Es cierto que para ejercer como matador de toros, el Reglamento exige, entre otras cosas, tomar la alternativa. Es cierto, pero solo a medias. Me explico. Hace falta tomar la alternativa, pero no necesariamente una alternativa taurina. Basta con que sea alternativa, aunque ésta sea política. Pero para ejercer de puntillero, ningún reglamento condiciona la celebración de ceremonia taurina. Solo, si se quiere solemnizar el acto, basta con acudir a Perpiñán. Allí dos famosos puntilleros, dos figuras de la especialidad, “Chiquito de Ternera” y “Morenito Antza”, te avalarán para siempre en el oficio. Un oficio y un objetivo siniestro: dar la puntilla a cuanto huela a España.
La alternativa la proporcionará siempre un Clos, -he dicho Clos, no confundir con un clown, siempre más digno- que no hará ascos a colaborar con la “Peña ERC” que es quien maneja el cotarro. Esta Peña, tan antiespañola ella, pretende desde todos los ángulos apuntillar y sepultar cuanto le huela a español y cuenta con la inestimable colaboración de un grupo político llamado español.
Y llegó el tal Clos y decretó, apoyado e inducido por la Peña, que había que hacer una votación en el Ayuntamiento de Barcelona para declarar las corridas de toros como indeseables para la ciudad que dirige. Instrumentó que había que realizarla en voto secreto -sería para evitar que quedaran con el culo al aire las discrepancias personales y de partido de su sumisión a la Peña- y se quedó tan ancho.
Y como quiera que la votación no podía ser otra que la que la Peña propuso, apoyada por otras peñas, no menos peñas, pues hete aquí que ya tenemos a la ciudad de Barcelona a la cabeza de la manifestación contra la Fiesta Nacional -sí, con mayúsculas- de España; esa España que les da grima a los progres pronunciar y propician estos hermanamientos con quienes no solo desean borrarla sino que, taurinamente hablando, apuntillarla.
Dicen que puede “... herir la sensibilidad de las personas que las contemplan”. Más, mucho más, hieren los de la “Peña ERC” la sensibilidad de los españoles que contemplan tantos agravios y descalificaciones a todo lo que huele a español. Ahora los toros ¿y mañana qué?. La debilidad de un partido llamado español, está propiciando este desvarío nacionalista. La necesidad de sentirse apoyados por esa Peña, está invadiendo cada una de las competencias que solo corresponden al pueblo español y que no pueden transferirse ni delegar. O se defiende en todo lo que representa España, o nos vamos a la mierda con toros o sin ellos.
El tal Clos, no hace mucho, estando Maragall de alcalde de la ya famosa antitaurina ciudad, apoyó la concesión de la medalla de la ciudad al maestro Joaquín Bernadó. Claro, eran tiempos en los que todavía no ejercía la “Peña ERC” como dominante en esa ciudad y región. La contradicción que nunca abandona a estos mercachifles de la política, ha llegado hasta el tema taurino.
Como suele decir Gregorio de Rosario, la culpa de todo la tiene el PP. Y tiene razón. Si tuvieran en Cataluña más votos que el PSOE, nunca se hubiera podido aprobar esta declaración, ya que como grupo fue el único que no la apoyó. La “Peña ERC” va a seguir y no se va a quedar en declaración, ni esto ni nada, y presionando como saben hacer y a quién, lograrán que el Gobierno de la Generalitat, declare ilegales las corridas de toros. Solo hace falta esperar. Su hambre para devorar a España no tiene fin, mientras se lo permitan y les rían las gracias.
La verdad es que no será muy progre una corrida de toros, pero dejen que seamos los españoles, si queremos, los que acabemos con ellas. Claro que para eso hace falta que sigamos siendo españoles. Y esa es la duda.