Hoy ha fallecido en Madrid el ilustre periodista alicantino Rafael Campos de España. El periodismo taurino ha perdido a un verdadero maestro. Rafael Campos de España contaba en la actualidad 87 espléndidos años y, un derrame cerebral ha segado su vida para siempre. Como diría el insigne poeta Facundo Cabral, Campos de España se ha mudado de estrado; se nos adelantó en el camino hacia donde iremos todos, por tanto, despediremos su cuerpo por un tiempo, sin embargo, lo mejor de su personalidad vivirá siempre con nosotros.
Campos ostentaba el título de ser el decano de los periodistas taurinos de España y, pese a ello, hasta hace muy pocas fechas, todavía lucía ese porte admirable solo comparable a un galán maduro del celuloide. Peinaba canas por completo pero, su figura, esbelta y radiante, se alejaba mucho de la edad que tenía; nadie diría que tenía 87 años y, con esta edad, le ha entregado su alma a Dios. Fundó el mítico programa CLARIN en RNE y, desde tal tribuna, impartió su ciencia, su bondad, sus vastos conocimientos en la materia, su sabiduría intrínseca y, por encima de todo, una forma de decir verdaderamente apasionante, no en vano, Rafael era un hombre tremendamente comprometido con la cultura y, de la misma, acoplada al periodismo taurino, es de la que hacía gala; pero lo llevaba a cabo sin aspavientos, pero con el sello personal de su figura que, durante más de cincuenta años, impartió lecciones que, como sabemos, a tantos compañeros cautivó.
Los que ya peinamos canas y hemos estado junto al maestro ahora fallecido, sabíamos de su prosa fantástica; aquellos pregones que antecedían cada domingo a la información taurina pura y dura, eran un verdadero deleite para el gozo de los radio escuchas como diría el inolvidable Matías Prats, contemporáneo de Campos de España que, como sabemos, ambos, tanto gloria le aportaron al periodismo. Escuchar cada semana Rafael Campos de España no era otra cosa que, beber en la fuente de su cultura, saciar nuestra sed de aficionados a los toros y al periodismo y, como antes dije, aprender cada jornada, a su lado, una soberana lección; el buen hacer y mejor de decir de este señor con toda la extensión de la palabra, era algo que nos cautivaba por completo.
Se nos marchó un compañero, un maestro, un amigo, un ser humano que, a diario, cultivaba como nadie el bello fruto de la amistad. Campos era una persona de condiciones verdaderamente entrañables y, tratarle, era amarle. Se trataba de un aficionado singular; le cabían en la cabeza todos los toreros; se emocionaba con el artista, admiraba al valiente y, por encima de todo, valoraba a cuantos de la forma que fuere, se jugaban la vida frente a un toro. Yo tuve el honor de gozar de su cariño y, dicha razón, me llenaba de cariño su persona; hasta tuve la fortuna de que Campos de España me arropara en la edición de mi primer libro taurino LAS DESGARRADAS ENTREVISTAS DE PLA VENTURA en que, de forma generosa, Rafael Campos de España epilogó dicha obra para que, la misma, con sus letras, tuviera el sabor del alma que, el maestro, quiso regalarme.
Despediremos a su mortal cuerpo, pero nos quedaremos de forma eterna con el legado de su obra, con sus lecciones inolvidables, con toda la prosa con la que inundó al mundo, con las valoraciones fantásticas que sabía hacer y mejor ponderar del mundo taurino. Después de muerto, Rafael Campos de España no necesita de lisonja alguna puesto que, en vida y durante 87 años, gozó del respeto de todo el mundo, de la admiración de cuantos le conocimos; era, a no dudar, un señor con toda la extensión de la palabra. Seguro que está junto a Dios.