Este año, sin lugar a dudas, es el año de gracia para Rafael de Paula; además cumplirse 45 años desde que tomara la alternativa en Ronda, estamos en el mes de septiembre y, ya se han editado dos libros sobre la figura mítica y legendaria de este torero singular. Torero que, el paso de los años, como hemos comprobado, no ha mitigado en lo más mínimo su figura enigmática. Rafael de Paula, obviamente, por razones de edad, está retirado; pero su obra sigue vigente, como las pruebas demuestran a diario. Su nombre, su figura, su emblema artístico, sigue tomando vida, si cabe, cada día, un poco más.
En estos días, Jesús Moreno Muñoz, hijo del maestro, ha dado rienda suelta a sus sentimientos y ha publicado DE NEGRO Y AZABACHE, una versión sincera como apasionada de un paulista empedernido que, como él confiesa, no ha escrito un libro como hijo del maestro, sino como un aficionado convencido de que, para él, como para tantos miles de aficionados, Rafael de Paula supuso un capítulo aparte en la fiesta de los toros. Jesús Moreno, en esta ocasión, se ha sentido como un aficionado más; con la salvedad de tener el embrujo suficiente para plasmar, en blancas hojas de papel, las emociones que su padre le hacía sentir dentro de los ruedos. El libro es un compendio de crónicas bellas, de emociones sentidas, de transmisión de sensaciones que, como Jesús las sintiera, así se las quiere regalar al mundo.
Hace casi cincuenta años que venimos hablando de Rafael de Paula y, seguro estoy que, como antes decía, el paso de los años solo servirá para que, su figura, siga viviendo en el alma de los aficionados; primero de todos los que tuvimos la fortuna de admirarle y, en generaciones venideras, porque todos querrán saber de alguien que, en su momento, era capaz de cautivar con su arte y embrujo. Ahí estarán los libros, las crónicas, reportajes y entrevistas que, todo, al paso de los años, dejará constancia de un hombre que, si artísticamente era genial, como ser humano, ha sido capaz de convencer con la misma intensidad en que lo lograra vestido de luces. Ahora, Jesús Moreno Muñoz, partidario acérrimo a la filosofía artística de un hombre que, para dicha suya, además de torero genial, es su padre. Por todo ello, el chico de Paula, como dirían por aquellas tierras jerezanas, ha puesto su granito de arena para que, Rafael de Paula siga vivo artísticamente entre todos los que le admiramos. Gracias a Jesús Moreno Muñoz, ahora, una vez más, podemos rememorar pasajes hermosos de la vida artística de un torero que ha sido único e irrepetible. Como el propio Jesús confesara, la grandeza de su padre, como artista, logró tales dimensiones que, hasta impidió que sus hijos lo intentaran; sencillamente porque, desde el primer instante comprendieron que, repetir aquella proeza artística, era humanamente imposible.
Ahora, como explico, si acaso para festejar la efemérides de su alternativa, su hijo, ha querido inmortalizar al padre con este libro escrito bajo los efluvios del sentimiento de un aficionado que, a la postre, le cabe la fortuna de ser hijo de Rafael de Paula. Jesús Moreno, como presagio del título del libro, ha querido vestirlo con la misma elegancia que solía vestir su padre cada tarde. Efectivamente, el libro, bien merece la pena. Saber y sentir por un artista siempre es reconfortante; así nos lo ha recordado un aficionado ejemplar que, ante todo, sin rubor, se confesa paulista empedernido. ¿Cabe mayor sinceridad? Y ese será el éxito del libro; la sinceridad, el gusto y bien decir en aquello que tantas veces hemos admirado y que, ahora, bajo la pluma sincera de un hombre apasionado, una vez más, podremos admirar y gozar del Rafael de Paula inolvidable.