Quería vivir en silencio y empezó a chillar. Mala barraca que dirían por allí. Quería pasar desapercibido, a su aire, y empezó a necesitar de demasiada atención. Ni era su estilo ni, al parecer, quiso que fuera su nueva forma de vivir. Ahora, de nuevo, deja que todos puedan funcionar sin tener que estar pendientes de él. Piensa uno que lo ha debido de elegir así.
Adiós a tantas cosas que compartí con él. No podré olvidar su vitalidad, como se acredita con esta foto de recuerdo de hace apenas seis meses. Era así, echao p’alante. Cerca de los noventa, pero con marcha, con mucha marcha. Por encima de todo me quedan los recuerdos de su huerto, de su bancal, de las ciruelas que cuidaba con esmero, de las peras, del alficoz... El le daba vida a aquello ¿y ahora qué? ¿quién cuidará de los frutales y del huerto?. Allí, la naturaleza le echaba de menos desde hace más de un mes, pero ahora han de saber que no volverá a regar sus raíces. Obviamente no son quienes más lo van a sentir, pero sí los que más le necesitaban.
Atrás quedan muchos momentos vividos a la sombra de la caseta que daba alojo a quienes nos acercábamos por allí; lugar de encuentro, de tantos años y tantos amigos. Allí corrieron y se bañaron todos mis hijos en los días del verano que compartimos con tu hijo y los dos nietos. Todo forma parte de la rica historia de nuestra vida, como testimonio vivo de los momentos felices que hemos compartido.
Ahora, cuando la triste, no por esperada menos triste, noticia inunda de recuerdos este folio, y ante la imposibilidad de estar cerca para dar el último adiós, he querido reflejar con unas letras que mi espíritu ha de acompañarte en ese último viaje hacia la eternidad, aunque a otros les pueda parecer la nada. Eterno es todo aquél que ha vivido y anidado en los corazones de la gente, sean éstas pocas o muchas. Por eso se vive eternamente.
Amigo, permíteme que te llame así, aunque el amigo origininario sea el otro Luis, tu hijo, marcha a la paz, en silencio, a la soledad que te gustaba estar. Los pájaros dejaran de ver pasar por la carretera tu moto azul y te echarán mucho de menos. Una oración desde los labios que viven cerca de las manos que esto escriben, no te ha de faltar. Descansa en paz.