|
S.I.03 - LA PÁJARA, EL PÁJARO, EL PAJARITA Y LA ÚNICA VERDAD |
|
Después de tantos años, la despedida de ayer, Vitorio, deseo que sea por poco tiempo; sólo el de esta feria. También me dolían a mí los huesos al verte salir. Esa pierna que tanta guerra te da, hizo que tomaras la decisión de quedarte en casa lo que resta de feria. Vuelve pronto, lo deseamos todos. Pero yo se, en el fuero interno, que falta también la ilusión por seguir viniendo a contemplar como la fiesta está mucho peor que tu pierna. Tú, con tu bastón la sujetabas y tirabas p’alante; la fiesta no hay bastón que la enderece, si acaso una buena garrota. Con ella, y en buenas dosis, quizás. Hoy, estas líneas, quiero que sean un homenaje a tu afición y compañía durante tantos años. Vitorio, ¡va por ti!. Un gran titular. No por bueno, sino por largo, más de lo habitual. Y es que cuando de milagros se habla hay que profundizar tanto, que uno llega hasta la Santísima Trinidad, naturalmente con el debido respeto y sin ánimo de ofender. La pájara, el pájaro y el pajarita, son como el Misterio, tres personalidades distintas en una sola unidad. Dicho esto, no tendré más remedio que explicarme y explicarlo, no sea que yo mismo me vaya a liar. Vengo diciendo desde siempre que el Toreo es un milagro, lo que nunca había dicho es que es un misterio. Y voy a tener que empezar, no vaya a ser que lo descubra otro y me quite la patente. Es un misterio total. Y si todavía no lo se explicar del todo, es porque acabo de empezar, pero llegará el día en que todos podamos saber de qué va. Si aquí en la tierra, o en el cielo, no lo sé. Pero habrá que saberlo, pues que hay misterio, eso seguro. Yo, para empezar, traigo a colación las distintas personalidades, tres en una, del misterio que en la plaza ha habido hoy. No hay manera de explicar, de lo contrario, como un señor puede ocupar ¡y preocupar! tanto a la afición. Se sienta en el palco y allí se las den todas. Todo un misterio. Que una faena de Uceda a una burra inválida y borreguil, además con trasteo muy desigual y, naturalmente, sin emoción alguna, le produce una pájara monumental, confundiendo lo que debe ser el toro y el torero y, para más inri, no sabe contar los pañuelos de los pedigüeños ni valorar la plaza en la que preside, pues ya tenemos una parte del misterio. Menuda pájara tenía el Sr. Presidente. Que aparece en el redondel una ruina de toro, -como todos los anteriores, terciados y sin trapío- que cual escombro pasa más tiempo en el suelo tirado que sustentado su supuesto poder; que la afición, y quienes no lo son, le reclaman de aquella manera con la que comenzó la revolución, que esa ruina no es apto para la lidia y, por tanto, debe ser devuelto al corral, pues nada, ahí se las den todas. No es de extrañar la exclamación: menudo pájaro hay hoy en el palco. Con razón, un pájaro de cuidado el Sr. Sánchez. Contagiado su matador, Antón Cortés, se dedicó a pasarse por el forro la opinión del respetable y se tiró, sabe Dios cuántos minutos dando la paliza, con posturas y con estoque, al personal. ¿Otro pájaro?, este no, un ¡petardo...! como el que se le dedicó. Y si a un dúo tan interesante, se le añade una pajarita, que D. José Miguel, el susodicho Presidente Sr. Sánchez se suele gastar, apoyado en no se qué misterio que le pasó el primer día que presidió, hoy con la conjunción de este misterio, podría y debería ser el último día de presidir. La afición de Madrid, no necesita presidentes como él. Para misterios como este: una pájara a traición, un pájaro de cuidado y una pajarita al cuello, no está preparada, ni lo acepta, la afición. Milagros, sí, el toro y el toreo de verdad. La única verdad, llegó en el último. La única que existe en esta Fiesta. A ella colaboró, ahora sí, por miedo a la revolución, el de la pajarita. Devolvió a la birria inválida de Camacho -mucho menos que el anterior- y en su lugar se corrió un toro de Navalrosal. Serafín Marín, que sustituía a De Mora, tras su esfuerzo de la pasada semana, y otra vez con sobreros, dio una nueva lección, si no de torear, de valor sin cuento. Su firmeza y determinación doblegaron al toro, que ni era bueno ni tonto, simplemente toro, quien en las postrimerías tuvo que tragarse dos buenas series del catalán. La plaza ya estaba en pie, no de guerra sino de la emoción de la única verdad: la que da el toro en la plaza y la disposición de un torero, cuando pinchó reiteradamente, esfumándose la posibilidad de cortar nuevamente algún apéndice. En su primero, -birria de Camacho- estuvo gris como el toro y ya había quién preguntaba ¿Sera-el-fín?. En el sexto, hubo respuesta. Sigue su camino valiente. Que te mejores, Vitorio, que te queremos ver pronto por aquí. Si es en tarde con toros y presidentes de verdad, mejor. |
|
|