Seríamos muy pobres si, dentro de nuestro ser, no albergáramos la esperanza por un mañana mejor. Y esa es nuestra meta, vivir esperanzados y, a su vez, forjarnos en dicha esperanza. No cabe sólo el esperar; hay que laborar en ello. Nada es gratuito y, tamaña lección, la prendí de mis mayores. Vi luchar a los míos por un mañana mejor y, a partir de ahí, me encontré con los resultados; sin lugar a dudas, aquella lección que aprendí y que tanto me ha servido en la vida.
Si, respecto a la muerte, nos queda la esperanza por la resurrección, en la vida, nos nutre la esperanza por lograr aquello que siempre hemos soñado. Recordemos que, todo llega; hasta, en ocasiones, aquello que no deseamos. Pero, nuestra fortaleza es de tal magnitud que, rendirnos, sería signo de pobreza y, nadie puede sentirse pobre ni desdichado cuando tenga dos manos y dos brazos. Hasta conozco a muchos minusválidos que, ni esta pobreza tienen; todo, por haber superado el trance amargo que la vida les había entregado. De esta manera, teniendo a los más débiles como ejemplo, ¿quién se atreve a quejarse?
Recordarás que, la vida es ahora mismo; si quieres, puedes. ¿Cómo eres capaz de entregarte y darte por vencido a la primera adversidad? Te queda la esperanza, ¿o es que acaso lo olvidaste? Razona, piensa y, en definitiva, decide; pero no te quedes parado. Si la vida es ahora mismo, recuerda que, estás viviendo el presente, sin lugar a dudas, la estación más importante de tu vida. Efectivamente, vive tu presente porque, en esa estación, pasarás el resto de tu vida.
Teniendo el tesoro de tu esperanza, ¿cómo eres capaz de sentirte solo y olvidado? ¡Eso, nunca¡ En la vida, no lo olvides, sucederá todo conforme tenga que suceder y, eso, nadie lo evitará; pero para cuando esto pase, tú, debes de estar en primera línea de batalla. Seguramente, sin que tú te des cuenta, a tu lado, pueden suceder cosas muy hermosas; abre los ojos y, no dejes de pasar cualquier oportunidad, por sutil que te parezca. Igual te están entregando el premio y no te das cuenta. Vive con esperanza; vive con ilusiones; vive por ti y, a ser posible, un poquito por los demás, ellos te lo agradecerán.
No caigas en los errores que otros te han precedido. Equivocarte es de humanos; levantarte, de seres geniales. Todos podemos caer, nada es más cierto; pero sólo los valientes se levantan. Si tomas lecciones de los que están a tu alrededor, sin pretenderlo, habrás logrado un éxito importante. Toda experiencia es válida, como toda sabiduría es poca. ¿Por qué piensas que se curan muchos enfermos? Sencillamente, porque albergan en su alma y en su ser, la esperanza de una vida mejor que, a través de sus sueños, al final, logran su cometido. Derrumbarse es muy sencillo; lo valiente es ir por la vida con el propósito de enmienda por lograr lo que otros sueñan y que tú, con tu trabajo y dedicación, eres capaz de lograr. ¿Crees que, alguien, lo que ha logrado, lo ha conseguido porque tiene tres brazos? De ninguna manera. Si te fijas, todos somos iguales; ante Dios y ante la vida. Las diferencias las hemos establecido nosotros puesto que, la vida, como tal, es perfecta. ¿Por qué culpamos a los demás de nuestros errores? No pierdas nunca la esperanza puesto que, sin remedio, ésa será tu tabla de salvación. Decir esperanza es tanto como decir un sueño y, ¿qué es un hombre sin un sueño?