En la tarde del 25 de mayo, la lluvia, quiso alejarse de Madrid y, de este modo, se llevó a cabo la corrida programada de la feria que, en honor a la verdad, poca gloria aportó. Los toros de Núñez del Cuvillo, pensados para las figuras, desfallecieron más de la cuenta. Flojos, descastados y con aires moribundos al ser picados, dieron la medida de todo lo que está pasando en Madrid. Si alguien pretende ver la miseria del toro bravo, sólo tiene que acudir a Madrid en plena feria de San Isidro; las pruebas así lo han cantado, tarde tras tarde. Titulares y sobreros, salvo el primero de Serafín Marín, dieron la medida de la desgracia ganadera que está sufriendo la plaza de MADRID. No dudo que los paguen como buenos, pero que parecen de saldo, ello es más que evidente. Es lamentable que, como se comprueba cada año, resulta que, para ver la belleza del toro en Madrid, hay que ir a dicha plaza en el mes de agosto; curioso, pero cierto.
La suerte de Esplá es que, en Madrid, le veneran; nadie sabe los motivos, pero es una verdad que aplasta. Hasta el inolvidable e irrepetible Joaquín Vidal se derretía con este torero; increíble, pero cierto. Quizás que, como él confesara, como el toreo es una profesión para listos, él, el más listo de todos, se trabajó el papel como nadie y, lo peor de todo es que, su teatralidad, cuela como en ninguna plaza del mundo. Cierto es que, toda la parafernalia que adorna la torería, Esplá, la maneja como nadie y, por esta razón, se salvó de una quema segura. Todo quedó en meros intentos, en banderillas a toro pasado y, lo que es peor; sin estar recuperado de la lesión que días pasados sufrió en Alicante que, como se evidenció, le restaron facultades. Hasta una pequeña cornada en la axila padeció; pero todo, por la falta de recursos físicos que estaba padeciendo. Esplá es un torero poderoso que, su lidia, tiene aires de épica con el toro encastado y verdadero; con el burro moribundo, lo que haga, queda como la peor de sus caricaturas. Sea como fuere, tiene mérito que, este licenciado en bellas artes, haya sido capaz de hacerse rico poniendo banderillas, gran logro el suyo, si señor.
-Finito no es capaz de sobreponerse en Madrid. Y, lo peor de todo es que, con semejante corrida, el asunto, era imposible. De este modo, jamás triunfará en Madrid. Nunca es bien visto en esta plaza y, lo peor de todo es que él hace poco por remediar su mal. Si fuera inteligente se quedaría en Córdoba; nadie lo reclama en dicha plaza y, su ausencia, siempre sería un alivio para los aficionados. Finito forma parte de esa larga lista de toreros que, a pesar de Madrid, se han hecho ricos. Pero debe ser horrible que, a pesar de estar rico, no dar jamás una vuelta al ruedo en Madrid que, imagino, deba saber a gloria.
Serafín Marín puso la nota de la voluntad y los deseos inmensos por agradar, algo que le agradecieron hasta lo infinito. Una contundente estocada resultó ser el gran premio de una oreja, quizás que, un premio excesivo, pero triunfo que le sabrá a gloria. Su estela, en este día, no será recordada como una gran epopeya, pero comparado con la labor de sus compañeros, por ello resultó ser el gran triunfador de la tarde. Tuvo momentos bellos, pero sin redondear lo que él mismo hubiera soñado; a diario, tiene que luchar contra su gran fortaleza; es un hombre altísimo y, rara vez se le valorará en su justa medida lo que haga frente al toro y, en Madrid, todavía; pero en provincias, con el medio toro, lo tendrá complicado. Sí quedó claro que, Madrid, con el que se entrega, es la plaza más generosa del mundo; ahí están las pruebas.