El TSJM ha declarado nula la concesión de la plaza de toros de Las Ventas en 2002, que correspondió a los hermanos Lozano. Alguien se olía entonces el pucherazo y decidió llevar el asunto a los tribunales. No era la primera vez que sucedía pues con anterioridad existía una sentencia contraria a la concesión del 1997. Además, por si fuera poco, el Tribunal declara que no hay claridad en las concesiones de las plazas de toros y aquel que presentó la querella mantiene otra contra la concesión de 2005, que asegura que ganará. Y otra vez el mundo del toro en el ojo de trapicheo, en la gestión poco clara, en la sospecha y en el punto de mira. Alguien decía por ahí que en el toreo hay que empezar a utilizar el marketing de manera efectiva, partiendo desde las expectativas del cliente que no es otro que el público y satisfaciéndolas. No le faltaba razón. Y para poder vender bien y en calidad lo primero que hay que hacer es mantener una imagen que hable bien de uno, o de varios. Cosa muy complicada en este mundo en el que prima eso, el trapicheo, el pucherazo, el amigismo… Luego nos quejamos de lo que se piensa de nosotros. Seguimos trabajando al estilo antiguo. Todo lo nuestro huele a antiguo régimen. Y la pregunta es cómo solucionar esto. Tan trapichero es quien concede por enchufe como quien se beneficia de ese enchufe. Y casualmente vienen a ser aquellos que luego nos dicen que van a salvar la fiesta, después, naturalmente, de salvar su hacienda; me refiero a los empresarios en general. Pero no debemos dejar a parte a los políticos. Y entre unos y otros acabarán pinchando la muñeca.
Sin embargo nadie dice porque la concesión ha sido declara nula, nadie explica qué es lo que pasó para que se haya dado la nulidad. Todos lo imaginamos sí, pero alguien debería contarnos el por qué. Tampoco nos dicen qué remedio tiene esto ahora, cómo se va a solucionar o si va a quedar en un simple dato, en denuncia comprobada, verificada y sin castigo.
Para más INRI, vivimos informados por medios que se venden a aquellos a quienes debe de juzgar y aún así pretenden hacernos creer en su objetividad. No hay objetividad nunca en información, es mentira, es un invento que en su día empezaron a contarnos los medios, en general, por aquello de no querer dar sensación de manipular y que pasado el tiempo han tirado a la basura. La objetividad ya no existe ni en los teletipos de agencia. No puede haber objetividad desde el momento en que hay alguien que narra algo, que cuenta lo que ha visto. Esa persona se ciñe a experiencias anteriores, a percepciones innatas, a modos de pensar que le dirigen aunque no quiera. Mucho menos la habrá en el momento en que el medio se debe a sus anunciantes y subsiste gracias a ellos. Y los medios de información taurina se mantienen mediante la publicidad de los profesionales, de toreros, ganaderos y empresarios. Son la voz de su amo. Y aún así nos hacen creen que son objetivos y funcionan gracias a ello. Una crítica dura a un torero supondría la inmediata retirada de mucho dinero en publicidad, una crítica a un empresario o a un ganadero, lo mismo. Caritas de tontos debemos tener…
Eso sí, a la fiesta que le den morcilla. La fiesta es ese lugar en el que unos cuentos hacen el agosto estafando aficionados. Saben que volvemos, saben que repetimos pase lo que pase, saben que nos apasiona y que las pasiones mueven montañas. Y las liebres se tornan gatos hoy sí y mañana también. Y ¿quién pone remedio a todo esto? Quizás la policía que en teoría dirige y supervisa la fiesta y que además esta para detener a los maleantes. Pues señores de Interior, los tienen ustedes en casa y la vista está.
Del profesional taurino se espera algo más que afición y ganas de trabajar, en incluso algo más que el ser bueno en su trabajo. Se espera compromiso y vinculación. Se espera afición en el significado que los aficionados damos a esa palabra. Luego, eso sí, en privado, todos piensan que el que se pone en el tendido es un pelma, un exigente y un indocumentado que, además, tiene potestad para decir por dónde debe ir esto. Qué ironía. Carita de tontos nos han visto... o quizás la tengamos.