Han pasado los años y, en la frontera del medio siglo, cuando uno ya creía que se había muerto el amor, descubres que puedes sentir, que puedes amar y, a su vez, hasta ser correspondido en estos caros sentimientos que manan de tu corazón. Es, como diría el poeta, el otoño dorado de nuestra vida. Esa época esplendorosa en que, pasado el fulgor y el arrebato de la juventud primera, encuentras paz, sosiego y calor en tu alma. Es ese tiempo en que, el sexo pasa a ocupar un segundo lugar en tu vida, dando prioridad, por supuesto, a los más bellos sentires de tu alma.
Es, ante todo, el otoño dorado del amor. Cuando caen las hojas de los árboles y notas, a tu alrededor, que no existe la prisa porque todo es posible, hasta que los árboles y las plantas dejen caer sus hojas para, en la próxima primavera, volver a crecer. Las criaturas mortales somos exactamente como las plantas. Volvemos a crecer, volvemos a nacer, y mucho más, si volvemos a encontrar el amor.
Ahora, todo es paz, todo es un remanso de aguas cristalinas que se mecen dentro del lago del amor. Allí, donde junto a ella tiras la piedra dentro del agua y, las circunferencias que provoca la caída de dicha piedra, ello, de por sí, te parece un espectáculo inimaginable.
Han pasado los años y, es ahora cuando uno le encuentra sentido a la vida. Ahora, todo se vive en plenitud, con sentimiento auténtico, de forma especial, el amor. Cuando uno tiene 20 años piensa, ante todo, en la pasión por el sexo, algo que dura un tiempo. En esos años uno suele ver a la mujer como objeto de deseo, algo lógico. Ves a tu chica y te la comes a besos, esperando, con impaciente frenesí, el conjuro de su sexo con el tuyo. Al final, se acaba la pasión por el sexo y te encuentras con la dura realidad de vivir con una persona a la que tan solo sientes afecto.
El amor, que jamás muere, sólo cambia de lugar, un día, te muestra ese cambio y encuentras a la mujer soñada, precisamente en este otoño dorado cuando tu vida ha encontrado esa armonía que te producen los años. En ese estado maravilloso en que sientes el sosiego de tu cuerpo, la plácida candidez de tu alma, es entonces cuando comprendes que vives enamorado. A Dios gracias, para el amor, no existe la edad. Mientras sientas que te late el corazón, puedes encontrar el amor. Y, amar, en estos años, es algo dulce, placentero y reconfortante. Es sentir que te esperan, ante todo, porque la mujer amada sabe que te has entregado por completo.
Ahora, cuando has pasado tantos años analizas, piensas, sueñas, anhelas y vives, al tiempo que descubres que, acariciar los labios de la mujer amada es lo más bello de este mundo.
Pla Ventura.