Uno de los documentos más importantes sobre las corridas de toros ha sido, sin duda, la Carta Histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España que en el S XVIII encargara el Príncipe de Pignantelli a don Nicolás Fernández de Moratín. Nicolás, que fue joyero de la reina Isabel de Farnesio y catedrático de poética en los Reales Estudios de San Isidro, había compuesto, además, otras obras sobre tauromaquia como la Oda a Pedro Romero, torero insigne o su popular Fiestas de toros en Madrid, que dejarían importantes datos para el conocimiento de las antiguas tauromaquias.
En su Carta Histórica Moratín advierte del origen musulmán del toreo y de ella toma nota Goya al realizar los aguafuertes de su tauromaquia. También coloca Moratín a Rodrigo Díaz de Vivar como uno de los primeros que alanceara toros en España. Esta afirmación la toma Moratín de los versos de Bartolomé de Argensola: “Para ver torear toros valientes, fiesta africana y después goda, que hoy les irrita las soberbias frentes...” Los estudiosos han demostrado hoy en día que ambas afirmaciones no son correctas. Sí es cierto que los moros de Granada y de otros lugares de la Península gustaron de correr los toros a caballo y de ello nos da noticia Pérez de Hita en su estudio sobre las guerras civiles de Granada. Mas esto no significa que el trato con el toro sea originario de África sino más bien que fue costumbre tomada por ellos al llegar y apreciada como entrenamiento para la guerra. Respecto a las dotes toreras del Cid opina Cossio lo siguiente: “Ningún motivo hay para suponer cierta esta especie. El prestigio caballeresco del de Vivar, y el deseo de atribuirle todos los primores de la bizarría, tal como los entienden los españoles, debieron crear esa noticia de que tantos se han hecho eco, incluso señalando año, y no sé si día, pero de la que no hay rastro en lo mucho y autorizado que sabemos del Campeador”. No obstante la carta está llena de referencias sobre el toreo a pie de diestros olvidados como el Licenciado de Falces o Martincho y de otros de más famoso nombre como Pedro Romero, Costillares... También deja el tratado una importante relación sobre los tratados de tauromaquia escritos con anterioridad. Importante obra la de Moratín.
Fue Moratín contertulio habitual de la tertulia de la Fonda de San Sebastián, en Madrid, en donde estaba terminantemente prohibido hablar de política, premiando las conversaciones sobre toros, mujeres y versos. A ella acudían además López de Ayala, Iriarte o Cadalso y en un futuro el hijo del autor, Leandro Fernández de Moratín que brilló en los teatros con sus obras. En la opinión de Cossío fue él quien creyendo velar por la buena fama literaria de su padre, se tomó en las correcciones de la edición de las obras de su progenitor, más licencias de las debidas.
Moratín fue uno de esos escritores que trató el tema del toreo como uno más, pero con especial importancia. No se redujo sólo al campo taurino en su producción literaria sino que escribió múltiples anacreóticas (poesía erótico-pastoril), satiras y poemas extensos como el de Pedro Romero o Fiestas de toros en Madrid, que también sostiene la hipótesis del origen musulmán del toreo.
Los escritos taurinos de Moratín adquieren una importancia histórica desmesurada y nos ayudan a dilucidar como la tauromaquia ha ido desarrollándose y perfeccionándose a lo largo de los tiempos. Obsérvese la cita de la Carta Histórica en la que dice: “Algunos años ha, con tal que un hombre matase a un toro, no se reparaba en que fuese de cuatro o seis estocadas, ni en que éstas fuesen altas o bajas, ni en que le despaldillase o le degollase (...) Pero hoy ha llegado a tanto la delicadeza que parece que se va a hacer una sangría a una dama, y no a matar de una estocada a una fiera tan espantosa.” En efecto, ya estaba el toreo adaptándose a la civilización y saliendo de la barbarie, tal y como los tiempos requerían y han ido requiriendo cada vez con más fuerza. El perfeccionamiento ha llevado a que nunca el toro haya sido tratado con la delicadeza y respeto con que se trata hoy en día. Es la evolución de las ciencias y de sus métodos.