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Pla Ventura  
  España [ 29/10/2005 ]  
BLANCOS Y DE ESPAÑA

Si pudiéramos elegir el lugar a nacer; más que el lugar, la ascendencia familiar, todo cambiaría. Pero, al respecto, estamos huérfanos de toda decisión, de ahí que, millones de personas, sin pedirlo, se encuentran en situaciones dramáticas, caso de los negros africanos que, en tropel, quieren huir despavoridos de sus países. Nosotros, blancos y españoles, jamás acertaremos a comprender la gran fortuna que tenemos. Al respecto, todos decimos lo mismo; que cuando vemos las imágenes en televisión, pronto cambiamos de cadena porque, lo que ven nuestras retinas, difícilmente lo puede digerir nuestro corazón. Convengamos que, lo que nos pasa al ver tanto horror, no deja de ser la reacción “lógica” de todos aquellos que vivimos como reyes.

Ser negro, ante todo, es una maldición para esta raza; parece duro lo que digo pero, es la más aplastante realidad. Pero es que, además del color de la piel, los negros, viven en un panorama más negro y más sombrío que su propia anatomía. Entre otras cosas, recordemos que, los negros, se hacen boxeadores para poder pegarle a los blancos, “legalmente”. Podrá parecernos, lo dicho, una metáfora para sonreír pero, si lo analizamos en profundidad, ello, confirma parte del gran drama que viven estas personas. Aquello de que, un negro en la nieve es un blanco perfecto, imagino que, para los que tienen ese color de piel, se les desgarrará el corazón; como vemos, demasiadas situaciones negativas que, todas, sin distinción, claman un grito de esperanza a favor de estas criaturas que, para colmo, además de negros, nacieron en África.

Desde España y siendo blancos, gozando de una fortuna por la cual no somos capaces de valorar en su auténtica medida, tenemos la obligación de sentir un poco por los demás; pensar que, para eso está el Gobierno es tanto como asentir que, la Iglesia pudiera ser indiferente ante tan grande caos en el mundo. Nadie puede saberse y sentirse indiferente ante la magnitud de unos hechos tan dramáticos como a diario contemplamos en televisión. Al respecto de todo cuanto digo, desde IBI, nos abandera una mujer excepcional llamada Carmen Garrigós que, en cualquier punto de África, desde hace varios años, entrega su vida por la causa de los más débiles y necesitados en aquellos míseros países. Cierto que, todos, no podemos ser como Carmen; eso quisiéramos muchos. Pero en otra medida y dimensión, nuestra labor, está por hacer todavía. Pobre nuestro balance el que lograremos cuando nos dispongamos al cambiar de cadena y, a su vez, quedarnos impávidos ante lo que han contemplado nuestros ojos. El problema sigue vigente; la televisión la desconectamos pero, repito, la dramática situación sigue latiendo. Seguro estoy que, muchos, tras leerme, igual se les remuerden la conciencia y, se marchan a rezar un padrenuestro; serán, seguramente, los equivocados. Decía Cantinflas que le gustaba mucho que la gente riera; pero que reían mejor después de haber comido. Y tenía toda la razón el genial cómico mexicano. Las caras de los negros que vemos habitualmente en la pequeña pantalla, son la viva expresión de lo que pasa en sus vidas; jamás les vemos una sonrisa de ahí que, su semblante, lo diga todo. ¿Cómo van a reír si no tienen para comer, Dios mío?

Triste papel el nuestro, - me refiero a la Europa que come y ríe-cuando nos quedamos impávidos ante situaciones como las que presenciamos cada día. Terrible, pero cierto. Pretendemos ser simples ciudadanos para dejar de ser hombres; por cierto que, la diferencia, es abismal. Recordemos que, un ciudadano es aquel que pretende vivir de esa abstracción llamada Estado, el cual quiere recibir, del Estado, lo que él no haría, ni por él ni por nadie. Ser hombre es muy distinto. El hombre se olvida del Estado, lucha por él y, por consiguiente, por los demás. A los Gobiernos les interesa que haya muchos ciudadanos porque, un ciudadano vale un voto y, un hombre no tiene precio. Seamos hombres, en definitiva, persona solidaria con nuestros hermanos en el mundo. Si pusiéramos en una cajita un euro cada día de cada español, en un año habríamos recogido la cantidad de catorce mil seiscientos millones de euros; todo eso, privándonos de un café cada día. ¿Se imagina alguien con esa cifra las cosas que podríamos arreglar? Y, la cifra explicada, es la que aportaría España; de hacer Europa lo mismo, en un año erradicábamos la pobreza del mundo. Recordemos que, no estamos preparados para ver tanta desdicha; pero si estamos dispuestos para contemplar, con gozo y admiración que, por ejemplo, ahora, en este puente festivo, siete millones de vehículos en plan turístico, circularán por toda España, huyendo, justamente, de sus propias conciencias.

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