LA PASIÓN TAURINA SEGÚN...
La pasión taurina según... se mire. Ahora, en estos tiempos de Semana Santa, es momento adecuado para reflexionar sobre la pasión... En nuestro caso y tratándose de una página de toros, pasión taurina.
La Fiesta taurina, desde siempre, ha encendido todo tipo de pasiones. Enfervorizadas pasiones levantaban determinados toreros en los inicios del siglo XX, -para todos parece que fue ayer, pero comenzó hace cien años- pues la rivalidad existía y hubo momentos gloriosos, entre los que sin duda destacó “los de José y Juan”. La afición, que entonces si existía, tomaba partido y amparados por los suficientes méritos de sus toreros, que eran precursores de todo cuanto bueno nos ha traído la tauromaquia, se decantaban por las cualidades que atesoraban uno u otro.
Pero no eran sólo ellos, un montón de grandes toreros iluminaban el panorama, y lo siguieron alumbrando muchos años más, y de ahí que los aficionados, que entonces si existían, gozaron mucho y bien del quehacer de sus toreros favoritos, y de los otros, pues todos o casi todos atesoraban cualidades suficientes para despertar verdaderas pasiones entre los auténticos aficionados. Tanta pasión levantaban, que durante mucho tiempo algunos hasta vendían el colchón con tal de acudir a ver a sus ídolos a la plaza. ¡Qué pasión!.
Pero el devenir de los años trajo otras modas, otros modos. Allá en los años sesenta, cuajada de grandes toreros, quizás más que nunca, apareció un ciclón. El “ciclón de Villalobillos” le llamaron, Pero no fue él quien nos trajo el mal. Fueron otros quienes al rebufo de esas modas, instalaron otros modos. Cambiaron el mando de los toreros -tanto les hizo temblar el ciclón- por un control de los mismos. Se pusieron a inventar.
Descubrieron que para ir a las plazas ya no necesitaban a los aficionados, que al conjuro de determinados nombres, alzados a la fama por cualquier método externo y sin necesidad de ganar los contratos a través de la demanda y pasión de los aficionados, podrían dominar la situación y por unas monedas más a los “necesitados de ser figuras”. A mayor grado de notoriedad, más llenos. A mayor necesidad de ser figura, más sumisión. Aquellos que románticamente quisieran ser sólo Toreros, -con mayúsculas- sufrirían persecución.
A partir de entonces, de la persecución, comenzó una nueva pasión en los toros: “La pasión según... sean los toreros”. Rota ya la cadena de la soberana afición, -que antes sí existía- podían campar a sus anchas. La afición fue cambiada sin miramientos por público llenador de plazas. Al conjuro de los “célebres matadores” y los santos patrones, los tendidos de las plazas se irían llenando a la vez que las arcas empresariales iban rebosando. Bastaba con controlarlo todo debidamente. Figuras sumisas, público bien educado y una gran porción de voceros que cantaran tanta “excelencia”. Un menú perfectamente rematado.
La pasión una vez más se quedó en el lado de la verdad. Pero esta vez para sufrirla. Sufrida pasión para los cada vez menos aficionados, que iban viendo desaparecer de sus carteles los toreros que anhelaban. Pasión para los Toreros vocacionales, que sin someterse -nada más que a su arte- sufrían el arrinconamiento o el olvido. Sólo la llama de Curro Romero mantenía vivo el fuego del toreo eterno. Sólo a él -y gracias- permitieron la falta de sometimiento. Otros, menos afortunados, han tenido que ver pasar y torear -es un decir- haciéndose ricos a auténticos mediocres. Todavía hoy suenan los ecos de Toreros vocacionales a la espera de justicia: Frascuelo, El Inclusero, Sánchez Puerto, Pepe Luis Vázquez, etc.. A ellos y a la afición les toca la pasión del sufrimiento.
Existe otra pasión según... los toros. Esta pasión ya es otra causa perdida. Los mismos males que tras los años sesenta arrasaron con el poder de los toreros, arrasaron con el poder de la sangre brava. Ya se que existen excepciones, pero ellas sólo sirven para confirmar la regla. Otra pasión que sufren los aficionados. Salvo en Madrid, en silencio. Silencio de Semana Santa dentro de unos días en Sevilla. Silencio de casi nueve tendidos el próximo mes en Las Ventas. ¡Habrá que matizar!: silencio de nueve entendidos el próximo mes en Las Ventas. Pues los entendidos y aficionados de verdad no quedarán en silencio. El silencio lo harán los “llenadores de plazas” que acudirán a San Isidro.
Esta pasión de los toros, al final es la peor. La más difícil de recuperar. Cogieron todas las ventajas a sabiendas de que en las plazas no quedan árbitros -aficionados- que diluciden el bien del mal. Amparados por los voceros oficiales y contando con la sumisión, mediocridad y falta de autoestima de las figuras, creadas que no nacidas, además de ese público entregado a la fama y notoriedad, -que no a la calidad- todo está consumado. Malo es que las figuras se “apunten” a lo “duro”. Seguro que quedará blando. Las torrijas de estas fiestas son buen ejemplo de ello. Cómo quedan de dulces y blanditas, cuando antes eran sólo de pan. A veces, duro. Existen varias pasiones. Esta es la pasión según...