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Antolín Castro |
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España |
[
12/10/2003 ] |
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No pudo ser. Esta vez no pudo ser. La corrida de Victorino, que como siempre cerraba feria, no pudo ser el broche que tantas veces ha supuesto para esta plaza y esta denostada fiesta. En esta ocasión nada vibró como otras veces y esto fue así pues nadie parecía querer que vibrara especialmente. Si acaso, al final, un arrojado Ferrera, tras un trasteo desigual ante un toro reservón, pero noble para dar y tomar, apretó el famoso acelerador de su “ferrari” y con aguantar impávido un parón que le puso el afilado pitón en el cuello -que nos movió a todos menos a él- y la espectacular estocada que cobró en un toma y daca del que salió espectacularmente volteado, le fue concedida una oreja pedida, si bien contestada por quienes consideraban que no hubo la faena posible y solamente un más que voluntarioso trasteo. A ello habría que añadirle, en cuestión de meritos, un apretadísimo par de banderillas por los adentros a un toro que para que se moviera, hacía falta mucha provocación. Ese toro, dio, en buena medida, la media de la tarde. Pues el resto de los lidiados, fueron todos diferentes, sin que hubiera que destacar ninguno de vuelta al ruedo, ni ninguna alimaña singular. Hubo noble y suave como el primero, además de chico; encastado como el segundo, para el que hacía falta con la muleta la misma firmeza y determinación que utilizó Uceda Leal con los lances de recibo, el toreo mejor de la tarde; hubo hasta flojedad en alguno que debió ser devuelto a los corrales. Pero no pudo ser: hoy, 12 de Octubre, Florito estaba celebrando fiesta, la Fiesta Nacional, pero no la de los toros, que esa ya sabemos que es, por desgracia y abandono, con minúsculas. En el caballo, también tuvieron todos los comportamientos, si bien, como ya hemos dicho, ninguno llegó a ser un ejemplar completo. Quiso Ferrera ofrecernos esa posibilidad en el sexto y se encontró con el toro más parado de la corrida. No fue al caballo porque no quiso, del mismo modo que a las banderillas tampoco quiso acudir. Sin embargo en el anterior de Ferrera, fue el Sr. Lamarca el que nos privó de ver un tercer puyazo en el toro que más dio la medida en el caballo. Cosas del Sr. Presidente. No pudo ser. No puede ser, más bien, que en el cartel entre de rondón un torero sin capacidad, ni ilusión para saber que está en Madrid. Caballero es una sombra de sí mismo, un torero tristón y aburrido a no poder más. Más no se puede quejar, a sus manos fue a parar el dulce bombón primero que se dejaba hacer lo que se quisiera hacer con él. Tanto se dejaba hacer, que no se le veía peligro alguno, y ahí es donde tiene que aparecer un torero de verdad e inspiración, no un pegapases vulgar, frío y simplón. Esas cualidades atesora y por ello no caló su simplísima actuación y para enfadarse con el público que no se emociona con lo que hace, lo mejor no es precisamente descararse con él; con el que hay que descararse de verdad es con el toro y hasta todo puede cambiar. (Recuérdese a estos efectos a El Juli en San Isidro, quien después de descararse, enjaretó sus mejores muletazos de la tarde). Enfadarse y seguir igual es sinónimo de incapacidad. No pudo ser que Uceda no continuara con la muleta lo que cimentó con su capote. Este torero, -se le puede llamar así, pues lo es- deja pasar muchas oportunidades por falta de una mayor decisión. En San Isidro, se le fue uno de los toros más bonancibles y que fue premiado con la vuelta al ruedo y hoy debió de imponerse él a un encastado toro con el que se habría encumbrado. No era fácil como aquél, pero ahí esta la historia que premia a quien da el paso p’adelante y no p’atrás. Además mató bien, como es costumbre, a sus dos toros y esa seguridad con la espada es la que debe darle confianza para presentarse a ellas con la realización de faenas macizas, que un torero como él puede y debe hacer. No pudo ser. Y en el otro ya era imposible triunfar. A este torero no le decimos que es triste o aburrido, pero algo más de chispa y decisión hay que poner: como con el capote; lo hizo él, no me lo invento yo. No pudo ser, que la fiesta recuperara algo en este festejo de cierre. No pudo ser. Victorino, nos hemos acostumbrado, siempre nos vitamina para seguir y en la próxima feria volver, pero en esta ocasión nos ha dejado en empate técnico. Y no nos podemos conformar, simplemente, con la lidia completa de la corrida, pues hubo bula y dieron descanso a Florito, pues uno por flojo y el primero por chico, en otras tardes hubieran ido a los corrales. A la salida, no había satisfacción y entre los que refunfuñaban de la oreja concedida y los que mantenían que Caballero se tenía que haber quedado en Albacete, no había hueco ni para recordar un tercio de varas o un toro fetén. No pudo ser, pero todos los que intervinieron, toros y toreros y hasta el presidente, nos pudieron dar un poco más. Sólo nos queda esperar cuarenta corridas más para que Victorino nos pueda dar alguna alegría. Entre tanto, sabemos lo que nos espera. Y si no lo saben, lean la relación de ganaderías prohibidas que tiene publicada La Asociación del Toro de Madrid, que seguro serán esas las que van a contratar para lidiar en Madrid. |
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