Hemos dejado pasar los días, hemos esperado que fueran apareciendo las cifras, hemos descansado de tanto tema político, hemos guardado silencio, pero no es posible esperar ni un día mas: la España que teníamos antes de las elecciones se sostenía como un castillo de naipes. Pero lo suficiente para que siguiera siendo aparente hasta esa votación y que los agujeros se vieran cuando ya no hubiera remedio. Definitivamente tenemos desgobierno para otros cuatro años.
El engaño masivo, ocultando una realidad económica que era palpable, fue la campaña que mantuvo el gobierno y el partido socialista. Eso es malo, malísimo. También malo, malísimo, que a quien se atrevía a decir y hablar de la crisis se le tachara de antipatriota y otras lindezas. Malo, malísimo, que siendo obligación del gobierno atajar los problemas, se oculten, se disfracen e incluso se ignoren, al margen de estar en periodo electoral. Todo muy malo, malísimo. Todo un engaño al conjunto de los españoles que ya vemos por donde van y vienen los tiros.
A una legislatura hecha para y de cara a la galería, donde lo accesorio era lo prioritario y lo importante era marginado; donde primaban los intereses de las minorías contra los del conjunto de los españoles, se sucede, una vez mas, el sectarismo que les caracteriza: agua, trasvase, para los amigos sí, para los demás soluciones que ni llegan ni se las espera. Un conjunto de hechos que no son casuales sino causales por obra y gracia de eres de aquí o de allá. Pues otros cuatro años de sectarismo y fotos, muchas fotos. ¡Cuánta parafernalia!.
Y muchos se preguntarán por qué el titular no es, dada la cantinela: Malo malísimo. No lo es, pues con ser malo malísimo lo relatado y sin relatar, lo peor imposible es la oposición. De ahí el titular real: La inutilidad por bandera. No pueden ser peores. Con la cantidad de puntos débiles que tenía el gobierno y se les escapan vivos. Lo fueron, rematadamente malos, en campaña y lo siguen siendo ahora tras de las elecciones.
Quien suscribe está convencido de haber hecho mejor campaña electoral. Tantas mentiras, tantos fallos, tantas estupideces en lugar del bien común, podrían haber quedado al descubierto con suma facilidad. Sólo hacia falta querer. ¿Qué digo?, saber. La inutilidad de la oposición es la que dio el triunfo a los socialistas, no su gestión. Los resultados avalan que el prójimo, el ciudadano, que lo captó, que fue consciente de lo que pasó en la legislatura, legislando en sentido casi inverso al interés común, no les concedió su voto.
Cierto que obtuvieron votos y mas que la vez anterior, pero el deslizamiento hacia la izquierda demagógica dejó sin ellos a los que los tenían antes: I.U. y E.R.C., haciendo compensar y sumar unos cuantos mas que los que se habían dejado por el lado contrario. Los ciudadanos de uno y otro signo viraron en el sentido que les apuntaba la gestión realizada y si no lo fue en mayor medida, es debido a la permanente mentira de la situación que vivíamos en el momento de la campaña y la nula acción de una oposición inútil.
Ahora, pasado menos de mes y medio, ya es tarde para tantos que no quisieron ver la realidad o fueron simplemente engañados, solo nos queda la ruina. Y solo hemos visto la punta del iceberg, lo peor no ha llegado aún. Ahora, este gobierno, el mismo que antes decía que no, empieza a maquillar cifras diciendo que sí... un poquito. Ya nadie les recuerda, la oposición es la inutilidad como hemos dicho, que hace un par de meses insultaban a quienes lo decían. En cascada, como las fichas de dominó, irán cayendo, presas de la falta de movimiento económico, empresas grandes y pequeñas y el paro será lo único que subirá. Pisos baratos querían, el error es que eso sea como consecuencia de la parada de la construcción. El resto de sectores, directa e indirectamente, en cadena, irán padeciendo la falta de inversión en ese sector. ¡Anda que no comía gente, vivía, consumía, veraneaba... con ese sector funcionando a toda máquina!, incluida la Seguridad Social. ¿Qué hacemos con los inmigrantes que encontraron ahí su dorado?.
Y la oposición qué?. No existe, ni sabe utilizar los flancos y los grandes males provocados por un gobierno inútil pero muy hábil. En resumen, mala, malísima la gestión de Zapatero, pero peor, mucho peor, el no uso de esas debilidades por la inutilidad que como bandera tiene la oposición. Si no se le cuenta con detalle cómo va esto a los ciudadanos votantes, no esperarán que lo haga Solbes o De la Vega. A Blanco no lo citamos, pues no sabría explicarlo aunque quisiera.