Acaba de terminar la llamada primera feria de la temporada taurina. Calificativo que se ha venido ganando desde hace ya bastantes años. Además, por si fuera ello poco, su cercanía con Madrid, en ausencia de festejos en su plaza Monumental, ha congregado de siempre una cantidad ingente de aficionados de marcado carácter riguroso y exigente. Por todo, bien le venía ese título de Primera Feria de España.
A su plaza han acudido siempre una mezcla de toreros en “edad de merecer”, es decir, jóvenes con justas y prometedoras aspiraciones y “merecedores a pesar de su edad”, siempre estos últimos tocados por las musas del bien torear pero toreando poco por no estar integrados en el carrusel de las ferias. Esas ferias llenas de nombres, aunque en muchos casos falten los toreros. Con esa mezcla de la que hablábamos de público en general y aficionados exigentes, ha sido norma ver lidiar toros auténticos en años pasados, si bien es una batalla que parece que se va a perder irremediablemente.
¡Más de lo mismo! Un grito que brotó de la garganta de la afición. Ni el siglo, ni el milenio, ni la autoridad, ni la madre que lo parió tiene intención alguna de cambiar el vertedero en el que han convertido la Fiesta. Siguiendo la estela de las ferias de postín, incluida Las Ventas de Madrid, Valdemorillo ha claudicado también a la lidia de despojos taúricos. Da lo mismo a qué ganadería pertenecen. Da ya igual quienes son los coletudos que han de matarlos, todo está consumado ¡ruina total!.
¡Y Europa sin enterarse!. ¿Qué fue antes la gallina o el huevo?. Esa es la pregunta. ¿Qué fue antes las vacas locas o los toros claudicantes?. Esa claudicación es el símbolo visible que tenemos los profanos, lo hemos visto en la “tele”, para reconocer el comportamiento de las vacas aquejadas por la EEB o enfermedad de las “vacas locas”. Sin embargo los aficionados ya habían tenido ocasión de ver esos comportamientos por todas las plazas de España. Lo que nadie dijo, ni sospechaba, era que se pudiera llamar “EEB”. Al primero que se le ocurrió decirlo, un castizo le contestó que esas siglas pertenecían a una razón social relacionada con los toros y que su significado era: “Empresarios Españoles Buenos”, es decir, la patronal de todos los empresarios taurinos.
Pues como decíamos esa ha sido la tónica de los toros y novillos lidiados. A pesar de que el personal estaba pendiente de eso de las orejas de trapo y los rabos de plástico, la artificialidad estaba en el ganado que se lidiaba cada tarde. La cabaña de bravo no tiene arreglo, o si lo tiene hay otros intereses que prevalecen. La temporada se va a caracterizar por la enfermedad de la claudicación pertinaz que hemos venido padeciendo en temporadas anteriores. Lo que es lo mismo, a una vaca loca corresponde un toro bobo. Como quiera que de esas carnes hemos venido comiendo en años atrás, no es de extrañar el comportamiento mimético de los asistentes a las plazas, todos “bobos”. Pagar por ver, no orejas de trapo o plástico, sino por ver toros enteros de plástico o de trapo.
De las actuaciones de los matadores, aunque sea de pasada, dejar constancia de algunos detalles que no pasaron desapercibidos. El cada día mejor gusto y maneras de torear de José Luis Bote, la siempre sorpresa de ver a un casi desconocido Alfonso Romero torear, ligando, estupendamente -una vez más se demuestra que hay muchos que no conoce nadie que torean mejor que los que lo hacen todos los días- y apuntando un excelente corte torero. También recogemos los detalles de torería de Frascuelo, quien se llevó un buen golpe que le partió los huesos propios de la nariz. El manejo del capote de Pauloba tuvo algún momento inspirado, pero sin más.
Poco, muy poco que destacar en cuanto a la labor torera. Bien por la invalidez de unos, bien por lo descastado de otros, la realidad es que poco se pudo ver. Eso sí, la afición si pudo ver y constatar que tal como reza el titular: ¡MAS DE LO MISMO!. ¡Qué temporada nos espera!.