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S.I.03 - UN MONUMENTAL ESCÁNDALO |
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Hoy le toca a usted, maestro Vidal. No hay otro remedio que contárselo a usted, D. Joaquín. Seguro estoy, que solo desde las altas instancias de donde está, cabría la posibilidad de arreglar esta decadente fiesta y los turbios manejos que en ella acontecen. Las instancias de aquí, están todas cerradas y, por lo visto y comprobado a lo largo de los últimos años, los mismos que a usted le tocó sufrir, no solo no tienen interés en la búsqueda de soluciones, sino que tienen otro interés: llevárselo crudo, que diría un castizo. Para llevárselo crudo, tienen montado un sistema que dejaría con la boca abierta a cualquier mafia de postín. Ninguna en el mundo ha llegado a lograr que el conjunto de responsables y autoridades, les baile el agua como en ésta. Ni una sola institución, ni una, vela por los intereses del espectador y aficionado, sino que, muy al contrario se beneficia, también, del gran toco-mocho en el que han convertido esta, ya ruinosa, fiesta. Nada en España está más dejado de la mano de Dios, ¡qué digo! del demonio más bien. Ninguna organización de consumidores es capaz de acometer una acción para liberar al paganini de tanto fraude bendecido por la administración. Pero sabemos porqué: por no haber masa social que lo reclame. Esa es la podredumbre mayor. Nada de lo que yo escriba hoy es novedoso, D. Joaquín. Hasta sus últimos días, desde el lecho y el dolor, no dejó de gritarlo a los cuatro vientos. Se marchó con la seguridad de que su lucha, a pesar de tener continuadores, era una lucha perdida. Nadie va a recuperar la fiesta y su autenticidad. Fundamentalmente ha de ser así, pues no lo quiere el público cursi que acude, solo por fiestas, a los cosos taurinos; no lo quieren los torerillos de medio pelo que han encontrado el pesebre en su preparada comodidad; no lo quieren los ganaderos que han perdido la dignidad de criadores de reses bravas; no lo quieren los empresarios al haber encontrado un público tan bobalicón como el ganado que crían los ganaderos y tan superficial como el toreo que ejecutan los mal llamados toreros; no lo quieren los presidentes de festejos que han encontrado en su tarea un papel más de la función; no lo quieren las autoridades ya que es preferible sacar barriga en el callejón que respetar a la afición. Sólo hace un año que se fue, D. Joaquín, y cuántas cosas no siguen igual, sino que van a peor. ¿De cuándo un callejón lleno de gente de la jet?, más parecía ayer un bar de copas o de alterne. Esa es la seriedad que reportan a una fiesta otrora seria y cabal. La gente guapa, -guapa de qué, mucho maquillaje y colonia, nada más- todos juntos como un rebaño borreguil. Esa es la gente que impera, a la que se han unido estos toreros de hoy; los ganaderos y autoridades, taurinos y apoderados, presidentes y demás, también. Menuda cuadrilla forman, la cuadrilla del arte, el arte de figurar. Pero a esta función, -ya que es pura parodia- con las figuras en el cartel, también había llegado el grueso de la afición. Y aún cuando no son muchos, los hechos de la cuadrilla los pusieron de acuerdo a todos y menuda que se armó. Transcurría la seudo lidia con los tintes propios de estos acontecimientos: toros modernos, toreros modernos, público moderno, presidente moderno... Todo muy mono. Ya habían tenido que devolver el tercero de la tarde, de Ferrera, por extrañas circunstancias que le dejaron tormentosamente inválido al animal; si fue lesión -pedazo de lesión, diría yo- no se sabe, pero en evitación de otras sospechas, que también las hay, el Sr. Lamarca, imaginamos, habrá mandado analizar las vísceras del animal. Y llegó el quinto, de Ferrera también, y su coordinación de las extremidades no era muy alentadora, vamos que tenía el baile san vito en su caminar y la afición explotó. ¡Qué vergüenza! señalaba el cartel que un espectador exhibió y recibió la ovación de la tarde. Todos a una, afición y público también, dijeron basta a tanta desfachatez. ¡Y se armó!, vaya que si se armó. Transcurrió la lidia (?) de esta ruina de toro entre la protesta general, mientras su matador exhibía sus posturas cañí. Nunca había banderilleado un matador entre tanta bronca en una plaza de toros, pero el decoro, la dignidad y la vergüenza está en desuso y la figurita continuó con la muleta dando una lección de desprecio a quien paga y le aupó al puesto que ocupa ¿o cree que fue la gente guapa, cuando no le conocían, la que le aupó?. Después, para rematar su grandeza, dio un mitin con la espada. Entre tanto, el Sr. Lamarca, ejercía de Don Tancredo en el palco. Lo recuerda, verdad, D. Joaquín. Ponce estuvo como es: un profesional con técnica depurada en la lidia de toros modernos o lo que es igual: muy bonito, muy bonito, pero un tostón. Sin la verdad del toro no hay estética que valga, aunque lo aplauda el futbolista Raúl y el resto de artistas. Valverde, también estuvo como lo que es: un voluntarioso trabajador con mucho por aprender; lo que pasa que aprendiendo de estos, que es lo que querrá, lo tiene claro en Madrid. Si, por el contrario, prefiere aprender de otros, otro gallo cantará. Esperemos no le falte intuición. Al menos, yo le vi en su homenaje maestro Vidal; no es mala señal. Esperemos su otra oportunidad, que se antoja más seria. No hay arreglo D. Joaquín. Como no nos eche una mano desde allí, aquí ni con la revolución de ayer. Y mira que se armó. No hay dónde acudir a reclamar, si acaso el juicio final, pero, para entonces, dónde la fiesta estará. Por favor, D. Joaquín, busque influencias allí, que aquí esta cuadrilla del arte de birlibirloque no nos quiere más que estafar. Para eso nos quieren, nada más. |
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