Creía que no habría que escribir en este fin de año. Creía que podría aguantarme las ganas a pesar de las declaraciones, como siempre, bobaliconas y vacías de nuestro “queridísimo” presidente. Creía... pero no va a ser posible. Uno se levanta en el día de hoy con el ruido de fondo y el humo por las nubes. Cerca, muy cerca, miles de pasajeros del aeropuerto de Barajas, se encuentran en las pistas, alejados de las instalaciones, mientras la policía rastrea el edificio de la nueva terminal.
Estalló la bomba... de nuestros amigos, bueno, de los amigos de ZP. Sus amigos Ternera, de Juana, Otegi y el resto de la banda, le han querido regalar una buena zambomba al presidente en estas fiestas, no tanto ya de Navidad, pues las quieren muy laicas, y el zambombazo, -casi se podría llamar por las connotaciones, zapatazo- ha estallado en pleno corazón de Madrid. No podría ser en Barcelona, no, tenía que ser en Madrid.
Ayer “estábamos mejor que el año pasado, pero peor que el que viene” según palabras del iluminado ZP, hoy no sabemos que nos dirá si es que dice algo este señor que hace las veces de presidente. No es seguro que salga de su ensimismamiento para decir ¡se acabó!, no es su estilo ni, a lo peor, su necesidad. Preso como está de estos asesinos y de sus actos, sólo nos vende humo (parecido al que sale tras las bombas, pero que él lo pone blanco) curiosamente en el sentido contrario del que percibe la sociedad. De todos los presidentes se dijo que les afectaba, pasado el tiempo, el síndrome de La Moncloa. A éste, desde que llegó, le tiene lelo.
Para los terroristas, asesinos, (no hombres de paz ni de leches) este lenguaje es el suyo y lo sabemos y percibimos todos. Para nuestro “queridísimo” presidente los actos terroristas los percibe como actos violentos (parecidos a los de los aficionados a los toros cuando los ven picar por poner un ejemplo muy actual) y las muertes de las víctimas de los terroristas las llama, lo llamó ayer mismo: accidentes mortales. ¿Sabrá este hombre distinguir ya el vuelo de una paloma con el de una mosca, sabrá?. Ruín, más allá de ridículo.
Sólo nos queda esperar. A saber: que nos maten; que nos rinda este elemento ante ETA a saber por qué razón; que se recupere el Pacto Antiterrorista y surta el efecto que tuvo antaño o que lleguen las elecciones y nos podamos recuperar del mandato de un iluso cuando no un tarao.
Todavía habrá gente que diga que no ha habido muertos, que han avisado de la colocación de la bomba estos muchachos de la paz, que los heridos han sido leves. A cuantos así piensan, habrá que explicarles de nuevo, este gobierno no lo hace y el alto mando de la policia se pronuncia diciendo que no hay visos de que se rearmen los de ETA -¿se puede ser más tonto y estar al frente de la policia?-, que el terrorismo lo que busca y hace es interrumpir o aniquilar la vida, la de todos, alterarla a través precisamente del terror y del pánico, y eso es lo que han sentido todos cuantos estaban en el aeropuerto. Los que se iban y venían con sus familias han visto alterados sus planes al cerrarse el tráfico aéreo, teniendo que salir a las pistas, a la intemperie, en una mañana muy fría; afectados los trabajadores, la planificación de las compañías aéreas... y un montón de bienes materiales que a fuerza de verlo todos los días parecen algo menor, con el cabreo que nos cogemos cada vez que se nos rompe la lavadora. Como puede verse, una mañanita de Navidad, la que nos han propiciado los hombres de paz... según versión de quien nos dirige. Allí en Doñana, donde se encuentra con su prole, dicen que no ha llegado ni el ruido ni el humo.
Descansa en paz... esa paz que él se ha procurado mientras a los demás nos pone a los pies de los caballos. Nos queda algo por saber de este comportamiento tan anómalo. Esperamos y deseamos que sea cuanto antes, aunque nada más sea para salir de dudas y saber quién manda de verdad en España: ETA o el pueblo español al completo (o lo que quede).