Se le esperaba, pero no llegó. No llegó, Don Joaquín. Hasta ayer, día 10, en que se cumplían dos años de nuestra orfandad por su pérdida, se pensaba que podía llegar, pero no llegó. Lo que llegó, Sr. Vidal, fue el sucedáneo en que se convirtió esta fiesta, años atrás, a pesar de su denuncia constante. Nada cambia y si cambia es para mal, Don Joaquín. Pero lo prometido es deuda, y vamos a seguir por la senda que usted marcó: defender la autenticidad de esta fiesta secular, tanto más si, como parece, le van a salir detractores y antitaurinos por doquier. Sobre este último tema, le bastará leer mi trabajo anterior: CAROD ROVIRA “EL PUNTILLERO”.
Quisimos, hace más de un mes, valorar y subrayar el anuncio de encerrarse con seis toros de Morante de la Puebla en Madrid. Lo hicimos con objetividad, valorando los aspectos positivos y, también, aquellos otros que pudieran ser causa de caer en la tentación de hacer las cosas al revés. Y terminábamos por decir que: “¡Ojalá! de todo ello podamos felicitarnos ese día. Falta le hace al toreo y a la Fiesta que haya acontecimientos serios e importantes. Manifestaciones acordes con la verdad y la autenticidad del Arte de Torear. Pero también va en ello el prestigio de esta fiesta secular y precisamente por todo esto es por lo que hace falta que nos tomemos en serio estos acontecimientos. Si van y llegan en la dirección adecuada, bienvenidos sean; si por el contrario van en la dirección de la farsa del medio toro o toro blando, del toreo de ventaja o solamente pinturero y de posturas cañí, tendremos que lamentar, una vez más, que se tome a esta afición y a esta plaza como rehenes para los intereses oscuros de unos cuantos.
Un gesto será si, además de venir y traer este cartel, tras su desarrollo íntegro, llegamos a la conclusión de que hasta aquí pudo llegar, felizmente, el toreo auténtico. ¡Qué menos debemos pedir!. ¡Qué menos podemos exigir!. Lo demás sería un fraude.”.
Fraude, lo que se dice un fraude, no podremos calificarlo así, aunque hubo toros inválidos e impresentables. Pero defraudados sí que salimos todos. Tanto los aficionados conspicuos, como los seguidores del torero que los hubo y a montón, así como público en general, que casi consiguieron llenar la plaza y todos, todos, salieron defraudados del festejo. Lo de menos fue el frío reinante. Lo peor fue la fría actitud del torero ante unos astados elegidos para la ocasión, como siempre los suelen elegir: cuanto más blandos y tontos mejor. Lo que en Madrid, suele ser siempre, peor, a pesar de que hubiera mucho público aplaudidor. Pero esta torpeza, utilizada siempre como ventaja a priori, no es achacable al aficionado de Madrid. Si en lugar de toreros, quisieran ser campeones de torpeza, en eso sí que ganaban.
Al triste Morante, a pesar de las esperanzas soñadoras de Luis Plá, no lo vamos a descubrir hoy. Es triste a más no poder. A veces, solo a veces, lo adereza de ciertas formas toreras que seducen a quienes estamos hartos de toreros en serie, pero dichas formas no suelen ir acompañadas ni de fondo real, ni de fondo físico, ni mucho menos anímico. Vamos, una joya. Y lo sentimos, porque puestos a ver torear, le preferimos a él que a otros muchos, pero el que primero se tiene que aprestar a torear es él. Si además para la ocasión se trae el ganado blando y tonto reseñado, pues ustedes me dirán qué se puede esperar: la conjugación de la nada.
Don Joaquín, mi respetado maestro, ya lo ve, mi deseado ¡ojalá! se quedó en eso, en conjugación de la nada. Le podría contar que dio algún pase de pecho de categoría, alguna trincherilla o cambio de mano saleroso y pinturero, pero tanto usted como yo hemos visto lidiar corridas de seis toros a D. Antonio Bienvenida o Paco Camino, por ejemplo, y no hay color. En aquellas, se aprovechaba no solo para triunfar, sino para dar un curso de torería, suertes y recursos toreros; incluso de formas de entrar a matar. ¿Recuerda en el año 1970 al maestro de Camas? . ¿Qué como mató Morante ayer? Mató de risa, sencillamente. El más muerto que había en la plaza era Morante, se lo digo yo. El director de su banco, será el único que no me de la razón.
Pues esto fue todo. Ni tan siquiera un quite, -aunque fuera por los sobresalientes- ni eso. Nada. Solo dos trabajos escritos para quien me quiera leer. Uno que viene y otro que no llegó. Yo creo que entre los dos, uno se puede hacer a la idea de cómo está la fiesta. Lo que sobra y lo que falta. Al menos yo, he aprovechado para honrar su memoria, Don Joaquín. Usted si que fue un maestro, ¡qué digo! un torero comprometido. Fue el que nos enseño cómo hay que poner la pluma: de frente y con la verdad por delante.