Las denominadas Corridas Generales se pueden clasificar como las más importantes de España y no somos pocos los que pensamos que Bilbao es la tercera gran feria de la temporada. Hay por ahí quien opina, incluso, que podría ser la segunda y se ampara para ello en la presentación del toro. Pero en justicia hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que suyo es y así Bilbao queda en un importante tercer lugar dentro del calendario taurino. Sí es cierto que su mayor atractivo (el mayor de muchos) es el toro. Su presentación es impecable, la selección inmejorable, la variedad de encastes poco frecuente en otras plazas y lo que se mueve alrededor del animal, casi único. En definitiva, Bilbao es el toro. Todo esto se debe a una Junta Administrativa que rige los designios de la plaza y cuya actuación y modo de trabajo podría ser un modelo a imitar por todas las plazas del Planeta. Luego está aquello de que es un puerto importante y en unas fechas complicadas, después de que las grandes ferias han quedado muy atrás. Llegan los toreros con otra predisposición, sabiendo que es cartel de feria grande.
Las corridas de toros a pie empezaron con una corrida del Marqués de Domecq, bien presentada y en la que los toreros se dejaron ir bureles de triunfo, de los que no se pueden ir con las orejas puestas. Ya en esta corrida empezaba lo que iba a ser una constante hasta la mitad de la feria: el tema de las sustituciones. Faltó Serafín Marín y Vista Alegre se quedó sin ver a una de los toreros en los que hoy están puestas las esperanzas. El lunes se presentaba la corrida de Torrealta, habitual en el coso Bilbaíno, bien presentada pero floja de fuerzas. Dos toros hubieron por ello de ir al corral, los dos de Tejela que decidió correr turno en el primero y se encontró en su segundo con uno feucho de cuerna y huidizo de Juan Manuel Criado. De esta corrida hay que señalar que estando anunciadas todas las futuras figuras del toreo ninguna salió a comerse a sus compañeros ni a decir aquí estoy yo. Faltó competencia y era el lugar adecuado para que se diera. Juan José Padilla sustituyó en la corrida de Torrestrella a Enrique Ponce y la idea de la Junta era que alternara también el rejoneador Andy Cartagena (la baja de Ponce bien vale dos toreros) pero éste se negó a participar por el estado del suelo, mojado. Preciosa de lámina y de presentación la corrida. Bien hecha, todos similares, bajos de pecho, hondos y muy serios por delante, de excelente comportamiento en general y muy buenos el primero, el segundo y el cuarto. Fue un cartel con mucho movimiento de toros y ya al final uno no sabía lo que estaba viendo. Sobreros de Pérez Tabernero y de Loreto Charro y otro de Torrestrella, un lío. La entrada de Padilla en Bilbao estaba justificada porque venía de indultar un toro en San Sebastián y de cortar, la tarde anterior, cuatro orejas y dos rabos. También aquí cortó una oreja, junto con el Fandi. De vacío se fe Manzanares que había agradado en la feria anterior. Muy mala, aunque bien de presentación la corrida del Puerto de San Lorenzo. Padilla de nuevo por Ponce, merecido y Rivera Ordóñez por Barrera herido en San Sebastián. Esta sustitución no la esperaba nadie y es que no tenía ningún sentido ¿Presiones? Vayan ustedes a saber. Rivera hizo lo que le es propio, nada excepto cobrar. Padilla estuvo digno y gustó y El Juli convenció. Tampoco esta corrida se lidió entera. Un sobrero del Puerto y otro de Campo Cerrado. Una de las sorpresas la iba a dar Iván Fandiño en el día de su alternativa que cogería de manos de El Juli. Demostró el Vizcaíno estar a la altura de las circunstancias y tener la cabeza bien amueblada. Interesantes sus aperturas a los dos del Ventorrillo que le tocaron en suerte. Eran toros de buena presentación y de buen funcionamiento por lo general. El Juli ya no venía