Así es y la lucha es estéril. Los aficionados andan muy preocupados de lo que hace o deja de hacer El Pana o Morante de la Puebla, de que si José Tomás es dios o fraude; sin embargo, muestran poco interés y no hacen esfuerzo para rescatar la fiesta del hoyo profundo de la mediocridad y la corrupción en las que se encuentra; con ilusión se dejan deslumbrar con el oropel que no les deja ver la maraña engañosa y corrupta, tejida durante muchos años por los sinvergüenzas que viven del toro y de la ingenua pasividad del público que acude a la taquilla.
El lamentarse y llorar como niñas, como lo vemos hacer frecuentemente a unos cuantos, no soluciona nada; aplaudir a quien, aquí, allá o acullá, reclama se cambie la actual situación de las cosas no es para nada suficiente; hay que dejar el inútil como patético lloriqueo solitario para emprender la acción colectiva que permita lograr algún efecto positivo contra los apetitos pecuniarios de los mandamases de la fiesta.
En el Perú vengo incentivando a los abonados para que formen una sociedad que tenga la fuerza suficiente para enfrentarse y exigir a los taurinos (entiéndase: toreros, ganaderos, empresarios y periodistas venales) el espectáculo digno que nuestra plaza y afición merecen. ¿Cómo un grupo así podría poner condiciones a quienes se sienten dueños y señores de la fiesta? ¿Hablándoles al corazón del supuesto aficionado que llevan dentro? ¡Por supuesto que no! Habrá de acudir a la zona más sensible y delicada de su ser: el bolsillo. Es allí donde más les duele y allí están la razón y la inteligencia que gobiernan sus actos. Es por ello que, si no han escuchado jamás nuestros lastimosos lamentos, habrán de poner mucha atención para tratar de satisfacer nuestras razonables exigencias que, de no ser “razonablemente” atendidas, podrían traer como consecuencia el ausentismo masivo de los abonados a la plaza. Así de simple.
Algunas de las facultades que podría alcanzar esta asociación, luego de civilizado diálogo con las personas y autoridades adecuadas, serían: Aprobar o rechazar carteles; vetar toreros y ganaderías; tener mayoría dentro del jurado del Escapulario y de la autoridad fiscal del espectáculo con atribuciones de imponer las sanciones de suspensión o inhabilitación temporal o permanente para toreros, ganaderos y empresarios que infrinjan el reglamento o estafen al público con un espectáculo diferente al anunciado. Es decir, algo similar, pero mejor y con más poder, que un sindicato en donde los débiles se unen para hacer frente a una fuerza superior con intereses opuestos.
También las peñas, asociaciones de aficionados y los medios de comunicación de probada independencia (no mueva la cabeza amigo lector, algunos hay) pueden contribuir a las reformas del espectáculo para revestirla de la autenticidad y prestancia que debe tener, superior a la de épocas pasadas cuando, dejémonos de hipocresías, tampoco estaba ausente la picaresca y el fraude.
Buen ejemplo a seguir es el de aquel grupo de aficionados que con su “MANIFIESTO DE LOS AFICIONADOS POR UNA FIESTA INTEGRA AUTÉNTICA Y JUSTA” salen al frente para dar el pecho y luchar con agallas en pro de alcanzar un propósito que es el de todo buen aficionado que, lejos de quedarse con los brazos cruzados, debe asumir la responsabilidad que le corresponde para aunarse con voluntad y decisión al apoyo de tan buena como valiente iniciativa. El ejemplo en acción nos lo viene dando este grupo de entusiastas aficionados que ya tienen programado el IIº ENCUENTRO DE AFICIONADOS a realizarse en Zaragoza los días 26 y 27 de abril del 2008 en el que el tema central es, por lo demás, sugestivo: “La suerte de varas es el eje de la lidia”. Se anuncia el evento con un decálogo para lograr la regeneración de la suerte de varas y se dan a conocer las entidades y aficionados que apoyan la iniciativa. Es poco probable que mi salud y la distancia me permitan estar presente en tan importante cita pero, sin duda, participaré en él con una moción que ha sido y es mi predicamento desde hace varias décadas: La reducción del tamaño de la puya.