En el día de ayer, en rueda de prensa, quedamos informados que la temporada para Manuel Jesús “El Cid” había concluido. Y no es una comunicación normal, aunque no sea el único que ha dado por terminada su temporada. Representa algo más para el torero y también para los aficionados.
Para el torero, que más ha destacado en esta temporada de 2005, supone cortar una trayectoria a la que le quedaban muchas cosas por decir. Entre otras plazas y compromisos, le quedaba enfrentarse en solitario, en Sevilla, a seis toros, lo que habría de suponerle un broche a esta temporada de su consagración. Pero habían más compromisos: Albacete, Murcia, Guadalajara, Salamanca, Logroño... muchas citas que se quedan sin hacer.
Para los aficionados, de todas esas plazas y otras más, queda la ausencia de la novedad de la presente temporada. Quizás la más interesante de los últimos años y todo ello por varias razones, siendo la principal venir avalado por sus triunfos en Sevilla, pero sobre todo en Madrid y por haberlos obtenido con los toros de Victorino. Y es que no es igual con ese ganado que con otros. No es igual. Los madrileños, impulsores de este proyecto de torero auténtico, no notarán esa ausencia, pues ya era ausente en la feria de otoño. Así no tendrán mayor decepción.
Pero la noticia viene dada por la repercusión de la lesión. Lo hace por una lesión importante en el codo. Ya estaba dañado con antelación y ha sido en su reaparición en la corrida goyesca de Ronda donde se resintió nuevamente. En principio pensó en descansar y prepararse para la cita la semana próxima en solitario en Sevilla, pero los médicos y el sentido común han impuesto su ley: la lesión es importante y caso de forzar podría dañar más el codo y consecuentemente tener peores consecuencias. Así que lo mejor para preservar la salud de esa articulación, es parar. Parar pero en serio.
El Cid, cuyos logros en la presente temporada nadie discute, inteligentemente ha preferido arrinconar proyectos y dineros y pensar en su futuro. Ese futuro pasa por estar en plenas condiciones y no por atropellar las cosas. Un afán mal entendido de querer cumplir compromisos o arañar dineros, que naturalmente serían muchos dados los festejos pendientes, hubiera podido provocar una lesión mucho mayor que, a buen seguro, le hubiera impedido continuar su carrera.
Debemos alegrarnos por que suspenda su temporada. Y no es contradicción. De ese modo podremos seguir teniendo a Manuel Jesús para los próximos años. Nos dará igual si para él supone ganar dinero o fama, lo que nos importa es que pueda seguir enfrentándose a los victorinos en plenitud y poder disfrutar de sus condiciones toreras. Eso debe mover a todo aquel que se sienta en una plaza.
Deseemos y confiemos que en las manos del ahora ya famoso Dr. Villamor, tenga el tratamiento y la recuperación debida y que los primeros compases de la temporada próxima en España sean nuevamente los de la consolidación de El Cid como un torero capaz y auténtico. Ignoramos si para las ferias de América estará ya en condiciones, en la rueda de prensa pensaban que sería posible en mes y medio estar listo, pero de igual modo, para hacerlo tendrá que ser en plenitud. No hay razón para arriesgar. Basta con el ejemplo de Ronda para saber que no se debe arriesgar innecesariamente.
No será ese torero capaz de arrastrar multitudes y de generar desbordantes ilusiones entre el conjunto de los aficionados, pero es mucho más que lo que hay arriba en la actualidad y representa buena parte de la autenticidad que se reclama. De ahí que nos preocupemos tanto como él por su estado físico. Que se recupere es lo que le deseamos de verdad.