En este día tendrá lugar, allá por tierras michoacanas, en México, la intervención quirúrgica a la que será sometida la torera Hilda Tenorio. Ella, como tantos otros, ha pagado con sangre su grandeza como torero. Hilda sabía, como no podía ser de otro modo, las dificultades que entrañaba esta profesión y, pese a todo, decidió consagrar su vida en dicho menester. Está claro que, la torera michoacana se ha llevado el respeto de todo el mundo; y lo ha logrado no ya en calidad de mujer, sino como torero puesto que, como tal, ha logrado los triunfos más que necesarios para que, desde todos los frentes, el respeto, haya sido una norma.
Tras su apoteosis en el ruedo capitalino, días más tarde, en la misma arena, tuvo que sufrir la cogida por la cual, ahora será intervenida. Como sabemos, los toros cogen de verdad, hieren con saña y, en muchas ocasiones, como se ha demostrado a lo largo de la historia, mandan al torero hacia un mundo mejor. Y, sin lugar a dudas, ahí estriba la grandeza de esta profesión. En su caso, Hilda Tenorio ha tenido cornadas muy fuertes; algunas, hasta de las llamadas de espejo; esas cornadas que, en tantas ocasiones, han logrado que un torero se apartara de los ruedos; sin embargo, ella, como se ha evidenciado, las cornadas han servido para motivarle mucho más, para acrecentar su desmedida ilusión y, por encima de todo, como acicate para lograr sus propósitos. Estamos, como no podía ser de otro modo, ante un caso singular entre la torería; Hilda Tenorio es la causa y motivo de estas líneas. Y no es una lisonja; más bien, mis letras, quiero que sean una prueba más de la gratitud que todo buen aficionado pueda sentir por una mujer que, además de su valor, hasta nos entrega su sangre; todo, por ver hecho realidad lo que un día soñara: SER TORERO.
Ahora, cuando se reponga, Hilda Tenorio nos explicará, con todo lujo de detalles, las circunstancias que rodearon a su vida cuando a primeros de temporada, cargada de ilusiones, llegó a España y, por imponderables del destino, tuvo que marcharse hacia México sin vestirse ni una sola tarde de torero. Cierto y verdad que, dichos imponderables, tienen nombres y apellidos y, como explico, en breve, Hilda nos dará todos los detalles. Estamos ilusionados ante esta charla que, como ella nos decía, procurará, desde todos los frentes, aportar la carga de sinceridad necesaria para que, usted, amigo lector, desde México y desde el mundo, se siente identificado con el manantial de sus ilusiones. Como estamos viendo, Hilda Tenorio no es una anécdota simpática entre la torería; se trata de una bendita realidad de una mujer que, en aras de su profesión, no le importa jugarse su joven vida.
Entre otros de sus muchos proyectos, entra en liza tomar la alternativa, sin lugar a dudas, el primer paso importantísimo y de gran relevancia de cara a su futuro. Si llegar hasta ahí, ya le ha costado mucha sangre, ante los hechos que está protagonizando esta mujer, le entregamos todo el respeto del mundo; respeto y admiración puesto que, no existe otro parámetro que la pueda definir mejor: TORERO.
Un torrente de ilusiones es lo que corre por sus venas y, cada tarde, a medio que el toro le permita, Hilda Tenorio, logra conectar con los tendidos con una facilidad increíble. Es cierto que, su carrera, plagada de tantos sinsabores, al final, deberá tener el premio del éxito. Dificultades, en el devenir de sus días, no le faltarán; muchas se las pondrán los toros y, las más, los hombres; pero su fortaleza, como ha demostrado, podrá con todo. Como ella una vez nos confesara, sólo Dios puede alejarla de su destino, que no es otro que ser torero. Quiera Dios que, la torera admirada se reponga pronto y, antes de finalizar el año se cumplan todas sus ilusiones, ante todo, el poder tomar su alternativa, sin lugar a dudas, el hecho más relevante para una mujer y, quizás mucho más, para la torería mexicana.