Aún cuando no me fue posible acudir a presenciar su actuación el pasado domingo, -estaba a más de cuatrocientos kilómetros- si tuve la previsión de pedir me grabaran la retransmisión televisiva de la corrida. No es nada habitual que uno escriba sobre lo visto por televisión y, mucho menos, hacerlo a días del acontecimiento cuando todo el mundo sabe, por visto y leído, lo que pasó. Pero tras ver el video, sí me merece la pena realizar algunos apuntes.
Primeramente, hay que decirlo de inmediato, ésta no fue la corrida de seis toros del pasado mes a la que no llegó Morante. En esta, sí llegó Uceda. Y no es baladí esta afirmación, pues sobre ese hecho: el llegar, necesariamente, habrá que construir los argumentos. Si en la plaza no aparece el actuante, difícilmente podremos dar cuenta de lo sucedido, que tal fue el caso precedente.
Uceda llegó y se notó en el ruedo. Su presencia fue latente y en todo momento dejó de manifiesto una disposición inequívoca. Otra cosa fue el juego de los toros y las posibilidades que pudieron brindarle, que en su conjunto fue como apunta el título de esta crónica: medias y enteras.
Todo en la tarde fue así, medias y enteras. A medias y a enteras se jugó la corrida. Y no fue malo y, además, nos apuntamos a ello todos los días. No sería un triunfo redondo, entero, pero sí lo suficiente para no dejar a medias las expectativas de todos. De la actuación, de lo mejor, sus medias con el capote y sus enteras con la espada, pues enteras fueron las estocadas con las que despachó a los seis astados.
Lo que no dejó a medias fue su determinación para hacer las cosas de veras, auténticas y ello tuvo el reflejo en los tendidos, donde poco o nada hubo que reprocharle al conjunto del festejo. La presentación del ganado, adecuado para el día y su juego, como hemos dicho, suficiente para dejar constancia de quién es Uceda Leal en este momento, pero insuficiente para redondear un triunfo apoteósico.
Él estuvo entero, a pesar de que el último intentó que no lo estuviera, y los toros solo a medias. La plaza no se llenó entera, pero tampoco estuvo a medias. Es decir, tres cuartos. Y con este juego de palabras podemos seguir para decir que, como él hizo, a Madrid no se viene a medias y que a otros hay que decirles que si te enteras?.
Actuación importante de Uceda, que nos deja abierta la puerta para esperar mucho más de su madurez y disposición. Es de los poquísimos que intenta torear de y con la verdad por delante y sin hacer alardes de pinturerías artificiosas; denota y presenta un toreo auténtico y profundo. ¡Ah! y deja los pies quietos y adelanta los engaños que no es poco en esta época de monserga, además de ejecutar la suerte suprema de forma extraordinaria. A la vista de lo que ofrece el serial de San Isidro, me alegra saber que merece la pena ir a verle torear. Gratificante contar con un torero al que merece la pena ir a ver. Además de torear bien, te garantiza las medias y las enteras.