En carta abierta dirigida a la afición limeña, vía Internet, el Presidente del Consorcio Taurino de Acho, Roberto Puga Castro, confesó públicamente que el año pasado solicitó al director del diario El Comercio de Lima cese en su cargo al jefe de la página taurina, Bartolomé Puiggrós Planas. Por insólito que parezca el repudiable hecho, es verdad. El mismo Puga presenta las pruebas adjuntando el cargo de recepción de la carta que, con su firma y la de su socio y Gerente General, Juan Manuel Roca Rey, le remitiera al señor Alejandro Miró Quesada C., Director del Diario El Comercio, el 4 de mayo del 2004.
Tratando de explicar lo inexplicable, argumenta el cómo y porqué remitió esa carta y arremete contra el periodista usando términos insultantes en una prosa que lo pinta de cuerpo entero y me releva de cualquier comentario: “No es que intentemos desprestigiar al ya muy desprestigiado Puiggrós. Lo que ocurre es que suponemos que hay todavía algunos aficionados lectores de la sección taurina de El Comercio que desconocen su desprestigio, y a los cuales hay que orientar, para que finalmente caigan en cuenta sobre el porqué de tanta vileza y de tanta desinformación en las páginas taurinas de ese diario, que hasta hace 15 años eran prestigiadas por la pluma del Zeñó Manue.”
En febrero del presente año, el “desprestigiado” periodista -al lado de Enrique Ponce, Victorino Martín, Morenito de Aranda, Pablo Hermoso de Mendoza, Manuel Benítez "El Cordobés, TV Castilla-La Mancha, el novelista peruano Mario Vargas Llosa, Juan Posada, Victoriano Valencia y Eduardo Martín Peñato- fue galardonado con la medalla al Mérito Taurino, otorgado por Real Federación Taurina de España; frente a lo cual Puga enfiló su artillería contra tal entidad y su presidente, en los términos siguientes: “En lo que se refiere al premio que dice le han dado en España, nosotros que conocemos muy bien ese país sabemos que la entidad que lo condecoró no tiene ninguna representación y que su eterno presidente se vale de esos premios que anualmente da a un numeroso grupo de personas, para tener un motivo de figuración que sustente su permanencia en el cargo que se ha inventado”. Y continúa: “El referido presidente de la entidad que premió a Puiggrós no conoce la realidad peruana ni la obra de este periodista en nuestro país. Lo que ocurre es que hace dos años vino a Lima invitado a todo costo por una peña organizadora de un mini congreso de aficionados, y en esa oportunidad seguramente pensó que nuestra empresa lo “atendería”, lo que no sucedió, por lo que de regreso a su país no encontró mejor forma de vengar el desaire que premiando al periodista peruano que aquí conoció como enemigo declarado del CONSORCIO TAURINO DE ACHO”. (El subrayado es mío)
Soy consiente, amigo lector, que no es fácil leer este tipo de sandeces, producto de una mente enferma que ve enemigos por doquier, pero le pido comprensión y algo de compasión con quien, como yo, está en la obligación de transcribirlas para hacer mi nota objetiva.
Digiriendo las afiebradas elucubraciones del empresario ganadero Roberto Puga, puedo decir que, en los párrafos anteriores, pone en duda que el premio se entregara, para luego decir que, si realmente se entregó, el premio no vale nada porque la entidad que lo otorga carece de representación; que su presidente se ha inventado el cargo y reparte premios cada año en cenas de gala –con todo el gasto que eso conlleva- sólo para tener figuración y que es capaz de gastarse un mundo de plata para premiar a un periodista, cuya obra no conoce, con el único propósito de vengarse del insufrible desaire de no haber recibido de manos de Puga una entrada de cortesía para una corrida de toros en Lima. ¡Un monumento al absurdo!
