La conmemoración de esta fiesta, viene dada desde el principio del cristianismo. Quiso alguien, con muy mala leche por cierto, llamado Herodes, que todos aquellos recién nacidos fueran degollados sin excusa ni pretexto. El temor, de aquel rumor fundado, sobre el nacimiento de quien era y sería el Rey de reyes, le hizo tomar tan macabra y cobarde decisión. De esa manera, no habría más rey que él. Evitaría, siquiera competir, además de echar una cortina de humo sobre las esperanzas de tantos seres a los que venían a redimir. Cuanto menos vieran y conocieran, mejor. Es, sin lugar a dudas, una de las más ciertas maneras de eliminación del enemigo, por el método que sea, que nos ha dado la historia. Imitadores, después, en todos los campos, ha habido muchos.
No crean nuestros lectores que nos hemos vuelto locos, o que se trata de una broma propia de este día. Nada más lejos. Estamos cuerdos. Tras la serie romántica, pero rigurosa, de La Reserva del Toreo, recobramos el pulso de la actualidad taurina. A ella habrá que aplicar nuevamente el rasero, para con él analizar y valorar lo que de bueno o malo tiene el mundo de los toros. Los lectores, podrán reconocer la firmeza de la pluma y la esperanza que anima cada escrito en busca de la verdad perdida.
La noticia de este final de año 2000, de Diciembre en concreto, tiene nombre de medicina, de farmacia, de actividad veterinaria. Otros dicen que tiene nombre de droga. Nuestros avispados lectores sabrán, seguramente, quedarse en donde su sagacidad y conocimientos de nuestra Fiesta les diga. Es decir, me permito resumir en nombre de todos: Qué pesados están unos cuantos listos con lo de que se drogan los toros. Eso es lo normal pensar en estos casos. Existe una mafia, una conspiración periodística, que apoyada en su frustración permanente, odian cuanto ignoran, pues de toros y toreros no tienen la menor idea. Dan rienda suelta a un sensacionalismo barato para justificar todas sus miserias. En el fondo, y en la forma, son unos envidiosos de aquellos que por sus conocimientos y formación ocupan los puestos mejores en el periodismo taurino. A eso se le ha llamado siempre, mediocridad. Se apoyan en este tipo de noticias para dar rienda suelta a todas sus maldades. ¡Ah! Se me olvidaba, el nombre de marras es: FENILBUTAZONA.
Como ya sabrán, los resultados del informe en el III Encuentro Mundial de Veterinarios, demuestran que del total de reses bravas analizadas, en un 20% se encontraron residuos de ese fármaco antiinflamatorio, que se utiliza para aliviar dolencias físicas, como golpes o cojeras leves. Pues a este resultado, que viene a determinar que el 80% no tienen cojeras ni golpes previos a la corrida y por ello no se les da el fármaco, llegan unos cuantos desaprensivos y dicen que la Fiesta está muy mal, que esto es la demostración palpable de que se drogan los toros. ¡Qué mala fe!. Dicen los expertos que en 72 horas desaparecen los efectos y ello viene a demostrar que a ese 80%, si se les administró el Fenilb...., fue mucho antes de los tres días previos a la lidia del animal, para que llegaran en perfectas condiciones. Sin embargo, los mal pensados dicen que ¡joder! qué cuidadosos y celosos de su trabajo son los ganaderos, para estar pendientes en esos tres días de las cojeras y de los golpes de las reses a lidiar, al menos en ese 20%, que prácticamente ya están en el camión o en los corrales de la plaza y, hasta en los chiqueros. De todas formas, no saben como armar bronca los pobrecitos, envidiosos ellos.
Traigo aquí la valoración que hace, con sano juicio, Alfredo Casas en El Correo del Pueblo Vasco. Tras informar sobre los resultados del citado III Encuentro Mundial de Veterinarios, expone: “En cambio, quienes persiguen legítimamente el fantasma de la droga en el toro bravo, han encontrado un nuevo y frágil argumento que les permite continuar su campaña de desenmascaramiento del supuesto fraude. Empecinados en demostrar la adulteración y manipulación del comportamiento del toro bravo, que en nada beneficia a los matadores de toros necesitados de la movilidad y fija colaboración de su oponente o a los ganaderos de bravo que ansiosamente buscan las embestidas de encastado brío, los cruzados de la Fiesta se aferran al uso de la fenilbutazona, un fármaco, un medicamento, como origen del fraude de la Fiesta. No sólo confunden el concepto y objeto de los fármacos y de las drogas, sino que también acusan sin pruebas fehacientes, a quienes seguramente no desean la manipulación del toro bravo de lidia. Ya tenemos culebrón para todo el invierno”. Esa es la realidad. Queda claro que esto no beneficia a toreros y ganaderos. Todo es un montaje, una conspiración, con la complicidad de quienes han hecho ese estudio y, lo que es peor, darlo a conocer, difundirlo para que le saquen punta los desaprensivos de siempre.
Decíamos al principio, que la fiesta de los Santos Inocentes, recuerda a todos aquellos que fueron sacrificados en aras de un malvado objetivo por un solo hombre. Hoy, hay muchos mas hombres que no dudan en sacrificar lo que sea para que prevalezcan sus intereses, incluida nuestra querida Fiesta. No les preocupa que haya inocentes, si con ellos hacen valer su metódica farsa. Entre nuestros lectores, digo yo que, habrá algún cándido inocente, pero una cosa ya es segura, Alfredo Casas es merecedor de ese título: Inocente. ¿O no es inocente?.