El pasado 10 de abril, leímos entre las noticias de este portal, que la empresa de Sevilla negó la acreditación a Opinionytoros para la Feria de Abril, es decir que nuestro portal no tendrá las facilidades que dispondrán otros medios para informar sobre la Feria. Noticia breve pero importante porque refleja la clara intención de dificultar la labor de la prensa independiente con el propósito de impedir que su opinión sea de conocimiento de los aficionados. Maniobra torpe.
No es la primera vez que esto le ocurre a Opinionytoros pues en Lima, a pocos días de nacida la Web, Roberto Puga, presidente del Consorcio Taurino de Acho, le negó la acreditación para la feria del Señor de los Milagros del 2004 y se la volvió a negar para la del año 2005. Dos veces en 12 meses. ¿Miedo a nuestra opinión?
Tan repudiable actitud de la empresa no me sorprendió pues sabía que ella no estaba dirigida a la flamante Web sino a quien la representa en Perú, quien no es otro que el que escribe esta nota. Durante los seis años que Roberto Puga tuvo la plaza jamás recibí de él acreditación alguna para la temporada limeña, no obstante haberme mantenido siempre “en activo” escribiendo de toros para revistas, diarios y Web, durante los últimos veinte años. Por otro lado, Deltron, la empresa anterior a Puga, se portó en forma similar durante cuatro años, de los cinco, de su administración. Debo confesar que el maltrato del que he sido objeto de parte de las citadas empresas -que en algún momento llegó a la agresión material- no me hace feliz. Como no me hace feliz que durante diez años se me haya impedido participar en las reuniones, labores de tienta y hasta conferencias de prensa que suelen realizarse durante la temporada de feria limeña, a las que sólo tienen acceso los periodistas obsecuentes con el empresario, que como es natural, cuidan decir lo que les gusta a sus benefactores. Sin embargo, ese mal trato personalizado ha creado un halo distintivo que me honra y me hace sentir que estoy en el camino correcto, que no defrauda a los lectores que esperan la opinión veraz y sincera. Es una condecoración cívica que pende virtual de mi solapa
A estas alturas, amigo lector, se estará preguntando: “A mí qué me puede importar sus sentimientos y los maltratos que pueda haber recibido. Si se metió a periodista, debe aceptar los gajes del oficio” y lleva razón, si fuera mi oficio el de periodista, pero no es así. Muchos de los que escribimos de toros tenemos una profesión diferente a la del periodismo. Somos simples aficionados que, como usted, en algún momento, nos sentimos asqueados de lo que leíamos, veíamos y escuchábamos en los medios de comunicación, que nos daban una versión diferente a lo que había ocurrido en la plaza, y decidimos salir al frente para decir nuestra verdad. Jamás he cobrado por ninguno de mis escritos pero no censuro a los periodistas profesionales que lo hacen para vivir, no importa al costo de qué claudicaciones. Por el contrario les pido disculpas por invadir un campo en el cual ellos se desenvuelven dentro de su oficio. En verdad nuestra acción no está orientada necesariamente contra , los que trabajan en forma estable en un medio de comunicación, sino contra quienes, camuflados de críticos taurinos, se infiltran en el mundillo taurino para extorsionar y chantajear a empresarios, ganaderos y toreros para, cual rameras, poner sus plumas al servicio de quien mejor paga. Contra ese tipo de prensa corrupta y desvergonzada, que tan mala fama le ha dado al periodismo especializado, es que combatimos intentando erradicarla. Pero no es fácil, porque, al igual que el cáncer, hace metástasis y corrompe el ambiente. Los malos empresarios no solo los aceptan en su entorno sino que convertidos en manejadores de la corrupción la promueven y alientan, premiando con entradas y dinero en efectivo a quienes mejor hacen la tarea de “incentivar” la fiesta, diseñando triunfos apoteósicos, que jamás se dieron en el ruedo; y finalmente usan la herramienta de la acreditación para doblegar voluntades y hacer que periodistas probos, de natural honrado y veraz, “suavicen” sus comentarios cuando estos no les son favorables. Quienes no se someten a sus reglas son satanizados y acusados de “reventadores” que actúan en contra de la fiesta brava.
Los hay inteligentes en tal manipulación al grado que las prebendas y halagos que brindan a los periodistas aparentan ser productos de su natural generosidad y sincera amistad. Los hay también torpes, como el mencionado Roberto Puga, quien en la conferencia de prensa, previa al a feria del 2003, ante mi reclamo porque el diario en donde escribía no había sido acreditado me espetó con claro encono y ante testigos, aquella frase que fue titular de mi página del día siguiente y dio la vuelta al mundo en varias páginas Web: “Si quieres ser periodista independiente, compra tu entrada”.
Lo dicho: Escribir de toros tiene sus bemoles.