El pasado 23 de octubre tuvo lugar en Oviedo un acontecimiento magno, importantísimo y de relevancias indescifrables. Se le otorgaba a Vicente Ferrer, el amigo de los pobres, como a él le gusta que le califiquen, el premio Príncipe de Asturias de la concordia. ¡Esta sí era una gran noticia¡ Claro que, ese mismo día tenía lugar la boda de un torero con una señorita muy rica y, por lo visto, los ricos acaparan siempre la atención de todos los medios de comunicación. Claro, alimentan ese otro “yo” que a tantos y tantos les gustaría ser. Lamentable, pero cierto. No me extrañaría nada que los novios eligieran esa fecha para eclipsar un acto tan entrañable, humano y maravilloso, como eran los premios Príncipe de Asturias. Si era eso lo que pretendían, cuanto menos se equivocaron de hora.
Yo me emocioné cuando Ernesto Sáez de Buruaga, en televisión, le dijo a Vicente Ferrer; “Enhorabuena, Vicente, por lograr y por ser como a tantos millones de personas nos gustaría ser y nos es imposible”. Emotivo el “brindis” de Buruaga al hacer justicia a un hombre singular, un valenciano que le ha enseñado al mundo su bondad, su amor por sus semejantes y que, en definitiva, sólo le ha distraído la vida. Y, ya ven, Vicente Ferrer, alejado siempre de España, en los países más pobres y necesitados de su amor, jamás usó agenda. Es que, para la bondad y para el amor no hacen falta recordatorios. ¿Saben por qué Vicente Ferrer no usa agenda? Es muy sencillo. Hace sólo lo que ama y eso, se lo recuerda el corazón.
Pocas veces ha tenido un premio tan digno representante como lo ha sido, en esta ocasión Vicente Ferrer. Vicente es el paradigma de la bondad y, quizás, un poco para hacer honor a su existencia, hasta tiene nombre de santo. Así se llama el patrón de Valencia. Al hablar de este valenciano singular me viene a la mente la cita de Walter Stuart cuando dijo aquello tan lindo de que, “un hombre bueno puede salvar a gran parte del mundo”. Nada más cierto. Debería tener Vicente la enorme lista de todos los seres a los que ha salvado del hambre y de la miseria. Sería algo épico. Pero si estoy seguro que Vicente Ferrer utilizará un diario. Su vida no puede quedar en la mera anécdota, de ahí el diario que aludo. Vicente si podría hacer muy digna la frase filosófica de Oscar Wilde cuando dijo que es conveniente viajar siempre con el diario, así, a la hora de leer, siempre tiene uno a mano, un libro sensacional. Ojalá, dentro de muchos años, cuando Vicente Ferrer ya no exista, la humanidad puede tener acceso a ese diario que aludo. Será, seguro, su vida, su mejor obra.
Hemos tardado muchos años, es cierto, pero al fin se le ha hecho justicia a un hombre que ha congregado su vida en aras de los demás, a favor de los seres humanos indigentes y necesitados en los países más pobres del mundo. Pienso que a lo largo de la historia, pocos premios han tenido la justicia que éste ha tenido, cayendo en unas manos limpias, honradas, luchadoras en que, además de tanto esfuerzo, en muchas ocasiones, hasta su sangre les entregaba Vicente Ferrer a sus pobres. Ya ven, el mundo, sus gentes, todos nos matamos por lograr la fastuosidad de las cosas materiales, y el rico de verdad es Vicente Ferrer y todos los que sienten como él. Ferrer tiene la riqueza del alma. Nadie en el mundo sentirá el gozo que pueda sentir este hombre singular. Si tomáramos ejemplo de la existencia de Ferrer y, todos, en la medida de nuestras posibilidades, intentáramos emularle, al margen de sentirnos muy dichosos, ¡cuanto bien le haríamos a la sociedad¡ A Vicente Ferrer, por su alma limpia, por su corazón grandioso, sólo cabe decirle una frase genial. QUE DIOS LE BENDIGA, como lo lleva haciendo tantos años.