Parece que pasan los años y aquel torero, sí, aquel que se llamaba José Tomás, empieza, aunque nos parezca mentira, a ser historia. Historia viva, pero historia al fin y al cabo.
El fin último de este escrito, no es otro, que el de equivocarse y ojalá dentro de dos meses, podamos decir Vivas se equivocó cuando daba por retirado total a José Tomás, o en su defecto si el maestro leyera está humilde carta sin dirección, que recuerde que él y sólo él, tiene la llave de la esperanza de muchos de nosotros y que el único sentido de nuestra vida taurina, sería su vuelta a los ruedos, porque pasan y pasan los años y aquí no pasa nada.
Aún recuerdo, la primera vez que El Maestro de Galapagar se presentó en Madrid. Por aquel entonces, yo acudía todos los domingos a la plaza, al tendido alto del 2, puesto que en aquellos días, todavía frecuentaba el ambiente profesional y es en ese tendido, donde solían estar todos los profesionales del toreo: toreros, banderilleros, chavales de la escuela, etc. Pues bien, en aquellos momentos, yo le sacaba partido a todo lo que en el ruedo ocurría y no había ninguna tarde, en la que yo volviera a casa y no hubiera visto algo; bien un quite, o un lance, o una colocación, o un par, o un puyazo, o cualquier cosa que en aquél momento, se hiciera un hueco en mi todavía fresca memoria, para que pasados los años, pudiera utilizarlo, aunque sólo fuera como añoranza.
Pero aquel día, ocurrió algo, que tenía la pinta de ser algo, que se iba a instalar en mi cabeza, para toda la vida y digo bien TODA. Porque en aquel momento, vi al mejor torero de todos MIS TIEMPOS, y no se si de todos los tiempos, porque no he visto otros, pero puedo dar fe que, en mis tiempos, no hubo otro como él.
Grande, muy grande era la incredulidad, que reflejaban los rostros e imagino que el mío también, de todos los profesionales que allí había, ¿como se podía ser capaz de pasarse tan cerca los pitones y darle tan poca importancia?. ¿Es ignorancia?, ¿es falta de picardía?, ¿es casualidad?, pues pasados los años, sólo queda decir, ¡gracias maestro!, porque no era nada de eso, solamente era VALOR Y TOREAR.
Y no quiero enrollarme mucho, porque ya ha habido muchos, y muy buenos, de los que han cantado y contado grandes cosas del torero, por lo que no quiero excederme en elogios, aunque los tenga merecidos. Solamente para terminar, aunque también se ha hablado en muchas ocasiones, pero como son las menos, hablaré de la persona, de ese chaval joven que se llama José Tomás y que no es torero, de ese que nos dejó huérfanos a los aficionados, de ese que un día tiró del brazo del torero y le dijo vente pa´ca, de ese que tenía la idea de convencer al torero algún día de quitarse de esto y que pronto, muy pronto, lo consiguió. Pues a ese José Tomás, que nos robó al torero, solamente decirle que está bien, yo personalmente pienso que así se vive mejor, pero que piense que también está haciendo sufrir a su Torero, porque seguro que José Tomás, Torero, se dejó llevar en aquel momento, pero también es muy seguro que en la cabeza, en el cuerpo y en el corazón del Torero, falte algo que nunca llegará a llenar. O tal vez sí, pero para volverlo a llenar, HAY QUE VOLVER.
José Tomás Torero y José Tomás Persona, al primero gracias, por todo lo que he podido disfrutar como aficionado y al segundo, si en algún momento ves sufrir al torero, no lo hagas sufrir más. Ni a él, ni a nosotros.