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Antolín Castro |
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España |
[
05/10/2003 ] |
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F.O.03 - NADA QUE PROTESTAR |
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Aunque parezca mentira, nada hubo que hiciera protestar a los aficionados en esta corrida -hoy sí- de toros. Bueno, es de justicia resaltar que a algunos picadores, sí. Pero nos referíamos en el titular a la presentación, juego y desarrollo del ganado durante la lidia. Nada que protestar. Cuando se viene, deliberada e interesadamente, acusando a la afición de Las Ventas de ir a reventar o de haber perdido el norte y otras lindezas por el estilo, lo cierto es que nadie revienta nada y mucho menos tienen perdido el norte. Lo que si tienen es perdida la paciencia, dada la abusiva presentación de ganado no apto para la lidia y toreros no aptos, tampoco, para la misma en plenitud; es decir, con toro-toro. Luego el toro será de una condición u otra y eso es lo que habrá que resolver. Un enigma y un problema que hoy desgraciadamente ya no se da. Los llamados toreros llegan a la plaza con la muleta ya en la mano para empezar a dar muchos pases a su antagonista: un toro inválido y colaborador. Ya no hay nada que resolver, todo está previsto: toro blandito que se cae y torero posturitas que intenta tenerlo en pie: la tauromaquia del siglo XXI. De vez en cuando, solo de vez en cuando, sale por chiqueros una corrida de toros como la de hoy. Una corrida a la que se le puede llamar normal. Una corrida portuguesa de Palha de gran trapío, de defensas desarrolladas, pero con el peso justo, -unos 525 kg. de media si mi memoria no me engaña- que desmiente una vez más a quienes culpan a la afición de Madrid de pedir un toro pasado de kilos. Bella estampa de las reses portuguesas e interesante el desigual juego ofrecido. Un muestrario de comportamiento que ha ayudado a mantener el interés durante el festejo. Por supuesto, ni se cayeron, no hubo graves sospechas de afeitado, ni hubo que cambiarlos corriendo al primer picotazo, -todo lo contrario, a alguno se les dio en exceso- ni se derrumbaron durante la lidia, ni dieron facilidades excesivas para que los toreros pusieran posturitas, ni tantas otras cosas lamentables que cada día se dan. Pidieron atención, mucha atención a lidiadores y espectadores. Para el resultado final, se contó con el enemigo mayor: el viento huracanado. Este si que frustró expectativas. Con un día diferente, los toros y los toreros hubieran podido lucir distinto en los medios, pero hoy no pudo ser. En otros festejos, con el toro tonto, solo afecta a la estética del torero, hoy afectaba a eso y algo más, un riesgo real ante unos toros listos y con gran acometividad. Aún así hubo toro para triunfar a lo grande, un quinto de gran repetición y nobleza ante quien su matador, Dávila Miura, se vio desbordado de forma permanente. Dios te libre de un toro bravo, dice la frase popular y se hizo realidad. No se entendió, no se acopló y en todo momento perdió la pelea con el gran burel. Cierto que sin viento las cosas podían haber ido mejor, pero a pesar de ello pudo y debió estar mejor. El toro lo merecía y sus ganas y buena voluntad no fueron suficientes. Faltó técnica, oficio del de verdad y mejores condiciones toreras para qué nos vamos a engañar. El resto de la tarde transcurrió con momentos de interés, ya dicho por las cambiantes condiciones de los toros, y las ganas y dificultades de los toreros para salvar los dos enemigos: toro y viento. O viento y toro, que de todo hubo. Donde el viento no hizo mella fue en el tercio de banderillas del primer toro de Esplá, resultando emotivo y natural, sin las grandes efectividades de otras ocasiones. En este toro, destacó enormemente El Boni, al lidiar a una mano con gran efectividad y lucimiento. Luego en el otro, El Boni banderilleó con la misma eficacia. Como siempre estuvo Esplá muy atento al conjunto de la lidia y profesional en las dos faenas a sus complicados toros. Con la espada muy mal. Jesús Millán estuvo entregado y valiente toda la tarde, pero no encontró ni el toro ni el momento para poder lucir más. Tarde entonada dadas las dificultades mencionadas del viento y de unos toros, que no vinieron a colaborar de gratis con sus lidiadores. El viento, repetimos, limitó mucho otro tipo de actuación. Si las corridas de toros son como la de hoy, acaba el fraude, interesa a la afición, acaban todas las protestas que ponen atacaos a los palabreros y voceros de la cuerda de los toreros, pone a cavilar a los toreros y si logran triunfar -como debió hacerlo Dávila Miura- esos son los triunfos incontestables. Como ayer, como siempre. Como hoy no lo es. |
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