Es obvio que Puga piensa que todas las personas son como él: capaces de albergar resentimientos y odios enfermizos contra quienes no participan de sus ideas ni se someten a sus deseos y, como sucede en el caso expuesto, puede llevarlo a contradicciones y desvaríos que lo ponen en ridículo ante la opinión pública y lo llevan a cometer repugnantes acciones que, lejos de avergonzarlo, son motivo de orgullo y se vanagloria de ello cuando, en uno de los párrafos finales de la carta que comentamos, escribe:
“Agrega Puiggrós en su artículo del pasado lunes que nosotros le enviamos el año pasado al director de ese diario (El Comercio) una carta pidiendo su cese. Es verdad, era la vía lógica y, lamentablemente. No tuvimos éxito. (El subrayado es de origen) Para que los interesados sepan las razones fundadas y probadas que nos llevaron a este pedido, les adjuntamos como anexo a esta el texto completo de esa carta recibida por el señor Alejandro Miro Quesada C., días antes de que El Comercio decidiera reducir a una pequeña sección, el espacio que antes tenía la página de los lunes. ¡Como si a Piuggrós no le bastara una columna para hacer el mismo daño!”
Cristalino como el agua ¿verdad? Se declara culpable y confeso, por escrito y públicamente, de un acto indigno que, sin embargo, tiene la virtud de confirmar la veracidad de las innumerables denuncias que, por atropellos, maltratos y chantajes, hemos recibido de la empresa los periodistas independientes.
Hacia el final de su escrito, se muestra relajado cuando dice: “Felizmente ya son muy pocos los que lo toman en cuenta”. Pero luego se entusiasma nuevamente y, haciendo gala de su “elegante” prosa que nos hace recordar el particular estilo de un periodista local -muy conocido por su incondicional sometimiento al ganadero empresario- nos dice: “Mil disculpas por aburrirlos nuevamente con el problema que nuestra empresa tiene desde siempre con Puiggrós, al que ya con resignación soportamos como se soporta a un grano purulento pero al que nos hemos comprometido a rectificar ante los abonados cada vez que destila su evidente ponzoña entre sus lectores, por cierto ahora muy escasos y felizmente ya enterados de quien es en realidad este personaje”.
La carta dirigida a El Comercio tiene los mismos injuriosos epítetos contra Puiggrós que no vale la pena reproducir pero contradicen lo dicho en la nota que comentamos en la cual lo califica como “un periodista desprestigiado a quien pocos leen y nadie cree” pues dice: “Es penoso reconocer que la campaña negativa que a través de El Comercio desarrolla el Ing. Puiggrós, movido por sus pasiones y enemistades personales, y dirigida contra nuestra labor, contra la plaza y contra la misma feria está teniendo éxito. Es posible que él próximo año (2005) que la Feria cumple 60 años, sea el último que esta se dé salvo que el mismo Puiggrós saque de la manga a algún “salvador” quien contando con su “asesoría especializada” esté dispuesto a hacerse empresario de Acho en búsqueda de auto promoción, blanqueo (de dinero se entiende) o relaciones públicas non santas”.
Sólo le faltó decir: “Después de mí, el diluvio”. Parece que Puga está convencido que es el Mesías redivivo de la fiesta y aquel que pretenda sustituirlo como empresario en Lima es, necesariamente, el Anticristo.
Sin embargo, al momento de plantear formalmente su pedido para que el “odiado periodista” sea desaforado del diario, no se confía en los débiles argumentos presentados y recurre al despreciable recurso de ampararse en los vínculos familiares y de amistad para tantear el fin deseado y dice: “Por eso y por la antigua relación de amistad y parentesco nuestra y de nuestras familias con los miembros de la familia Miro Quesada que siempre han estado tan identificados con la Fiesta Taurina, es que ahora nos permitimos enviarle esta carta… En todo caso, de lo que sí estamos seguros es que –salvo que usted decida prescindir de sus servicios- (el subrayado es mío) el Ing. Puiggrós seguirá ejerciendo el más vil de los oficios, utilizando el prestigio y la confiabilidad del diario decano, para hacer todo el daño posible a quienes estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo, asumiendo grandes riesgos y luchando a brazo partido por la fiesta de los toros de Lima. Firman: Roberto Puga Castro-Presidente – Juan Manuel Roca Rey- Gerente General”.
Parece ser que el director de El Comercio, luego de enjugar una lágrima, por el desatino del Consorcio Taurino de Acho al plantear tan absurda propuesta, arrojó la carta al tacho. ¡En buena hora! Pero los efectos del chantaje de la administración de Roberto Puga sobre otros medios menos poderosos, es materia para una historia diferente que trataremos en otro momento.
