En la América taurina ocurren situaciones que se enmarcan en círculos viciosos de los cuales es difícil salir a no ser que se le eche afición o creatividad al desarrollo de la fiesta. Muchos de nuestros toreros se quedan deambulando en la profesión sin llegar nunca a lo que soñaron ser, ni a dar lo que en realidad pudieran dar. Todo por la falta de corridas. Se pierden por lo poco que torean, por la falta de festejos importantes que les dé el rodaje necesario que les permita conseguir el sitio para poder con los toros. En nuestro continente, con la excepción de México, no hay las suficientes corridas, o no las hay con la suficiente categoría para que los toreros tengan la oportunidad de formarse adecuadamente y sacar todo lo que tienen dentro.
Todo esto viene a cuento porque luego de la corrida del 14 de agosto en Bogotá, hubo muchas y distintas voces que calificaban la actuación de los toreros que se presentaron ese día. Que si habían aprovechado los toros, que si se les habían ido, que fue un desperdicio, que no estaban preparados, que si habían mejorado, que unos si pero otros no, que había que estar ahí, que esa era una auténtica corrida de toros - de esas que las figuras no quieren ver ni en pintura - ,que la corrida fue muy dura, que haber estado ahí era de por sí un triunfo, en fin, un sinnúmero de voces tan contradictorias como sus posteriores conclusiones.
La verdad, los tres entregaron lo que tenían dentro y si no fue más se debió a no poder estar lo suficientemente rodados y preparados para enfrentarse a toros encastados y con complicaciones. Pero que se puede pedir, si torean dos, tres… si mucho diez corridas al año. Es como pedir un libro a quien por ahora aprende las letras.
Hay gran cantidad de toreros colombianos, e imagino que así ocurre en Perú, Venezuela y Ecuador, que pasan los años sumando de a cinco a seis corridas, toreando donde se pueda, perdiendo así toreros con posibilidades de ser importantes. No digo que todos vayan a ser una maravilla y figuras de renombre, pero si que hay muchos que si torearan más tendrían categoría para figurar y porque no, competir de tu a tu con los españoles. Porque hoy, como están las cosas, de pronto nunca podremos saber si la clase de Alejandro Gaviria podría llegar a cotas más altas, o la finura que trata de esbozar Ricardo Gómez llegará a evolucionar algún día, o si ese regusto y arte que se le ve a Ramses tenga espacio en las plazas importantes, ¿si Manuel Libardo toreara cuarenta corridas importantes al año, de que tipo de torero estaríamos hablando?. Veía a Joselito Borda en el callejón de la Santamaría, en las novilladas de verano, y recordaba las inmensas cualidades que mostró como novillero a finales de los 80’s que se quedaron sin romper y se desperdiciaron sin más, o la rabia que da pensar como el gran torero que lleva adentro Diego González por ahora no tiene el sitio que merece, no solo en Colombia sino en el mundo. No lo podremos saber, la fiesta de los toros es tan dura, que muchos buenos toreros no pasan de ser un nombre más en el escalafón y las circunstancias o el tinglado sobre el que esta montado todo este gran circo no deja que muchos puedan llegar. El toro pone a cada cual en su sitio, si, pero que por lo menos me pongan frente al toro, dirían algunos.
Varios toreros colombianos han tenido que salir del país para rodarse de mejor manera, acumulando corridas, y a fe que demuestran estar más puestos y con sitio, es el caso de Cristóbal Pardo, que consiguió cartel en Perú, Paco Perlaza conquistó a Venezuela y mira para México, Sebastián Vargas cosechó triunfos y corridas en la provincia mexicana. Pero no hay sitio para todos. Entonces porque no abrir, acá mismo en Colombia, el espacio para los demás.
Nuestros toreros necesitan corridas y ya se verá quien vale y quien no. Recuerden que el año previo a la explosión de Rincón en Madrid se montaron gran número de corridas en la provincia que sirvieron para que César se cuajase del todo y en la temporada grande llamara la atención de los taurinos españoles que apostaron por él. Una emisora, por ese entonces taurinísima, llegó a radiar ¡¡100 corridas!! en todo el año en Colombia.
Y aunque en la provincia colombiana se celebren buen número de corridas, en las plazas importantes nos limitamos a las temporadas grandes: Todo pareciera entrar a formar parte de ese manido circulo vicioso en el que no hay corridas porque no hay afición suficiente y no hay afición suficiente porque no hay corridas y no se dan corridas porque no hay toreros que interesen pero no hay toreros que interesen porque no hay corridas y así hasta marearnos.
Por lo visto hasta ahora hay un muy buen descubrimiento que han llevado a cabo las empresas en Colombia. Manizales lo hizo primero y Cali y Bogotá lo han replicado con éxito. Esas corridas con entrada gratis que se financian al vincular a la empresa privada han sido exitosas. Se inició con las novilladas y se ha extendido la práctica a corridas de toros.. Falta que Medellín entre en la onda. Si se programan minitemporadas previas a las ferias grandes, en donde todos los toreros colombianos con posibilidades tengan entrada y sea ese un escenario para demostrar quien merece ser incluido en los carteles fuertes de fin de año, se ganaría no sólo en el rodaje para los toreros, en fomento de afición, sino en la forma de dirimir de la manera más justa, quien si y quien no merece más espacio en las ferias. Rompiendo así con ese tácito terreno regional que existe para algunos toreros que por ser de tal o cual sector del país les queda más fácil entrar a una u otra feria. En Cali, por ejemplo, va ser difícil que en la feria le abran la puerta a Manuel Libardo o a Ramses, que se han destacado por la zona de Bogotá y alrededores, porque no entonces que en esas minitemporadas demuestren que tienen como llegar a las otras ciudades con fuerza, o si Ramiro Cadena y Gustavo Zuñiga despuntan fuerte en el Valle pues que se les pueda ver en Bogotá.
Dos corridas en Cali, Medellín, Bogotá y Manizales, serían 24 oportunidades de ver toreros, con la posibilidad de incorporar a otras ciudades como Cartagena y Bucaramanga multiplicando las opciones para los de a pie. Podrían ser en octubre y noviembre, fechas que por ahora acogen la mayoría de temporadas de novilleros, las más idóneas para esa eventual minitemporada y así se podría quebrar el diámetro del vicioso círculo.