En estos días el toro ha recuperado mucho del tiempo perdido en cuanto a ser él el protagonista de esta llamada Fiesta. No es baladí esta circunstancia, pues con ello se recupera en buena medida el hablar de quien a la postre es el eje para que esto sea, y pueda seguir siendo, una fiesta incomparable.

Nunca como ahora hemos enlazado artículos dándole al toro su sitio. Se debe a varias causas, pero curiosamente la más importante no es que hayan aparecido imágenes o noticias de que en tal o cual sitio se han lidiado toros impresentables. La más importante, sin duda, es que se ha creado conciencia de que eso, el toro disminuido en una u otra forma, es inadmisible ni por un minuto más.

El Toro con mayúsculas circula en boca de todos, o casi todos; circula entre  muchos de los que escriben, cuando eso era casi un tema tabú. Miles de crónicas adorando al “becerro de oro”, nunca mejor dicho, pues con ese becerro se hacía de oro una y otra figura.

Pero han llegado tan lejos, se venía advirtiendo desde tribunas serias y comprometidas -aunque no en otras que ahora también se apuntan al carro de la protesta-, que no debería tener marcha atrás. O se torea el toro en plenitud, el íntegro, o mejor que se vayan a sus casas esta panda de toreritos idolatrados que no valen ni para dignificar la profesión que les ha hecho ricos.

No me olvido de los aficionados, esos elementos a los que solo se les deja participar pagando, pero a los que se les pide que no abran la boca. Si no la abren se consuma el fraude. Véase la vergüenza de Lima por callar, por consentir. La misma ganadería sirvió los productos para que se “lucieran” los monstruos del toreo. En un caso, Guadalajara, los aficionados dijeron que no y tiraron para atrás las miserias que salieron por toriles y, en el otro, se consumó, encima con regocijo, la muerte del principio de la Fiesta. Si la fiesta ha de sostenerse con las más altas cotas de verdad, allí sólo había mentira, tongo.

Los aficionados parece que reaccionan y nos congratulamos por ello. Décadas llevan unos en Madrid, los del siete, siendo objeto de todo tipo de críticas e insultos. La encuesta que en su día servimos en OyT, dejaba claro que el deseo es que ese espíritu crítico y de exigencia debería forjarse en cada plaza. Ese es el camino, exigir primero toro y, tras de él, el toreo hecho y ejecutado en plenitud, sin ventajas.

Nosotros no nos apuntamos a ningún carro, nadie como nosotros tiene por bandera, donde otros colocan ventas de productos, la venta de nuestro objetivo. Ninguna publicidad nos ha llenado más y nos ha dado menos, pero queda claro por qué optamos a la hora de ser aficionados a la par que hacemos periodismo, información taurina.

Bienvenidos todos a este proyecto ilusionante, además de imprescindible, para sostener la Fiesta con mayúsculas. Dejemos ya de dar coba a quienes pretenden decirnos que el toreo se ejecuta sin toro delante. Ciérrense las plazas para quienes así quieren decir que alcanzan la gloria y bien podríamos abrirlas además de a los toreros que saben y asumen el papel que les toca delante del toro o, en cualquier caso, para torear esos animalitos que nos pongan delante de ellos a viejas glorias que por  lo menos dejarían muy claro cuál es el toreo eterno.

Estamos de enhorabuena señores aficionados. Los que siempre mostraron esta exigencia porque dejarán de estar solos y los que se aproximan, a través de la visión vergonzante de los insignificantes animalitos lidiados en América, porque podrán presumir, a partir de ahora, de ser aficionados a los TOROS, con mayúsculas.