Sí, las subvenciones son la leche que amamanta a más de uno. En el cine y en España, a unos cuantos. En otras facetas de la vida, la vida pública, también hay subvenciones, con lo que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que ¡las subvenciones son la leche!.
No hay empacho al decirlo, ni siquiera segundas intenciones, sino que así es, así parece y así lo cuento. Gracias a ese capítulo de las subvenciones muchos protagonistas de la vida diaria, en distintas facetas del arte: el cine, el teatro, la música, la danza, etc. pueden vivir y viven. Muchos de ellos, viven muy bien. Pues de todo eso carece la Fiesta.
La Fiesta, que sí tiene vacas, -ese debe ser el motivo de la negativa a tener subvenciones- debe de amamantarse de sí misma. Pero es que esas vacas no son de leche; al menos para el reparto. Lo cierto es que la Fiesta no recibe subvenciones como tal y eso es un agravio comparativo de primera magnitud. Más a más, se la grava con múltiples tasas e impuestos y de los tipos más altos.
Los del cine protestan y ¡a chupar!. ¿No sería mejor dejarles libres dentro de las leyes del mercado?. Si sus películas valen, que las vendan y si no le interesan a nadie, pues o bien bajan los presupuestos y los honorarios que perciben tantos actores o dejan de hacerlas. Eso sucede en la Fiesta: toreros que casi no cobran ante las pocas recaudaciones e incluso festejos que no pueden celebrarse por los costes mínimos y que incluyen, desgraciadamente, la sangría que supone el muy ambicioso fisco.
Cuando uno escucha a la ministra del ramo, decir que se tendrá en cuenta esto o aquello en el mundo del cine y compara con la situación de desamparo de nuestra Fiesta, -guste o no, es nuestra fiesta- no tiene por menos que sentirse ofendido en lo personal y vejados los derechos de tantos profesionales (tantos o más que en el mundo del cine) y de tantos aficionados a los que se desprecia de forma total. El cine y sus aficionados tienen remedio a través de poder presenciar películas extranjeras; con eso se soluciona el problema, ya que los de aquí lo que tienen que hacer es despabilar y no pedir pesebre. La Fiesta brava, por el contrario, no tiene oferta alternativa.
Será que el ministerio al que pertenecen los toros no tiene presupuesto para pesebre ni subvenciones y de ahí la imposibilidad de ello, pero ¡joder! tiene fondos reservados y una parte la podría dedicar a preservar la Fiesta más española. Ya fueron dedicados a otras cosas menos educativas, menos culturales y que terminaron juzgándose como delito. Si una buena parte fuera a parar a la promoción de nuestra Fiesta, seguro que no era un delito. Un pesebre más, sería posible calificarlo, pero con eso se igualaría con otras actividades en España y se desharía el agravio comparativo.
Sabemos que no vamos a conseguir mucho con todo esto, pero lo mismo sirve para que se desahoguen muchos aficionados haciéndonos sus comentarios. Y es que ¡las subvenciones son la leche!; sin ellas habrían desaparecido muchas actividades. Más que nunca las necesita la Fiesta. También aquí se necesita promoción y apoyo para que acuda la gente al cine. Perdón, a los toros.