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S.I.03 - LOS TOROS LISTOS |
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Hoy, rigurosamente hoy, voy a dedicar esta crónica epístolar a los toreros listos. O para mejor decir, a los listos de los toreros. En realidad, siempre va dedicada a ellos, pero ellos no leen, al menos a los que les ponen defectos; a los otros sí. Pero yo, escribirles todos los días, les escribo. Sin dedicar como hoy, pero les escribo. Ahí está la cuestión. Precisamente por no leer, no aprenden. Y no es que desde aquí o desde otras tribunas se puedan dar lecciones a los profesionales de esto, que es que no; lo que si se hace es advertir de aquello que no se debe hacer y, en otros casos, mucho de lo que se tenía que tener en cuenta. Mismamente hoy. Hoy, en la plaza hubo toros, los de Escolar y menos los de Albaserrada, y toreros en su más amplia acepción, también. Lo que pasa que muchas veces, esta coincidencia, ¡oh casualidad! no se hace aprovechable. Los listos de los toreros, vienen, al menos durante las últimas tres décadas, tomándose a broma esto de la casta de los toros, y así les va. Coinciden estas tres décadas con la aparición de las escuelas, que ya es coincidir, y los listos de los toreros veteranos, profesores de los futuros figuras, son también muy listos a lo que se puede apreciar. Para empezar, les enseñan a presumir de saber torear, -de torear el qué- y a darse mucha importansia delante de la cara del toro, -de qué toro- y consecuentemente necesitan torear ese toro para darse esa importansia. Como hasta hace nada gozaban de público verbenero, había cierta importansia de esa que dicen ellos, pero de tanto torear el qué, se han cargado toda la cabaña de bravo y solo queda basura y escombros por el redondel. El público verbenero ya no está por la labor de acudir y aplaudir a el qué y a la importansia esa y esto empieza a languidecer. Vamos, que huele mal. Algunos ganaderos ya lo han dicho: “Hoy no quieren ya ni añojos ni erales para los aprendices en la Escuela de Tauromaquia de Madrid”. Naturalmente, queridos toreros, ayunos como estáis -prácticamente todos- de veros las caras con los pocos toros de verdad que salen a las plazas, ni se conocen las técnicas a aplicar y, lo que es peor, no se tiene entrenado el corazón y la entrega para aguantar la codicia, el peligro y la emoción que un toro así reporta en su lidia. Conclusión: a sucumbir. Y aquí está la parte de listos que sois. Unos cuantos o uno solo dispuesto a asumir esta situación, que es la verdad de la tauromaquia, tiene ganado el cielo, el reconocimiento de la afición, todo el dinero del mundo y subsidiariamente por ello, tiene ganado también el riesgo de cornada, grande o chica, con más regularidad. ¿Pero no creo que eso os vaya a asustar? ¿No es esa la asunción al elegir la profesión? ¿O es que os enseñan la utilización de trucos y ventajas y ciertas manipulaciones en su evitación?. Los toros, los listos, salieron hoy. Los tontos, casi los dos últimos, son los de otros días, que es donde desarrollan todo lo aprendido en las escuelas y de los taurinos apuntadores. Los toros listos salieron y con ellos la emoción. Así transcurrió la lidia de los cuatro primeros de José Escolar, que aunque justos de trapío y de fuerzas, tenían el motor de la casta y la exhibían sin parar. No queréis que embistan los toros, pues ahí estaban embistiendo sin parar. Y qué se hizo con ellos, pues algo, esa es la verdad. Ese algo no llegó a triunfo grande, ni tan siquiera pequeño, pero sirvió, al menos, para tener el respeto de la afición. A los que actuasteis, habrá que deciros por si no lo sabéis, que compañeros vuestros a montón han pasado por aquí en el último mes y ni eso han ganado: el respeto de la afición. Y no lo han logrado por la falta de respeto, precisamente, de presentarse en esta plaza a lidiar tullidos, y teniéndolos delante ni molestarse ni ná. Solo se molestan con el público que no admite esa farsa como fiesta y a los inválidos y tullidos mucha postura cañí. A eso le llamáis torear los toreros de hoy. Hoy, repito, gozáis del respeto del público y ya es un hito en esta feria. Anunciarse con toros y actuar ante ellos, -mejor o peor es ya otra cuestión- ya tiene ese premio. Eso es ser listos y no ir de listos. Difícil es ir de listos, cuando en la plaza hay toros listos. Fernández Meca, pagó tributo de sangre cuando de forma valerosa y entregada pasaba de muleta al primer toro listo, que ya le había volteado con el capote y ante el que no se arrugó. José Ignacio Ramos mató ese primero y dos más, uno listo y otro a medias, y supo estar con ellos con disposición y entrega, si bien no pudo alcanzar el lucimiento deseado. Quizás lo hubiera logrado con el hasta entonces noble Escolar devuelto, pero con los toros listos no se sabe, luego lo mismo no había sido igual. Padilla, hoy mejor vestido, también estuvo más serio y concentrado en su actuación que el pasado día, si bien no se entendió con los listos ni con el otro. Sí ejecutó un gran par de banderillas, al igual que Ramos con mucha emoción. Y es que esa emoción la dan los toros listos, no las burras ni borregas de carril. Tuve ocasión de escuchar de la retransmisión de la televisión a D. Emilio Muñoz, decir de la lidia de los toros listos: “Así aprendes a defenderte, no a torear”. Y lo dice él, que nunca vino con ellos y con los que vino, -de los otros- nunca triunfó. Sin comentarios. En resumen, lo que les digo, toros listos en el ruedo y los toreros siempre de listos. |
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