a sorprender porque a todos nos llevaba tiempo sorprendiendo. Estuvo serio e inteligente, haciendo bien las cosas y de nuevo dejando en el armario del hotel su toreo de factoría. Una oreja para El Juli de mérito. Vega había encantado la feria anterior e incluso la anterior a la anterior que fue cuando el lío de los dineros. Pero parece que ya se ha apagado este torero, que ya no tiene nada dentro, que le pueden el tedio y la abulia. Según lo demostrado, un torero a la baja. Preciosa de presentación y buena de juego la corrida de Alcurrucén, muy esperado el evento que en principio quería emular el cartel triunfador de Madrid: Rincón, Cid y Castella con Alcurrucén. Pero de nuevo había baja, esta vez en César Rincón que fue sustituido por El Juli que abrió cartel. Se recibió a los toreros con una ovación que recibieron desde el tercio. No estuvieron los toreros a la altura de lo que se esperaba. Destacó Castella que demostró tener un concepto muy bueno de la verónica y que ligó dos tandas de naturales de cuidado a su primero. Pero pinchó y ahí terminó la cosa. Al segundo una apertura doblado por debajo de impresión, pero no convenció en el resto de la faena. A Castella se le ha escapado Bilbao cuando no eso no podía ocurrir, sobre todo porque pudo ser uno de los que quedarán con una oreja en su haber y no lo fue y porque al primero, además de los naturales, y por el son que tenía, hay que saber medirle la faena y aprovechar la calidad en la embestida y en la arrancada y liarle un taco. No estuvo a la altura. Bien estuvo El Juli, acoplado con el primero al que tuvo que descabellar muchas veces y dándose un arrimón de peso en el segundo, arriesgado y no sin ton ni son sino sacando tandas cortitas y buenas en ese terreno tan complicado. Tres de los toros de Victorino fueron aplaudidos de salida. Muy en Albaserrada y de distintos juegos, como es el tipo. Más que digno El Fundi, profesional y lidiador en los dos de los cuales el primero se las traía, aunque se podía con él y el segundo también, muy complicado. El bueno de la tarde, el que mete la cara y se desplaza, el que casi deja estar y colocarse, el que el torero sabe que es de triunfo en cuanto lo ve salir fue el tercero, para El Cid. Sabe entender este encaste como es y con ellos su muñeca funciona más habitualmente que con otros toros. El no los quiere y pretende ir quitándose pero las estadísticas son las estadísticas y le van colocando, cada vez más, como un torero de Victorinos. La de Cebada fue bonita de presentación, desigual, peligrosa y complicada. Volvió Padilla y le cortó una oreja a su segundo en una faena de las suyas, que pueden gustar o no, pero que convencen al respetable.
Se fueron las ferias del Norte casi sin triunfos sonados. Lo fue el de Padilla en San Sebastián a base de indultar un toro, que no es poco. Luego, de oreja en oreja, se ha puesto en triunfador del Norte ¿Será verdad eso de que por aquí disfrutamos con el torero bravucón, el del zapatazo y el gesto tremendo? Se fue también como triunfador El Juli que ha sorprendido a propios y extraños y eso lo comentan hasta sus allegados; algo fallaría antes para que ahora se sorprendan. Da gusto ver como algunas ferias pueden motivar toreros. Se han ido de vacío Perera, que gustó pero que no sonó, Gallo, Tejela y sobre todo, por esperados, Castella y Vega, este último muy faltico de todo. Lo peor de estos toreros es que no comprenden que ser figura del toreo es estar todos los días en el sitio y estar todos los días es querer comerse a quien se ponga por delante, animales y hombres. Impecable el Fundi, salvando los muebles en el último momento el Cid y con la cara alta Fandiño. Salió el toro en Bilbao, como siempre y se quedó en el campo en Donosti, como siempre. Pero es menester cambiar aquí esa tendencia. El futuro de una plaza depende de ello.