El sábado 27 de agosto, dejó de existir un gran amigo… don Alfonso Navalón, a penas y me enteré, no lo podía creer, había estado con él durante la reciente Feria de San Isidro en Madrid, y ahora era todo historia.
Un crítico taurino muy exigente que hizo historia y rebasó con sus escritos la frontera española. Hizo historia no porque fuera su intención, sino, porque fue la consecuencia necesaria de su apasionada entrega.
Don Alfonso, fue un hombre honesto consigo mismo y con los demás… no engañaba a nadie con falsas poses; obviamente que a muchos no les agradó la crudeza de sus juicios, pero así era él… sincero, caprichoso, en momentos, juguetón pero con una vitalidad que desbordaba.
Tuve ocasión de conocerle gracias a una extraordinaria amiga mutua… Rosa Jiménez Cano, a quien ambos le tenemos un enorme aprecio, fue después de una corrida de la Feria de Otoño cuando nos invitó a tomar una caña… y entonces como yo no bebo alcohol… pedí mi tradicional Casera… una exquisita gaseosa española, y eso fue suficiente para haber sido objeto de sus graciosos y sarcásticos comentarios. Así comenzó mi amistad con don Alfonso.
Los amigos… nos decimos siempre la verdad para no asesinarnos con la mentira, y por eso, en ocasiones, yo no tuve empacho en mostrarle mi desacuerdo por algunos de sus artículos, y se lo dije de frente… ¡así tienen que ser las cosas! Lo discutíamos serenamente y todo en paz.
Por eso repruebo enérgicamente la actitud de Mario Juárez, por enjuiciar a través de su escrito a alguien… que ya no tendrá la posibilidad de defender sus argumentos, lo que le resta al joven Juárez, sin lugar a dudas, toda validez como periodista y, sobre todo, como ser humano.
Era una delicia charlar con don Alfonso sobre todo de toros… y siempre me exigía que fuera más crítico en mis apreciaciones, más fuerte en mis juicios. En el fondo esta exigencia a mi me agradaba… estando en México inmerso en un mundo taurino, en donde parte de la prensa es tan corrupta, me daba ánimos para continuar luchando.
De don Alfonso llegué a tener incluso… la emoción de haber leído, de sus letras vivas, comentarios inmerecidamente dedicados a mi persona, guardo sobre todo y con mucho cariño, este último artículo que tuvo la amabilidad de escribir, y que ahora me permito compartir con usted, lector amigo:
http://www.alfonsonavalon.com/paginas/comunicados/90.htm
Todavía recuerdo cuando en la reciente Feria de San Isidro… diariamente le escuchábamos sus agudos y rijosos comentarios... para un torero o de una ganadería, siempre aleccionador. Una de esas tardes… Rosita Jiménez Cano nos invitó a don Alfonso, a don Julio Téllez y a un servidor a comer en su casa con su extraordinaria familia… ¡un domingo familiar!, y ahí transcurrieron 4 ó 5 horas que fueron el compendio de un maravilloso tiempo que ya ha quedado en el imperecedero recuerdo.
Don Alfonso seguirá vivo… seguirá entre nosotros, gracias al enorme legado que tenemos por sus intensas letras vivas… sus libros, sus crónicas, sus artículos.
Y sobre todo… el legado de ser él mismo, y no sucumbir ante ninguna arbitrariedad.
Sí, se ha ido un amigo, pero sólo físicamente. Un hombre que fue, a pesar de lo que puedan decir sus detractores, un excelente periodista, un gran taurino, pero sin lugar a dudas, un extraordinario ser humano, a quien tuve el privilegio de tratar y la fortuna de ser su amigo.
Descanse en paz don Alfonso Navalón Grande, controvertido periodista… por decisión propia.