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Lázaro Echegaray  
  España [ 04/08/2005 ]  
VARIEDAD DE REGLAMENTOS

A propósito del tema del indulto en plazas de tercera categoría escribía yo un artículo no hace tres semanas. A propósito del nuevo reglamento taurino de la Junta de Andalucía que permite indultar en plaza de tercera, contra lo que establece el reglamento general, preguntaba en entrevista al empresario de Azpeitia sobre el tema. Era actualidad candente y se hacía necesario saber qué opinan de la medida los empresarios de estas plazas. Como si hubiera escuchado mi pregunta, como si hubiera también escuchado la contestación del empresario, el destino hizo salir al ruedo Azpeitiarra a un toro de Fuente Ymbro al que se le quiso perdonar la vida. Era un toro que venía de largo constantemente y poniéndose el torero en los medios lo citó a veinte metros de distancia lo menos siete veces y las siete se vino el toro con alegría y pujanza. Fue el ganadero quien empezó a solicitar el indulto pues quería que el toro volviera al campo a padrear. Así que rápidamente se formaron grupos de discusión en el callejón. Por una lado estaban todos los profesionales involucrados en la lidia de ese toro, a saber: el diestro, la cuadrilla y el apoderado, el ganadero, y el empresario y alguno más que no tenía mucho que ver allí. Por otro lado estaban las fuerzas vivas, el jefe de callejón, el delegado gubernativo y el presidente y sus asesores que se comunicaban con ellos desde el palco. Las discusiones captaron la atención de los espectadores, que debían haber estado observando el juego de ese toro y no el follón del callejón y en seguida hubo quien empezó a gritar al palco presidencial y al mismo matador, exigiéndoles a ambos que no cumplieran con su obligación: “No lo mates, no lo mates”. Ya el lío estaba servido. Cuando se monta una de estas en el callejón se le resta importancia a lo que pasa en el ruedo y es una pena, pero es que lo que pasa en el callejón no tiene desperdicio y nos da una idea muy clara de cómo se estructura socialmente el mundo del toreo. No hay nada que objetar a que el ganadero solicite el indulto del toro, así lo establece el reglamento y viendo éste su beneficio es lógico que lo pida (¿Aunque la plaza sea de tercera?). Tampoco es raro que el torero quede a la expectativa de lo que se decida. Sí es poco ético que el  apoderado le recomiende que pierda el tiempo contra la decisión gubernativa. Fijándonos en ese callejón nos encontramos a todo un delegado, plantado seriamente en frente del ganadero, del apoderado y del empresario diciendo que el toro se mata, sea como sea. Luego vemos al mismo delegado, desde las tablas diciéndole al torero que a matar y vemos que éste sigue perdiendo el tiempo. Vemos ahora al ganadero que es quien empieza a dar la orden al torero de que lo mate y esa orden es más válida que la del delegado. Pero todavía tenemos que ver al apoderado exigiendo al delegado que se tape cuando éste desde las tablas ordena al torero matar al toro. Al final nos queda una sensación de confusión ¿Quién coño manda aquí? En Azpeitia mandó, al final, la autoridad pero vive Dios que a punto estuvo de perder todo mandato ante el juego del taurineo (qué poco me gusta esta palabra y sin embargo...). 

Terminada la corrida el asesor explicaba que el indulto no se llevó a cavo porque estaba prohibido y se empeñó en hacer cumplir el reglamento, como es preceptivo. También comentaba el cuidado con que habían actuado ante la posibilidad de desorden público. El empresario hubiera querido indultarlo y el ganadero se quedó con las ganas de poder ver a ese toro en su dehesa, quizás pensando que de haberlo lidiado en otra plaza hubiera sido así. Llegando al fondo del asunto hay que decir que en realidad el toro no era de indulto. Sí de vuelta al ruedo, que se le dio, pero no indulto pues se fue suelto de la segunda vara y reculó a tablas en algún momento de la lidia. Pero el público pedía ese indulto y el ganadero también. Lo cierto es que en plaza de tercera se cumplió el reglamento, que puede ser bueno o malo pero para eso está. La autoridad estuvo a la altura de las circunstancias, que visto lo visto en el callejón es posición complicada ¿Quién tiene razón? ¿Público, ganadero y empresario exigiendo lo que creen justo o la autoridad defendiendo un reglamento que varía según zonas geográficas? Es menester el plantearse unificar reglamentos y conseguir así un texto actualizado y común, no un reglamento taurino distinto para cada zona del país.

 
   
 
   
Alejandro Tellez 04/08/2005  
 
con un solo reglamento, se evitarian tantos problemas. ademas españa no es un pais grande en territorio, y eso de plazas de primera segunda y tercera, suena a descriminacion, ya que todas las plazas en españa son confortables y de primera, aademas el publico en general es conocedor y y justo. no le busquen cinco pies al gato, que nada mas tiene cuatro y son patas.
 
 
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