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Antolín Castro |
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España |
[
01/06/2003 ] |
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S.I.03 - PATAS BLANCAS. ¿PATA NEGRA? |
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Era el día de los llamados patas blancas. Toros de Barcial, procedencia Sánchez Cobaleda. Garantía de pelaje, de capas distintas a las habituales, a cual más bello. Y tras sus vestidos diferentes, eso sí, calzados todos con sus impolutos calcetines blancos, toros de lidia. A esos se les llama patas blancas. A tantos y a todos los que os quise invitar y no podíais o no queríais venir, tendré que contaros lo que en la plaza sucedió. Entre blancas y negras o negros y blancos se traduce cuanto allí ocurrió. Lo primero que sucedió es que esta fiesta está en declive y casi no interesa a nadie. Da igual que les digas que vienen los patas blancas o los pies negros. No hace mucho, se pegaban por venir a los Toros, con mayúsculas. Hoy, y no precisamente por lo que cuento y cuentan otros compañeros en sus crónicas, que nos dicen que somos unos derrotistas de mucho cuidado, sino por cuanto se ve en el ruedo, pues los mismos invitados han venido un puñado de veces, no existe atractivo que les haga venir. Tiene que pillarles muy bien o desprevenidos para venir. Es demasiado sufrir como para tener la alegría de dejar otros quehaceres. Y se entiende. Yo mismo estoy deseando que me inviten a mí a ir a otro sitio que no sea Las Tullerías del Espíritu Santo. Pues, patas blancas tuvimos en número de seis, pero no patas sino reses. Patas fueron veinticuatro y si no recuerdo mal sólo dos no eran blancas del todo. Sería por variar. Lo que poco varió fue el comportamiento de cada uno de ellos. Todos tontos de remate, que es una expresión impropia del léxico taurino, pero que viene al caso con mucha propiedad. Las ganaderías han llegado a tanto, que ya no saben que fabricar. Que hay que fabricar un toro tonto, pues se hace y ya está. El desarrollo de sus lidias transcurrió de una forma similar. A todos les dio por vencerse o colarse por el pitón izquierdo en los capotes y ya es. Como dice el refrán “A todos los tontos les da por lo mismo”. No existe otra explicación. Todos se dejaron zurrar, ¡y como les zurraban! en el caballo, pero sin atisbos de bravura. Se decían si hay que ir se va... Y a la hora de la muleta qué tal?. A la hora de la muleta, bien gracias. Y esto tiene otra explicación. Decíamos bien gracias. Y es que su tontez permitía decir bien, eso sí, solo a ratos y gracias eran las que hacían falta en sus matadores para alegrar aquellas embestidas sin alma, tontas de solemnidad. Y llegando aquí, a la actuación de sus matadores, es cuando aparece la segunda parte del título de esta crónica. ¿Pata negra?. Si hubiera habido algo de eso, pata negra, hubiera sido otro cantar. Los toros, anovillados y sospechosos de pitones algunos, como queda dicho, tenían comportamiento basado en la tontuna, que no en la fortuna. Y si bien con ellos era imposible alcanzar triunfos que dieran, precisamente, fortuna, lo que sí permitían era estar más torero y resolver con torería sus casi nulas dificultades. De eso no hubo. Si acaso Alberto Ramírez en el último se aproximó en una serie de muletazos con la derecha, del resto nada de nada. Cuando se habla de pata negra, indudablemente siempre hay que pensar en Frascuelo. Pero se nos llegó a la plaza cabizbajo y melancólico o, al menos, esa era la impresión que daba. En vez de traer jamón del bueno, se nos presentó sólo con el hueso de la pata y aunque pudiera oler, no había forma de sacarle sabor. Solo estaba para hacerle huesos -a la pata- para un buen cocido. Ese cocido será otro día, pues la pata de pata negra con los patas blancas no ligaron nada. No anduvo mucho mejor José Luis Moreno. El rubio cordobés hizo como que quería, pero quería toreo moderno y ese toreo aunque se hubiera acoplado con sus patas no tendría ningún valor. De Alberto Ramírez, ya hemos dicho que hizo lo mejor de la tarde en una serie en el último, pero para entonces la gente estaba hasta la coronilla de los patas blancas, la falta de pata negra y la madre que los parió. Los toros colaboraron poco... y los toreros, tampoco. Por si fuera poco, nos dieron toda una lección de bajonazos, atravesadas, perpendiculares, degollamientos, etc.. Un sainete que tampoco estaba en el guión. Y es que, queridos amigos y amigas que no quisisteis venir (o no pudisteis), la fiesta es como es: poca fiesta y todo al revés. Antes se pegaban por venir y ahora ni regalá. Antes se podía esperar que algunos toros embistieran de condición brava, ahora como si de la primitiva se tratara, es una lotería difícil de conseguir. Antes se sabía que los toreros, además de disposición, iban a pasear su gallardía y torería por la plaza, ahora caminan tristes y deprimidos y sin recursos para levantar tanta mansedumbre y descastamiento en el ganado. Antes era bonito escribir de toros y de toreros y ahora hay que hacer un esfuerzo inmenso, para que ustedes queridos lectores tengan a tiempo la impresión de un humilde y jodido aficionado. Al menos, hoy ya he acabado la misión, mañana ¡menuda nos espera! si no lo remedia nadie. No creo yo. ¡Ojalá!. |
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