Hace muy poquitos años, tal día como hoy, querida amiga, tu madre, entre nerviosa, dolorida y emocionada, te trajo al mundo. Allí, en tu rancho, donde vivían tus padres, donde la eclosión de su amor produjo tu venida al mundo, aquel día, tras el evento más bello de este mundo, como es dar a la luz una mujer, tu madre, al verte, rompió a llorar de la emoción. De sus entrañas había nacido un ser, una chamaquita hermosa, llorona y consentida, pero bellísima, con aquella matita de pelo negro y unos ojos parlanchines. Tus ojos, desde muy chiquitita, ya lo decían todo. Aquel día, como sabes y tantas veces has evocado junto a los tuyos, para tu madre será inolvidable. ¿ Puede, una madre, olvidarse del nacimiento de uno de sus hijos? Es imposible.
Hoy, amiga entrañable, me imagino a los tuyos, rodeándote, abrazándote y, ante todo, casi veo la carita de tu madre al fundirse en un abrazo entrañable contigo. ¡ Mi hijita del alma, toda una mujer¡ Habrá dicho, seguramente, en ese abrazo consentido. Tus hermanitos merodeando por el salón, esperando que tu madre te deje libre de abrazos para ellos hacer lo propio. A lo lejos, tu padre, más reservado, pero con el corazón emocionado al ver a su hija, tan bella y tan linda, como dándoles gracias al destino puesto que, el paso de los años ha forjado una mujer singular y mágica como tú lo eres.
Entre ilusiones, miedos y esperanzas, iba transcurriendo tu vida. Muy pronto, descubriste a la mujer que llevas dentro y, desde muy chiquita, supiste lo que querías y, ante todo, tenías muy clara la meta que te habías marcado. Nunca fuiste una más y, en el devenir de los años, te negabas a ser el prototipo de la chamaquita que lo tiene todo y que nada le importa. Tú fuiste, desde que tuviste uso de razón, una mujer rebelde, en aquellos años, una niña rebelde; pero tenías, dentro de tus entrañas, la causa de tu rebeldía: tu forja como mujer.
Desde tu niñez, tenías un objetivo muy claro: ser mujer y ser persona de bien, por tanto, admirada. Han pasado muy pocos años y, aquella niña a la que consideraban rebelde, es toda una mujer con un futuro maravilloso divisado en su horizonte luminoso. Tu licenciatura, el motivo por el cual has vivido durante estos años, es ya una realidad palpable, hecho que, hoy, seguramente, celebrarás junto a los tuyos con emotividad y cariño. Allá, a lo lejos, quedó tu aire de chamaquita rebelde y, en este instante, la mujer que se esconde dentro de tu bello cuerpo, se siente feliz y dichosa por sus logros que, sólo de tu esfuerzo han brotado.
El destino, a veces consentido y caprichoso, quiso que nos conociéramos para que, ambos, nos entregáramos el valor más bello de este mundo: ¡ LA AMISTAD¡ Me siento feliz junto a ti; En nuestra amistad y en nuestro mundo de la literatura, no en vano, formamos parte de ese equipo ilusionado que, entre narraciones taurinas y vivencias de nuestras almas, procuramos – tú de forma especial- embelesar a nuestros lectores. Somos, por tanto, amigos y compañeros de ilusiones. No cabe mejor dicha.
Hoy, Mónica Castillo, en tu XXIII cumpleaños, permite que te ofrezca lo único que tengo, mi amistad y mi cariño más sincero.