En estos días hemos visto a un personaje conmovedor en las pantallas de TVE; nada más y nada menos que a Eleuterio Sánchez El Lute. Este señor licenciado en derecho acudió al programa de Jesús Quintero porque, como se evidenció, tenía mucho que decir; una vez más, en la vida, se le ajusticiaba sin pruebas y, Quintero, le dio la chance para que se defendiera. Por supuesto que, las palabras de Eleuterio Sánchez, tan creíbles como su propia andadura por la vida, calaron en el sentir de las gentes y, su sinceridad, la que aplastó a los televidentes, al día siguiente, para la sociedad española, El Lute, una vez más, era declarado inocente.
Ahora, para dicha de la mujer, está muy en boga la defensa a ultranza al sexo femenino y, nada más importa; si una mujer dice, por su cuenta y riesgo que, su marido le ha maltratado, no caben más ni mejores argumentos para que, el esposo, sea sentenciado. Me parece maravilloso que, la mujer, en su conjunto, sea defendida; es abominable que se sigan matando señoras por parte de sus maridos o compañeros; todo soy capaz de entenderlo, pero cada caso es siempre distinto y distante a los demás; el estereotipo, al respecto de la cuestión, me parece un disparate. Como reza un famoso aforismo, la defensa es el mejor ataque y, respecto a El Lute, eso pudo comprobar por parte de su mujer que, al verse comprometida ante su marido por aquello de tener otro hombre en su vida, para librarse de su esposo, no se le ocurrió mejor idea que, poner una denuncia aduciendo que su marido le había pegado y, El Lute, como todos sabemos, es incapaz de hacerle daño a una mosca. Total que, la justicia, ante la denuncia de la señora, no dudó un instante en ajusticiarle, en detenerle y en vejarle una vez más y, de eso, El Lute, sabe más que nadie. Hasta le han prohibido que Eleuterio Sánchez pueda hablar por teléfono con sus hijos; demencial, pero real. Así funciona la justicia en España. Las mujeres merecen todos los respetos del mundo, pero nunca en detrimento de hombres que, inocentes, jamás deben de pagar culpas que no les corresponden.
Recordar a El Lute en sus años jóvenes, precisamente, como símbolo para las autoridades del franquismo que, equivocadamente, encarcelaron por más de tres lustros a Eleuterio Sánchez, sencillamente, por haber robado una gallina para poder comer, como explico, recordar aquellas sus vivencias, no deja de ser algo aleccionador. España, en su día, la voz popular, estaba a favor de El Lute porque, como todos sabíamos, Eleuterio era inocente y, desgraciadamente, le convirtieron en el símbolo de la delincuencia, hasta el punto de pasar muchos años entre rejas. Su gallardía, su conciencia tranquila, le empujaron a fugarse en más de una ocasión puesto que, El Lute, sabía de su inocencia de ahí que, a diario, se rebelara contra su suerte y contra los que le declararon culpable.
La cárcel que, lamentablemente, no suele reinsertar a nadie, con El Lute, al respecto, si se produjo el milagro y, Eleuterio Sánchez, salió de la “trena” con su licenciatura en derecho, galardón que le acreditaba, primero, como un hombre de bien y, acto seguido, como un preso reinsertado que, rebelado contra quiénes le habían juzgado, le quiso demostrar al mundo que, la justicia, con él, se había equivocado y que, los hombres que le juzgaron resultaron ser tremendamente injustos. Eso si, mientras El Lute estaba entre rejas, decenas de narcotraficantes, protegidos por su dinero, se paseaban ricamente por las calles, miles de ladrones de guante blanco acudían a misa y comunión diaria y, las leyes, además de protegerles, les aplaudían en todos los sentidos. Por lo visto, en aquellos años, la justicia, las leyes, los guardianes por la seguridad ciudadana, con tal de tener a El Lute entre rejas, al parecer, todo lo demás, apenas tenía importancia.
El legado que se llevó Eleuterio Sánchez en todos los años que estuvo en la cárcel, como obra consumada, al margen de su licenciatura en derecho, no fue otro que, haber escrito varios libros para contar, con su pluma sincera, su verdad, sus convicciones, su forma de vida en la cárcel y, ante todo, explicarle al mundo los motivos y formas por las cuales, un hombre inocente, estaba entre rejas. Ahora, como vemos, cuando llevaba una vida tranquila, armoniosa y organizada, otro lance del destino le pone en el disparadero para que, una vez más, se dude de su honradez; dura la vida de El Lute que, habiendo luchado como nadie, a diario, por lo que vemos, tiene que seguir defendiéndose para demostrar su inocencia.