión de trofeos y el éxito estará asegurado.