La corrida en solitario de Víctor Puerto, se convirtió en UNA TOMADURA DE PELO.
Con permiso de la autoridad, sin impedirlo el buen tiempo, pero con las quejas de los aficionados, se consumó el fraude. Nuevamente tuvimos que asistir al fraude de otra corrida de “toros”. Nuestros compañeros, en las reseñas de sus crónicas taurinas, indican uno a uno los toros que saltan al redondel, el nombre de su ganadería, su aspecto de trapío y defensas, su comportamiento y el número ocupado durante la lidia y su devolución. Maldita la falta que hace, con decir: Salieron seis, siete o trece ruinas tenemos bastante. No está el espacio tipográfico para gastarlo en tan reiterada vulgaridad. Además el espacio, como ya vengo diciendo, se necesita para denunciar.
La esperanza de poder ver un espectáculo digno, sólo digno, se vino abajo muy pronto. La ruina de ganado elegido para la ocasión no propiciaba nada bueno y sólo podía tener un nombre: VERGONZANTE. La actitud del torero, Víctor Puerto, a quien confiamos en estas mismas páginas la responsabilidad de purificar, en este día, en algo la maltratada Fiesta, a pesar de su mejor voluntad, se perdió entre el querer y no poder; el aparentar y no consumar nada; en deseos por andar por la plaza despacioso como un maestro y resultar pesadísimo por autosuficiente; en ser una caricatura de sí mismo, ni serio ni sonriente, en muchos momentos ausente y finalmente vencido en su moral. Por si todo fuera poco, la utilización de la espada resultó barriobajera, o lo que es lo mismo: barrió para fuera apuntando a los bajos. En conjunto, en suma, una tremenda VULGARIDAD.
Con estos mimbres es imposible hacer cestos. Con estos atropellos a las mas elementales reglas de respeto para con los que pagan, se están haciendo ricos unos pocos y ya es hora de que sean perseguidos por la autoridad. Una “autoridad” que permite todo esto sin inmutarse. Una “autoridad” que hace oídos sordos a las justas protestas de los aficionados -ese sector de la plaza, sin cuya existencia esto ya sería definitivamente la cueva de Alí Baba-. Esa “autoridad” que convive y participa de la responsabilidad del FRAUDE que se ofrece cada día. ¿Para cuándo alguien se va a tomar en serio la protección de la Fiesta?. ¿Qué hace la Administración al respecto?. Es, sin lugar a dudas, el campo o la actividad de la vida española donde más a sus anchas campan los defraudadores y, consecuentemente con ese calificativo, delincuentes. La Administración que ya tiene bajo su control cientos y cientos de actividades, que ha dado muestras en otros campos de capacidad para meter en la cárcel a políticos, gobernadores, banqueros, comisionistas, directores de la Guardia Civil, etc., para cuándo depurar responsabilidades del fraude permanente en el que se han convertido las corridas de toros y darnos la satisfacción, a través de la aplicación del Derecho, de meter en la cárcel a unos cuantos mangantes que pululan en todo lo relacionado con el mundo del toro. Qué es, díganme, manipular las astas de los toros; qué es anunciar toros y ofrecer “ruinas” con cuernos, además manipulados; qué es calumniar gravemente a los aficionados –llamándoles terroristas- que en ejercicio de sus derechos reclaman la autenticidad del toro de lidia?. Todas esas figuras tienen cabida en el vigente código penal y nadie hace nada. Sabemos que están ocupados en otros menesteres los fiscales, pero ¡joder! alguno habrá que sea aficionado y le preocupe nuestra Fiesta, que es patrimonio de nuestra cultura. Estamos esperando.
Leíamos ayer un artículo de Juan Posada en el que decía “Habrá que hacer algo por la Fiesta”. Pues claro, estamos en todo de acuerdo con él. Pero dónde han estado algunos durante largos años, mucho tiempo, sin decir ni pío. En su párrafo final, se pregunta: “¿Y los periodistas ¿Qué iniciativa adoptamos al respecto? Una crónica comentando el lance, nada más.” Pues no Sr. Posada, algunos no han estado estos años comentando lances, nada más. Gente seria, que escribe en serio, que escriben con responsabilidad, llevan años, muchísimos años, demasiados, denunciado los caminos por los que circulaba nuestra Fiesta: al abismo, que ahora se certifica. Para darle nombres, basta con decirle que verdad se escribe con “V”. Y esa “V” llevan en sus apellidos, curiosamente, los que no se han callado nada en defensa de la Fiesta: Al frente, Joaquín Vidal, Alfonso Navalón, Javier Villán, Pla Ventura, por citarle unos cuantos. Repasemos las hemerotecas y verá como a estos citados no los pillamos en renuncio. Como ve, sí los ha habido y los hay, pero el resto de la profesión los han dejado solos, incluso faltándoles el respeto permanentemente. No todos somos iguales. De todas formas, nunca es tarde. Pueden venirse a nuestro barco cuando quieran. Harán falta muchas manos para levantar esto. Y la prensa deberá tener un papel importantísimo.
Suelo decir: “Las cosas se hacen bien, y si no, no se hacen”. Muchos son los que han estado haciendo, y hacen, empresarios, ganaderos, toreros, autoridad y periodistas a sabiendas de que no cumplían ese principio.