Los hechos, una vez más, vienen demostrando cómo está el momento ganadero actual. En Castellón y Valencia hemos tenido buena prueba de ello. Y, paradojas del destino: los ganaderos, inmersos en un conflicto estúpido, enzarzados en una guerra absurda, a pesar de todo, siguen sin querer enterarse de dónde viene el problema.Yo, de ser ganadero y propietario de la bazofia que se han lididado en estas ferias referidas, en gesto de rabia y desesperación, seguramente, me quitaba de ganadero de reses bravas. Ha sido una verguenza de estrépito cuanto hemos visto. Una vez más, toros de bonita lámina, preciosos, incluso con apariencia de toro de verdad, luego, a la hora de la verdad, eran burras fofas rodando por la arena. Luego, tras esta hecatombe, estos mismos criadores de toro aborregado, derrangado y heridos antes de entrar a matar, le siguen teniendo envidia a Victorino y a otros criadores de toros de verdad.Hay que ser muy torpe para caminar por senderos tan escabrosos. Y, como siempre, la pregunta seguirá siendo la misma: ¿ Por qué no se caen, entre otros, los toros de Victorino ? Diles, Victorino, por favor, a tus compañeros, la receta mágica que utilizas.
En honor a la verdad, convencido estoy, de que la receta debe ser muy sencilla. Quiero pensar que, al no prostituir Victorino ó Hernández Tabernilla y otros, la sangre brava de sus ganaderías, queda, por tanto, la base, que no es otra cosa que la casta de sus toros. Qué pena, ver la fiesta por los suelos por culpa de unos toros maltrechos y aborregados. Sus amos apelan por la enfermedad de los animales y digo yo: ¿ si es una enfermedad congénita de la especie, qué diablos ocurrirá para que ésta tenga lugar en unas ganaderías -siempre son las mismas- y no en todas ? Menuda pregunta para ser contestada.
Analizemos ahora a todos los culpables. ¿ Quíénes son ellos ? Evidentemente, todos cuantos propícian esta estafa del derrumbe del toro. En primer lugar, qué duda cabe, es culpable el ganadero por consentir la manipulación en todos los órdenes; acto seguido, los que mandan y ordenan al ganadero tal estafa ya que, de lo contrario no se lidia. Claro que, todo tiene un porqué, una causa, un princípio. Si el primer día en que los ganaderos, a cambio de dinero, se les invitaba a endulzar los toros, a quitarles casta, agresividad, pitones y demás componenetes de un toro bravo, éstos hubieran dicho que no, ahora, otra gallo nos hubiera cantado. Ahora, amigos, ya hemos llegado tarde. El mal ya está hecho. Ahora veremos quién es el valiente que arregla el problema. Pobres ganaderos. Ellos lo quisieron por el bien de sus amos y, en estos instantes, la solución no es posible. Esos mismos ganaderos, sumisos ante las pretensiones de sus amos, las figuras del toreo, han caído en la trampa. Les quitaron tanta casta a los toros que se han quedado sin nada; eso sí, tienen burras fofas que nadie las quiere.
Y en estas circustancias está ocurriendo algo muy lamentable y es que los toros, que a pesar de su borreguez siguen teniendo un gran peligro, eso sí, con el agravente de que éste no se palpa. Esto es lo peor que le podía ocurrir a nuestra fiesta de toros: que haya peligro y que nadie lo note. Ya es muy triste que desde hace ya muchos años, en las corridas estrella de las ferias nadie note ni palpe el peligro. Estamos ante una fiesta adulterada en que, como vemos, sólo se slvan de la quema los hombres que han mantenido inhiesta la bandera de su propia dignidad, sin pretender qué grado de bravura pueda tener un toro. Debemos recordar que, el toro, en sus distinto comportamiento, puede salir bravo, manso, aquerenciado y de mil maneras. Lo que nadie puede entender es la falta de casta y fuerzas de un toro. Eso es un fraude y una gran estafa hacia todos cuantos pagamos algunos miles de pesetas por presenciar una corrida de toros. Pagamos por una fiesta íntegra y nos entregan una fiesta diezmada, derrumbada y malherida por culpa de unos toros rodando por la arena. Así, a este paso, algún día, no se sabe cuando,el
aficionado empezará a cansarse y veremos luego quién arregla el problema. Mientras todo quede en una simple crítica, los responsables de semejante catástrofe se quedan impávidos. El dia que la gente deje de ir a los toros, seguramente, empezarán a entender el problema.