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Lázaro Echegaray |
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España |
[
01/09/2005 ] |
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RESUMEN FERIAS DEL PAIS VASCO I |
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Llegados a estas alturas de la temporada, ya terminado agosto, creo conveniente hacer un resumen de lo que las ferias agosteñas del norte han sido y su repercusión en el acontecer de la fiesta. Es mi intención tratar la realidad de dos ferias que se suponen de importancia: San Sebastián y Bilbao y cómo las cosas han transcurrido en ellas. Importancia en cuanto a que suponen, hasta que el nuevo reglamento andaluz no entre en vigor y Málaga se convierta en plaza de primera, las dos únicas de este tipo en el mes de agosto y salvando Zaragoza y la Feria de Otoño en Madrid, los últimos grandes puertos de la temporada. La plaza de toros de San Sebastián es una plaza que desgraciadamente está a la baja. Ya la temporada pasada hubo escándalos importantes en cuanto a la desilusión del público que se sintió estafado en más de una ocasión. El esplendor de los primeros años, las ansias de conseguir una feria no ya que emulara al antiguo Chofre sino digna de su categoría, fue cayendo en saco roto y cada año las cosas han ido a peor. El balance de este año en San Sebastián hay que empezar a hacerlo en las novilladas que conformaron el Memorial Manolo Chopera y que se vieron reducidas considerablemente en el número de festejos. El análisis de las novilladas no deja lugar a dudas: el público no acude a ellas y es lógico que se disminuya el número de festejos o que se reparta entre otras plazas de la misma empresa, como ha sido el caso. Ha descendido el número de entradas en la misma proporción en que lo ha hecho la calidad de los carteles. Aquellos de antaño, que movían a casi tres mil personas hasta los altos de Illumbe, ya no se dan. Sin embargo la pregunta es: ¿existe un cartel de novilleros como el que existía en aquellos primeros años? ¿Hay novilleros que lleven público a la plaza como los llevaban los Jiménez, Valverde, Vega, Castella, Robleño y todo aquel elenco al que veíamos desfilar? En caso de que fuera así, de que los hubiera ¿era lógico que las novilladas congregaran a ese número de personas o era simplemente la novedad del momento? Sea como sea, las novilladas siempre han estado bien preparadas, de juego impecable y con un ganado digno de tener en cuenta en lo positivo. Sin embargo el público no acude y los aficionados cada año tenemos más dudas sobre su continuidad. No obstante no podemos pretender que sean las novilladas las que hagan afición hacia las corridas de toros (suele ser al revés) y en éstas la bajada de público es alarmante. Cualquier entrada de las que este año se ha dado por buena era habitual en otros años. El público es una de las partes más importantes de la fiesta ya que es quien mantiene este tinglado en pie. Hay que conocerlo, quererlo, mimarlo y agasajarlo y eso, mal que nos duela, no pasa en San Sebastián. Las repercusiones de una feria nefasta como la del año pasado se dejan ver en éste y eso es lo más normal del mundo. La única solución para que ese público enfadado volviera este año a la plaza era confeccionar carteles que levanten ánimos e interactuar de alguna manera con el ofendido. No podemos pretender levantar una feria a base de Condes, Finitos y Riveras porque desgraciadamente van a lo que van, se preocupan más del papel de revista que de la lidia, se quitan los toros de en medio, recogen el dinero y se van. Ya tienen ustedes al público cabreado tres días (y esta feria dura ocho). Estos toreros del corazón, sin corazón, ya no llenan las plazas; ha quedado demostrado. La gente prefiere verles en las revistas o en la tele donde nunca defraudan a pagar un dineral por verles fracasar en el ruedo. La empresa decidió que sus toreros actuaran varias tardes en esta su plaza y nada hay en contra de ello. Nada porque a la sazón todos los toreros de la casa salieron triunfadores. Gallo, Barrera y Hermoso de Mendoza. Mención especial para Barrera que siendo el peor cotizado fue el que supo determinar aquello de que más vale honra sin barcos...Barrera llegó, convenció, cortó apéndice, repitió en sustitución y cayó de nuevo herido. En lo demás hablar muy positivamente de El Juli (quién lo iba a decir) que apareció con una nueva concepción del toreo y que todavía tenía mucho que decir en la feria siguiente. Orejas sueltas como la de El Cid con los de San Martín, Fandi con la del Ventorrillo... Poco más en cuanto a toreros. En el apartado toros, que suele ser lo más importante, casi todos impropios de una plaza de primera categoría y no vale escudarse en que San Sebastián siempre ha sido la Sevilla del Norte porque el toro de Sevilla no es muy grande (ni falta que le hace) pero adquiere una presentación que por aquí no se vio casi ningún día. Decepcionaron muchas ganaderías, no salió bien el debut de los Choperita con Miranda de Pericalvo (señalar la desigual presentación) de la que se esperaba mucho por conocer el juego de sus novillos y agradó la de Jandilla. Llegó la corrida de Victorino y todo cambió. Los jurados a la mejor corrida o al toro más bravo respiraron porque encontraron una puerta de salida a sus veredictos. Victorino sacó una corrida ejemplar. Los que estuvimos en San Sebastián podemos presumir de haber visto un indulto de los de verdad, no de esos que se dan en cualquier feria. Todos somos conscientes de que una cosa así quizás no la volvamos a ver. Pero ojo, una corrida así con un toro así salva una tarde, nunca una feria entera, aunque haya sucedido el último día. Asusta ver a San Sebastián convertida en una plaza de trámite, donde todo el mundo desfila en lo que empieza a suponerse una preparación para Bilbao que es el puerto grande. No sale el toro y va de boca a boca la mala presentación y selección del ganado. Parece que la plaza cae y ha costado mucho trabajo, a todo el mundo, hacer una feria en Donosti ¿La vamos a dejar caer ahora? Ya no se trata de si la feria ha sido mejor (que lo ha sido) o peor que el año pasado. Se trata de empezar a ver que la gente no acude a los tendidos cuando otros años lo ha hecho. Se trata de ver como los aficionados salen todos los días desilusionados, tristes y cabizbajos. Se trata de ver que además a la gente, ya ni le va ni le viene. Sobre todo, se observa que esto tiene poca importancia por el talante de los toreros y por el ganado con el que vienen a Donosti. Ha habido un comentario general en la plaza este año: “Esto se va a pique”. Y se va cuando a un torero le importa tres cojones (permítanme la expresión) salir de aquí con orejas, con bronca, con pitos o en silencio. Es un mero trámite y cada vez más. Y las broncas de este año estaban ya olvidadas en el panorama taurino. Por algo habrán resurgido. Y todavía ha habido críticos que han dicho que el público de esta plaza es santo y bendito. Imagínense. |
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