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S.I.03 - DÍA DE ELECCIONES |
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Como tú sabes, Luis, ha sido día de elecciones. Cada cual ha elegido lo que ha querido. Unos habrán finalizado el día con satisfacción y, otros estarán intranquilos, pues no les habrá salido la cosa como querían. Yo sí, yo sí supe elegir y al final del día todavía me sonaba en los oídos la música que quise oír. Ahí es nada, escuchar lo que uno quiere escuchar y ¡sin interferencias ni injerencias!. Solo pacté conmigo y con mi mujer, que me acompañó. Habrás adivinado ya, querido amigo Luis, que mi elección no tiene nada que ver con ninguna política y mucho menos, con ningún embrollo de cualquier partido. Mi elección fue más seria. Elegí, elegimos ayer mañana, irnos al Retiro de Madrid. Qué mañana más bonita, qué lujo de paseo para respirar aire limpio y, sobre todo, qué satisfacción supuso el presenciar el concierto de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid. Y no se podía llegar tarde, Luis, no en vano a las doce en punto -tan en punto como en los toros- el maestro Bernabé Sanchís iniciaba el paseillo para con su batuta, después, atacar ese pasodoble torero que lleva tu nombre. Las notas de Plá Ventura penetraron en los sentidos de los presentes, de tal modo, que se convirtió en un capote al viento que tapaba tanta vulgaridad como vivimos una tarde sí y otra también en el ruedo de Las Ventas. Preciosa composición del maestro Ivorra que nos puso el corazón torero en su sitio. Enhorabuena a todos y fue en hora buena, también, el saber elegir: una mañana en el Retiro, donde un pasodoble torero, tú pasodoble, me inundó nuevamente de afición. Y si esa elección fue buena, Luis, la sucedida en la tarde también lo fue. Un toro de Guardiola Domínguez, que hacía sexto y con los seis años cumplidos, de nombre Sangrefina y de pitones grandes y finos, quiso hacer honor a su condición de bestia y arremetió de forma brutal y asesina contra su lidiador, Antonio Barrera. Pudo elegir, en su feroz ataque, el corazón de Barrera, pero eligió chaleco y así, prendido por la pechera vivimos los momentos más angustiosos de esta insípida feria. La elección del toro, contraria seguramente a sus deseos, salvó la vida de este honrado torero, pero algo había de milagroso en la elección, pues inerme en el suelo, nuevamente la elección del toro fue la buena para Barrera, no le buscó. Esto fue lo mejor de este toro, que a pesar de todo lo malo que fue, siempre eligió para bien. Para mal ya eligen otros. Durante la feria lo venimos viendo un día sí y otro también. Quién elige los toros a lidiar?, quién los pitones que deben lucir?, quién la técnica a emplear en sus lidias?, quién elige si el toro inválido debe continuar en el ruedo?, quién elige las varas o puyazos a aplicar?, quién elige las combinaciones de los carteles?, quién los toreros a anunciarse?, quién elige los presidentes para presidir, o mejor despresidir?, quién la aplicación íntegra del Reglamento?, quién elige los caballos ciegos de picar?, quién, quién, quién, quién?. Los aficionados, desde luego, no. Luego entonces, de qué se les puede culpar. El día que elija todo eso la afición, muchos serán los que tengan que elegir otra profesión. Empresarios, ganaderos, toreros e, incluso, periodistas: todos al paro. Te decía, Luis, que el toro de Guardiola, versión Domínguez, puso la plaza en alerta. Primero, por su impresionante trapío, -distinto y desigual al resto de los toros lidiados- y segundo, por su comportamiento. El resto del ganado lidiado, dejó que los toreros eligieran qué hacer con ellos y eligieron fracasar. Aún con el inconveniente del viento, Pepín Liria y Alfonso Romero debieron aprovechar mejor las bonancibles condiciones de sus respectivos astados. Pero o no supieron o no acertaron al elegir técnica y terrenos y así les fue. Por el contrario, Antonio Barrera, eligió dejarse la piel y casi se deja la vida. Y tras aquel espectacular colgamiento del asesino, pero errado pitón, eligió salir de nuevo de la conmoción sufrida y de la enfermería, para enfrentarse de nuevo a la fiera, -eso es un gesto y no lo que anuncian algunos, figuras para más precisar- y quererlo torear versión moderna, cuando en realidad pedía lidia versión antigua -eso también lo eligió él-. Lo que sí hizo a rajatabla, fue elegir matar a ley a tan descomunal toro y tras un pinchazo arriba, agarró una excelente estocada, de la que aquel toro no se quería morir. Dos veces se levantó e hizo bien Barrera, por torería y por precaución, alejándose de él, pues más parecía que todavía le hubiera querido recetar muerte por muerte. Una tarde de elecciones, donde yo solo elegí estar. El resto de las elecciones habidas, fueron visionadas por mí y el resto de espectadores, quienes, al menos hoy, pudieron ver un sano comportamiento de los toros de Guardiola y el sobrero de Criado Holgado. Fueron blandos, pero la casta les hizo resistir la lidia y dieron juego suficiente, como se ha dicho, para que los actuantes hubieran elegido mejor su labor. Cuestión de elegir y acertar, nada más. Como ves, amigo y compañero Luis, un día de elecciones. Unas buenas, otras regular y otras mejor. Seguro estoy que hasta Antero te eligió bien el sitio donde comer. Si yo hubiera podido, lo habría hecho también. ¡Menudo pasodoble tienes!, digno de momentos de la lidia como los que vivimos en el sexto de ayer. Y es que el maestro Gallego Castuera, debió amenizar la clamorosa vuelta al ruedo con la que se premió a Barrera, con ese pasodoble Plá Ventura tan torero, gallardo y valiente como él. |
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