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Pla Ventura  
  España [ 24/02/2003 ]  
FRIDA KALHO.

 

  Han querido llevar al celuloide la vida de Frida Kalho y, mucho me temo que, al final, todo ha quedado en un buen intento sin lograr, por supuesto, los objetivos deseados. La película, una declaración de buenas intenciones, no refleja, por supuesto, la dramática realidad de esta mexicana universal. Recuerdo la primera vez que leí a uno de sus biógrafos y, quedé maravillado con su obra y con su vida. Frida Kalho, como se sabe, es más, mucho más de lo que han querido contar en la película. Ella, Frida, revolucionaria, iconoclasta, artista y bohemia, tuvo una vida al límite; el dolor y la pasión, todo a la vez, se conjugaban en esta mujer que, para nadie resultó indiferente. Su vida, pura pasión, arrebató a los suyos y a todos cuantos le rodeaban. Mucho ha quedado por contar en la película. Su afán revolucionario, su lucha a favor del oprimido pueblo mexicano, fueron, a no dudar, las constantes vitales de su existencia; en ocasiones, su desdichada existencia. Un accidente le marcó de por vida; y una vida le quiso doblegar contra su voluntad. Bien es cierto que, su fuerza, la que brotaba de lo más hondo de su ser, transcendió mucho más allá de las fronteras del propio mundo puesto que, si en vida era un torbellino, tras su muerte, quedó el mito, la figura imprescindible para toda referencia mexicana.

  Frida Kalho amó hasta el límite de la locura a Diego Rivera, el que primero fuera su maestro para, al paso del tiempo, convertirse en su amado. Junto a Rivera, como explica su hermana en una de las biografías de la artista, soportó las más duras crueldades por el precio del amor; le quiso como hombre, le admiró como artista y, hasta le quiso moldear como ser humano, tarea inútil puesto que, Diego Rivera, tocado por las musas del más excelso arte, jamás tuvo el más mínimo deseo de buscar un cambio razonable en su existencia. Sus años de matrimonio, un sentimiento basado entre el amor y el odio, marcaron para siempre a Frida Kalho que, en la búsqueda de un amor imposible, quería recomponer a Rivera, al menos como hombre y, al final, tras su azarosa relación, con una batalla perdida, desistió en lo que, desde siempre, era su idea: reconvertir para la vida y la sociedad, al genial Diego Rivera que, como se demostró, era totalmente incorregible. Si Frida era genial, Rivera, lo era todavía mucho más, de ahí el fracaso de Frida al querer combatir contra un hombre que, su más apasionado deseo eran las mujeres y la bebida. Ella quería un hombre leal a su lado y, como se demostró, se encontró con un Rivera irreconciliable con la vida misma.

  Por todo cuanto se ha demostrado, Frida Kalho se fraguó junto al dolor y, éste, que duda cabe, le abocó hacia sentimientos que, ni ella misma hubiera querido creer que se darían cita en su vida. Posiblemente, su carácter y condición de bisexual, incitados por darle celos a Rivera, fueron un rasgo más de una personalidad inquebrantable; unos apuntes para despreciar el dolor, el mismo que durante tantos años le atormentó. Vivir, como Frida vivió, es motivo más que suficiente para la inmortalidad. Ahora mismo, tras muchos años desde su muerte, todavía nos preguntamos si en realidad vive en el recuero ella o su propia obra. Su obra, qué duda cabe, es inmortal; pero su recuerdo, para México y para el mundo, sigue vigente. Es verdad que, Frida Kalho quería vivir; al precio que fuere. Y lo digo porque, en sus condiciones, casi todos, nos hubiéramos dejado morir mientras que, la artista, luchó hasta el final, hasta que, recién cumplidos los sesenta años, las fuerzas le abandonaron y se dejó morir. Se nos adelantó en el camino, precisamente, hacia donde iremos todos. Es cierto que, en devenir de los días, generación tras generación, Frida será el referente, el punto de mira en donde artistas y bohemios, todos, encontrarán, en su vida y en su obra, la admiración soñada. Para algunos, Frida Kalho será un recuerdo; para todos, esta artista mexicana será, al paso de los años, el motivo de admiración hacia un ser que, junto al arte y contra el dolor, nos enseñó los caminos más apasionantes de la vida. Su existencia, el más puro ejemplo.

 

PLA VENTURA.

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