La extraordinaria corrida de toros de Beneficencia, programada como tal, fue simplemente, créanme, un ataque de cuernos. Pero no crean que ello tiene algo que ver con los temas de los programas basura de la televisión. No, es sencillamente un titular apropiado para una corrida de toros. Sin ir más lejos, la llamada extraordinaria corrida de Beneficencia celebrada en Madrid, fue eso: un ataque de cuernos.
Como en este caso, contamos con la seguridad de que todo fue presenciado por la televisión de todos, pues es más fácil transmitir lo visto en esta plúmbea tarde, parecida a tantas celebradas en el pasado San Isidro. Ya me dirán. ¿Qué queda en el recuerdo?. Seguramente, los cuernos descomunales que se gastaban y lucían los toros lidiados de Samuel Flores. Pero que, también es cierto, todo se quedaba en cuernos. Nada más.
Lo del ataque, naturalmente, viene de la acepción de grande, de atacados, no de celos y muchísimo menos de que les sirvieran a los samueles para atacar. De esto último, nada. Ni ataque a los toreros, ni a los caballos, ni a las telas, ni a nada. Solo mansedumbre y un mucho de invalidez. De esto último en las dos acepciones: de tullidos y de no válidos para la lidia por faltos de fuerzas. Además, por si fuera poco, tampoco tenían ni bravura, ni casta, ni nobleza, ni..., solo tontez. Ese es el tipo de toro que quieren los toreros. Ese es el tipo de toro que crían casi todos los ganaderos y ese es el tipo de toro que se tienen que tragar los aficionados y espectadores, aunque se llamen Juan Carlos I, sean Rey de España, tengan tratamiento de Majestad o mil cosas más.
Dicen que su Majestad es amigo personal del ganadero, con lo que se podría lograr que le instara a que presentara toros con el grado de, no solo de cuernos, agresividad y bravura que da la casta. Pero, hasta el momento, lo único que se sabe es que la amistad debe ser utilizada a la inversa; es decir, que es usada por el ganadero para obtener influencias y el favor de que sus toros se lidien con frecuencia en este festejo. Se dice de este día que es el más importante del calendario taurino, pero no se hace honor a esa importancia. El único honor es la presencia de su Majestad y el resto poco tiene que ver con la importancia, si acaso, con la importansia. ¿Quién es el guapo que mantiene que esa basura de ganado lidiado es el más representativo de la cabaña de bravo para tal honor?. Si acaso, representa la media de escombros y tullidos que se lidian a lo largo del año, nada más. Y puestas así las cosas, el cartel también contenía al matador más experto y técnico para la lidia de ese espécimen actual del toro.
El toreo de Enrique Ponce se ajusta perfectamente a este tipo de toro, a este tipo de fiesta. Un toreo pachucho para unos toros pachuchos. Y que nadie se equivoque, pues si torea toros auténticos y encastados, se podría decir que torea de forma auténtica. Pero esto es lo que hay y lo vio todo el mundo por televisión. Un toreo pachucho que también dejó pachuchos a los espectadores. Pero seguramente, habrá alguien que dirá que si no le ovacionaron y premiaron sus largas faenas, es por que le tienen manía los del siete. Seguro que lo dicen, pero cada vez menos se lo creerán.
El Califa venía a reeditar su pasado triunfo en San Isidro y no reeditó nada. Para reeditar triunfos hacen falta toros y no había. Debería de saberlo y no creo que se sienta decepcionado. Me parece muy bien aceptar el contrato, pues no todos los días se puede brindar un toro al Rey; me parece muy bien cobrar, seguramente, un buen pellizco para lo que suelen ser sus honorarios; me parece bien todo eso, pero torear con las figuras, para los que no lo son, suele ser una ruina. Para estar bonitos con esos toros pachuchos, le dan sopas con honda casi todos. Su terreno es otro y es el que debe mantener. Apuntarse a estas corridas no le reportará nada bueno.
Uceda Leal salvó los muebles. Hizo lo único destacable y es que estuvo muy torero toda la tarde. El manejo del descabello le privó, seguramente, del corte de una oreja, pero demostró que es un torero en quien se puede confiar. Compuso una bonita faena a su primero, el más repetidor de los tontones e inválidos samueles, con muchos detalles de buen gusto interpretativo. La estocada fue buena, quizá pecando de algo trasera, por lo que el toro no dobló y el verduguillo, como decíamos, le jugó la mala pasada del triste final, aunque fue ovacionado. Le vimos mejor que en su paso por San Isidro, consciente de que hay que aportarlo todo para llegar al tendido, si bien el toro se pasó más tiempo de rodillas que de pié. Lo que pasó es que él le echó más vida  y reunión a este tipo de toro que su compañero, el frío y distanciado Ponce.
Lo vieron ustedes y, salvó los detalles de Uceda que se marchitarán con el paso del tiempo, lo que a todos nos quedará de recuerdo de esta corrida será el ataque de cuernos que salieron por toriles. Eso les salvó del establo, pues por todo lo demás, allí deberían haberlos mandado. Además si se cayeran, lo harían sobre el blando de la paja. ¡Pobres animales!.