Estallaron una tras otra cada una de las bombas que con macabro disimulo habían depositado en los trenes los asesinos terroristas. Sembraron la muerte, el terror y el caos que pretendían; o quizás no. Quizás pretendían algo peor, como hacerlo coincidir cuando el tren estuviera parado ya en el andén de Atocha. La muerte, el terror y el caos hubiera sido mayor y hubiera triunfado aún más el delirante objetivo asesino de los descerebrados que planifican las barbaries.
En silencio, sin despejar las “telarañas” que a esas horas impiden casi abrir los ojos, una legión de honrados trabajadores realizan el recorrido diario, camino de su salario. Un salario de esperanza, no de miedo. Ajenos al destino que una pandilla de salvajes les tienen preparado, hacen balance de lo logrado hasta hoy en su lucha diaria, pero esperanzados con lo que, trabajando duro, les reparará el futuro. Un futuro que será de sangre y de muerte por decisión de quienes piensan que tienen en sus manos la llave de los sueños, sus locos sueños. Lo de las llaves ya no es metáfora. Uno que se sienta a tomar café con ellos, ya las enseña para publicitar sus objetivos.
La sociedad española, -he dicho bien, española- que representa el pueblo de Madrid, se dispuso a dar lo mejor de sí mismos para atenuar en lo posible el dolor y la matanza que habían sembrado a esa hora temprana los bestias de las bombas. Una sociedad, no suciedad como ellos, que sabe bien lo que es la lucha diaria por la libertad y el trabajo. Una sociedad que no hace juegos demagógicos con sus pretensiones, sino que se apresta a ello sin ambigüedad ni vacilaciones. Y dieron una lección de solidaridad. No la de la boquilla, sino la de la entrega, de la serenidad, de la donación de sangre, etc. Esa es la verdadera razón de la libertad; aquella que te permite ser solidario con los demás por sentimiento y no por imposición.
Y aparecieron los líderes políticos y fue irreprochable su mensaje. Llamazares nos dijo que esto es una salvajada y que hay que estar en el lado de los demócratas, pero no dijo nada de un tal Madrazo, que se ufana del protagonismo que le han cedido los nacionalistas vascos y es compañero de consejería con quien -Azcárraga- duda de la actuación policial de hace unos días, cuando se impidió que la bomba llegara antes a Madrid.
Y Zapatero perfecto, el que todos queremos, pero sin mandar a hacer puñetas al cara del Rovira y el pacto de su PSC con los ERC. Pesada carga que le liberaría de la indignidad que supone sentarse y vivir, su partido, cerca de quien no le importa tomar copas con los asesinos, aunque, eso sí, se niega al diálogo con el Gobierno o el PP. Otra oportunidad, ahora de oro y justicia para con los fallecidos, heridos y familiares, de cambiar el errático proceder pactando con quienes quieren a España a otro lado de un mapa. Un mapa que ya miran con cuidado los que ponen las bombas. Por eso llegan a Madrid a dar la puntilla a tantos trabajadores, cuyo único delito era ser españoles, residentes en Madrid y no estar a la hora “H” paseando por Las Ramblas o en la estación de Sants.
Es tan indigno el paisaje que supone esta masacre para cualquier bien nacido que no es posible “chupar y soplar al mismo tiempo”. O con los que quieren a España o con los que quieren su quiebra o desaparición. Yo hago un esfuerzo y les creo Sres. Zapatero y Llamazares, pero ni un día más. No podría sentirme español, sabiendo que quienes me gobiernan se permiten el lujo de hacer “manitas” con unos líderes de barrio o cosa así. Mírenlo de esa manera, pues no otra cosa representa esa ERC con su “Cara Rovira” al frente de un grupo de ciudadanos que no llegan más allá que la población de los pueblos o barrios que usan esa línea de cercanías que ETA ha masacrado. ¿Con esos mierdas de líderes hacen pactos?. Pocas miras son esas, y exiguas sus pretensiones políticas, para aspirar a gobernarnos a todos. En esas condiciones, yo no me dejo. Prueben otra fórmula con sabor español y serán más serios y más creíbles.
Pero, con todo, la responsabilidad es de quienes ponen las bombas, se regocijan de ello y no encuentran en su miserable vida otro camino ni objetivo. Varias veces me lo he preguntado: ¿cada uno de ellos tendrá madre -que diría el admirado Gila- y los alumbró en un parto?. Madres que nunca aparecen en pantalla como aquellas otras doloridas que sufren el azote asesino de sus hijos. Será, quizás, que ellas ya sufrieron un dolor inmenso el día del parto al parir esos monstruos de la bala y el titadine. Bastante dolor debe ser el parir un vil asesino, aunque les quede el derecho -que les ofrece la democracia que odian- de visitar a sus presos con la inestimable ayuda económica del Gobierno Peneuvista y de Madrazo.
Junto a estas víctimas inocentes, a mas no poder de inocentes, estaremos los ciudadanos que de verdad vivimos con los sentimientos. Los políticos deberán dar la misma imagen de unidad, respeto y solidaridad que ha dado el pueblo de Madrid. Olvidar los atajos que no conducen a la erradicación de la lacra terrorista y claridad en lo que les pide la sociedad. Por más que se empeñen, el domingo no les van a decir que pacten con el “Cara-Rovira”, seguro. Eso será una interpretación suya e interesada. Las urnas no dan tan nefastos mensajes, se lo aseguro. El futuro no pueden marcarlo unos “chulos de barrio”, sino el conjunto de los españoles.
P.D. Al terminar estas líneas, se admite una posibilidad de que los autores de la burrada asesina pudieran ser una facción islamista. Nada cambia el sentido de lo escrito. Primero, por ser igual de condenable el terrorismo de un lado o de otro; las víctimas no han sido preguntadas quién querían que les matara y, en segundo lugar, por que ese cambio de asesinos no justifica las acciones de los “amigos” de los terroristas etarras aquí relatados. Por tanto, sean quienes sean los culpables, reciben nuestra más enérgica condena. Pero las veleidades de cuantos hemos citado son hechos probados con anterioridad a lo escrito y por tanto, no fiables sus protagonistas. El hecho de que todos, desde el principio, pensáramos en ETA es la consecuencia lógica de su depravado currículo y ése ya es sabido por Roviras y Madrazos que les tienden puentes, aunque sí puedan ser ellos los culpables finales de la matanza.
